-¿Cómo has llegado hasta aquí, madre? ¿En autobús? ¿O decidiste traer el Rolls con chofer? Mi madre, Pau, es la viuda de Gerardo Morales. De Congelados Morales.
Paula tenía la cabeza en un torbellino. Aquella cadena alimentaria era una empresa gigantesca.
-¿Quiere eso decir que eres rico?
-Mi padrastro nos dejó a Federico ya mí un buen montón de acciones -admitió con cierta vergüenza.
-Y Pedro y los niños heredarán el resto cuando yo me muera.
-Como podrás ver, eso podría ser en cualquier momento -comentó Pedro con sarcasmo-. Me hiere el orgullo tener que admitir que Belén estaba más enamorada de mi dinero que de mí. Tenía ya muchas ideas de cómo gastarse mi fortuna. Por eso estaba tan deseosa de aceptar la molestia de los niños, por no mencionar el hecho de que yo estaba enamorado de otra persona. ¡No sabes el alivio que sentí cuando comprendí que ella no quería ni mi cuerpo ni mi mente, sino mi cuenta corriente! Intentaré convencer a Anna de que perdone tus maquinaciones. Sólo una mujer sin corazón explotaría la enfermedad de sus nietos.
-Eso ha sido muy rudo -dijo Paula al ver a la madre de Pedro alejarse apoyada en su bastón.
-Cuando llegues a conocer a mi madre comprenderás que la sutileza no funciona con ella. Créeme. Ven a sentarte ahí.
La condujo a uno de los bancos que bordeaban la zona de meta.
-Quiero que no te quede ninguna duda acerca de Belén -dijo con gravedad mirándola con tal ternura que Paula creyó que el mundo explotaría de puro júbilo—. La única razón por la que duramos tanto fue porque nunca descubrimos nada el uno del otro. Nuestra relación fue siempre superficial y egoísta. Yo había dejado de creer en el amor hacía tiempo. Pensaba que Federico y Mariana eran excepciones. Entonces apareciste tú y trastocaste mi mundo por completo. Me sentí perdido en cuanto clavé los ojos en tí. Pensaba que a Belén le importaba de verdad y no quería humillarla. Esperaba que ella tirara la toalla cuando las cosas se pusieran mal. Aquel fin de semana estaba planeado para conseguirlo. Sabía que Belén cambiaría a los niños por la comodidad.
-Eso es despreciable.
-Gracias. Fue muy frustrante descubrir que todos mis planes no habían servido de nada. Después, ella dejó escapar que estaba muy interesada en mis asuntos financieros. Y entonces, todo me encajó -esbozó una sonrisa cínica-. En ese momento no me costó nada decir adiós.
-¿Y por qué no me contaste lo del dinero?
-Supuse que querrías que lo donara todo a alguna asociación benéfica -esbozó una sonrisa-. Para ser sincero, Pau, no lo suelo pensar mucho. Yo no estoy al nivel de mi padrastro, pero soy financieramente estable. Gerardo era un hombre estupendo, pero a mí no me gusta la ostentación tanto como a él. ¿No me irás a decir que tienes alguna objeción en casarte con un hombre rico?
-¿Y si la tuviera? ¿Lo darías todo? -Pedro captó el brillo de sus ojos al relajarse y cedió a la tentación de sus labios entreabiertos.
-Creo que eres una de esas mujeres que podrían cambiar a un hombre.
-No eres perfecto, pero el caso es que me gustas como eres -ella nunca había sido muy buena en ocultar sus sentimientos y era un enorme alivio dejar que su amor brillara-. He pasado las dos semanas más miserables de mi vida, Pedro-le dijo con franqueza-. ¿Se te ocurre alguna terapia para ayudarme a superar el trauma?
Pedro se levantó ante el reto y la beso con pasión.
-¡Wow! -exclamó ella jadeante cuando él alzó la cabeza pocos minutos después.
-¡Wow! -bromeó él deslizando un dedo por su barbilla.
-¿Alquilaste este disfraz?
Él asintió y pareció confuso.
-Has perdido la cabeza.
-Eso pasó hace dos semanas, pero ahora ya me he acostumbrado a la idea.
FIN
Hermoso final! Gracias por compartirla!
ResponderEliminarAmé esta historia!!!
ResponderEliminarHermosa historia, me encantó!!
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