sábado, 8 de julio de 2017

Una Esperanza: Capítulo 3

Fue tonta al pensar que un hombre de mundo de treinta y cinco años se interesaría en verdad en ella, en particular, un hombre como Pablo, buen conocedor de mujeres jóvenes. Paula sabía que actuó como una tonta durante su estancia en esa misma casa el verano anterior... y después...

Se estremeció al recordar que estuvo a punto de destruir su futuro de un solo golpe. Nunca supo cómo pudo pasar los exámenes del año anterior. Su tío no dijo nada cuando a duras penas pasó todas sus materias, no obstante, ella sabía que se sentía desilusionado, al igual que su familia, Al pensar adonde la condujeron sus emociones de adolescente, su corazón se endurecía al recordar al atractivo vecino. Ese año, de ninguna manera permitiría que sus hormonas juveniles causaran estragos. Entró en el dormitorio principal, colocó la maleta sobre la enorme cama de agua, al tiempo que afirmaba su resolución de que los hombres no estaban en su agenda ese año. Abrió la maleta y empezó a sacar la ropa y a colocarla sobre la cama, mas no logró apartar de su mente al hombre de la playa. ¿Quién era él? ¿Cómo se ganaba la vida? Suspiró, ya que ese extraño parecía estar fijo en su mente... y en su cuerpo. Sacudió la cabeza, mientras trataba de apagar su interés con lógica. ¿Acaso no comprendía que un hombre tan atractivo como ese tendría alguna mujer cerca? Si no a una esposa, entonces, a una novia. ¡Quizá a muchas! Aunque por algún milagro estuviera soltero y sin compromiso, ¿quién podía decir que la encontraría atractiva? Era probable que le gustaran las rubias altas y esbeltas, y no las morenas de baja estatura. Al recordar con sentimiento las palabras crueles de Pablo, un año antes, decidió que no sólo el color de la tez y el tamaño eran los únicos factores que desanimaban a algunos hombres.

—Con seguridad bromeas, Paula—opinó Pablo, y la miró con incredulidad y aburrimiento—. ¿Virgen... a los diecinueve años? Mira, querida, las iniciaciones nunca fueron para mí. Creo que será mejor que te vayas, pero por supuesto, regresa después del gran evento. Entonces, estaré más que dispuesto.

Paula se encogió al recordar los comentarios de Pablo, pero se encogió todavía más al recordar su reacción inmadura. Regresó a la universidad, muy decidida a convertirse en la clase de mujer sofisticada que interesaría a Pablo, hasta llegó a tomar la píldora, otra de las sugerencias del hombre. Por fortuna, a pesar de las constantes fiestas y reuniones sociales, y de tener incontables invitaciones de los jóvenes más guapos de la universidad, cuando se presentó el momento preciso, huyó. Al fin comprendió que actuaba como una tonta, y que Martín era un hombre detestable de treinta y cinco años. Fue entonces cuando  decidió que su primera experiencia sexual sería algo especial... y con alguien especial. Quería ser parte de un verdadero romance, de una aventura amorosa donde la pasión la dominara.

Pasión...  volvió la cabeza para mirar por la ventana. Por su mente pasó la idea de que podría sentir pasión con el hombre de la playa. Frunció el ceño, y pensó que era ridícula. Con movimientos rápidos y enfadados, continuó vaciando la maleta. Al sacar su pequeño bikini rojo, estudió la prenda y volvió a meterla en la maleta. Sacó en su lugar un traje de baño negro de una pieza. ¡Eso era más adecuado! Al terminar de vaciar la maleta, recorrió la casa, abrió ventanas, dejando entrar la luz e hizo mucho ruido. También encendió la radio, a un volumen alto. Se aseguraría de que su vecino o vecinos estuvieran enterados de su presencia, para que en el futuro se pusieran ropa.

Llegó la noche con lentitud ese día de febrero. Cansada por conducir tanto, se fue a la cama temprano, aunque le costó trabajo acostumbrarse a la cama de agua de su tío. Durante sus visitas anteriores durmió en el sofá—cama. De manera gradual, el cansancio, se apoderó de su cuerpo, y las sensaciones de movimientos turbadores poco a poco cambiaron a un balanceo que arrullaba.  Al pasar de la semiinconsciencia al olvido, un pensamiento paso por su mente... Los ojos de él serían azules..

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