jueves, 18 de mayo de 2017

Por Tu Amor: Capítulo 38

-Por Bella Lucia -dijo Pedro, y chocó su copa contra la de Matías.

-Por Bella Lucia -sonrió Matías, y bebió un poco de vino-. Es como en los viejos tiempos. Excepto por el hecho de que has salvado la piel de la familia Alfonso.

Los dos estaban sentados a la mesa de un pub cerca del despacho del abogado, donde Pedro acababa de firmar un documento en el que se le daba una participación mayoritaria de la empresa familiar. Era como en los viejos tiempos y  sentía una felicidad que hacía tiempo que no experimentaba.

 -¿Cómo te sientes? -preguntó Matías.

-Estupendamente -y Paula era la responsable. Ella había hecho que él quisiera ser un hombre mejor-. Por el nuevo gerente de los restaurantes Bella Lucia.

 -¿Quién será? -preguntó Matías.

 -Tú -sonrió Pedro.

 -¿Yo? -su hermano parecía sorprendido-. ¿Estás seguro de ello?

-Lo estoy, sí. A menos que creas que no puedes hacerlo -bromeó Pedro.

 -Intenta detenerme -dijo Matías-. Mis únicas dudas son papá y el tío Juan. Ninguno de los dos aceptará un segundo puesto después de haber luchado tanto por el control de la empresa.

-Es hora de que ambos se retiren -dijo Pedro-. Y se retirarán. Tú estarás al cargo. Lo prometo.

 -Excelente noticia -sonrió Matías-. Llevo tiempo impaciente por adaptar la empresa al siglo veintiuno.

-¿Qué tienes pensado?

-Expandirnos -dijo Matías-. Me he reunido con un amigo mío de Eton... El jeque Surim. -Pareces James Bond.

-Sí, bueno. Tiene un lucrativo hotel turístico en el reino de Qu'Arim. Y le gusta la idea de abrir un Bella Lucia allí.

-Entiendo.

 -Pepe, ¿Tienes idea de lo importante que es esto?

-¿Mucho?

-Podría ser el primer paso para convertir Bella Lucia en algo mundial.

 -Eso es algo grande -sonrió Pedro.

Matías parecía molesto.

-Deja de burlarte.

 -No, en serio.

 -En serio -dijo su hermano-. Tú y yo estamos juntos en esto, y eso hace que me sienta bien.

Pedro percibía la ilusión de su hermano y la compartía hasta cierto punto.

 -Estoy en esto, Mati, pero no estamos juntos. Ahora es tu niña bonita, no la mía.

-¿Qué quieres decir?

 Que no cometería los errores de su padre.

-No quiero tener un papel activo. Pretendo tener una vida.

-¿No tendrá algo que ver una rubia llamada Paula con esta decisión?

-¿Se nota tanto?

-Sí.

Pedro necesitaba que Paula creyera que era verdad que él la quería. Nunca había estado tan nervioso. Nunca se había apostado tanto en la vida.

 -Ya me he reconciliado con la familia y ahora tengo que hacerlo con ella. No será fácil. La he dejado en Florencia y está convencida de no querer darme una oportunidad.

-Insiste, hermano. La perseverancia funciona en los negocios, y también en el amor.

 -Espero que tengas razón -dijo Pedro, aunque no tenía ninguna intención de dejar de insistir. Nunca.

-¿Te he enseñado mal? ¿No fui yo quien te enseñó todo acerca de las mujeres? -sonrió Matías.

-Eso me temo -bromeó Pedro.

-Dile lo que siente tu corazón y todo irá bien. Te deseo suerte -dijo Matías-. Y mucha felicidad.

Pedro sabía que necesitaba toda la suerte del mundo. Después oyó la voz de Paula en su cabeza. No tenía que esforzarse para demostrar que era bueno, tenía que esforzarse para ser feliz. Y se esforzaría el resto de sus días para hacerla feliz a ella.


Paula siempre había soñado con visitar Florencia, pero su sueño no consistía en ver la ciudad a solas. Y no se había dado cuenta de ello hasta que apareció Pedro. Sentía un inmenso dolor y todo era culpa suya. Era encantador a la vez que agotador. La había conquistado. Le había contado su vida. Después, había desaparecido. De hecho, la que había desaparecido había sido ella, pero él le había dicho que volvería y no había regresado en todo el día. ¿A qué estaba jugando? Y por mucho que dijera lo contrario, no podía creer que aquello no fuera un juego para él. Sin embargo, había ido hasta Florencia para verla. Sólo porque era un hombre que no solía aceptar un no como respuesta. El servicio de atención al cliente del hotel le había insistido en que fuera a cenar a uno de los mejores restaurantes de Florencia. Incluso le habían ofrecido un coche con conductor para que hiciera la visita por la ciudad. El lugar era maravilloso, pero ella nunca se había sentido tan sola. No sabía dónde estaba Pedro, pero no podía olvidarlo. Todo lo que veía le recordaba a él. La suite del hotel, el coche con conductor...

-Al menos, siempre me quedará Florencia -murmuró ella cuando el coche se detuvo en un estacionamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario