domingo, 7 de mayo de 2017

Por Tu Amor: Capítulo 17

 -¿Quieres que hablemos de cuando eras una adolescente vulnerable?

-Ni aunque me pagues.

-De acuerdo. Entonces, dejemos a un lado el pasado.

-No tan deprisa. Sí quiero hablar de la sugerencia que te ha hecho Matías para que veas a tu padre.

-Tenía la corazonada de que querrías hacerlo -Pedro apoyó el brazo sobre el respaldo del sofá.

-Tienes que ir.

 -No tengo por qué.

-Entonces, dime por qué te niegas a ver a tu padre después de haber venido hasta aquí.

 -¿Aparte del hecho de que tuvimos una bronca?

-Eso fue hace doce años. ¿No crees que ya es hora de olvidarla?

 -¿Y si no quiero?

-¿Por qué no ibas a querer?

 -Ya te lo he dicho.

 Ella se dió unos ligeros golpecitos en el labio con el dedo.

-Dijiste que fue infiel a tu madre con muchas otras mujeres y que era tan adicto al trabajo que ignoraba a su familia -dijo ella-. Eso es además de la bronca, de la que no tengo detalles -bebió un trago y notó el ardor en la garganta-. ¿Te importa contarme lo que pasó?

 Pedro se puso en pie.

-Olvídalo, Paula.

-No -se bebió el último trago y dejó la copa sobre la mesa.

-Te ordeno que dejes el tema sobre mi padre y yo.

Ella se puso en pie, se cruzó de brazos y lo miró fijamente.

-No.

 -Desobedecer una orden es insubordinación.

 -Si esto fuera el trabajo, lo aceptaría. Pero no lo es.

 -Exacto. No se trata de trabajo. Entonces, ¿Por qué te entrometes? -dijo con frialdad.

-Tú me implicaste cuando insististe en que te acompañara a este viaje.

 Y Paula deseaba haber sido lo bastante lista como para decirle que no. Todo lo que creía que conocía acerca de Pedro estaba cambiando. Era un hombre más complicado de lo que ella creía, y eso le resultaba frustrarte y fascinante a la vez. La frustración no era una novedad, pero no quería sentirse fascinada por él. Era demasiado parecido al chico que la había humillado y hecho sufrir. Tenía un pasado lleno de secretos. Y quería mantener alejada a la familia que trataba de reconciliarse con él. Cuanto más averiguaba, más decidida estaba a ayudarlo para que los recuperara.

Pedro la miró.

-Quería que vinieras porque tenía negocios pendientes y me fío de tu consejo.

 -Pues aquí tienes mi consejo -dijo ella-. Invierte en Bella Lucia. Conseguirás algo más que dinero.

 -No quiero más que eso.

-El dinero no te mantiene calentito por las noches -soltó ella, arrepintiéndose de sus palabras al instante. Pedro siempre tenía una mujer para calentarle la cama, y eso la molestaba.

-Eso es cierto, pero con él se pueden comprar muchas mantas.

 -Es tu familia -protestó ella, y recordó lo que él le había dicho a Matías-. ¿Cómo puedes pensar en deshacer los restaurantes y en venderlos por piezas?

-Porque en este caso, las piezas valen más que la totalidad.

 -No puedes mirarlo desde el punto de vista profesional. Evidentemente, es algo personal. Puede que ganaras más dinero, pero perderías el alma.

-Mi padre me robó el alma hace doce años. Si la recupero otra vez, será con mis condiciones.

 Los ojos de Pedro brillaban con peligrosidad y Paula se estremeció.

-Tienes que hablar con tu padre -insistió ella. -¿Y si no quiero? Durante un instante, Paula imaginó lo cabezota que debía de haber sido de niño. Había que tener carácter para tratar con él.

-Si te niegas a escuchar mi consejo, pienso implicarme a fondo hasta que hables con él -le advirtió.

 Él la miró fijamente y preguntó:

-¿Te he dicho alguna vez lo pesada que eres?

 -El sentimiento es mutuo.

Paula confiaba en que un encuentro familiar arreglara las cosas. No le gustaba dejar cabos sueltos y no podía marcharse hasta que Pedro intentara hacer las paces con su familia. Pero si no regresaba pronto a Nueva York, que él le pareciera un pesado sería el menor de sus problemas. El beso que habían compartido se convertiría en un problema si se quedaban allí mucho tiempo. Ella no estaba segura si podría resistirse si él se convirtiera en un hombre testarudo que la deseaba.

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