-Es todo tuyo.
Paula salió del baño con el pelo mojado y una toalla en la cabeza Andrea le había ofrecido llevarla a la peluquería, igual que a Laura pero como sabía que su pelo era muy rebelde, prefirió arreglárselas ella misma.
-Ya he terminado -Laura salió del baño vestida de manera ir formal, las prendas que llevarían esa noche a la casa de los padre de Andrea estaban cuidadosamente colgadas en el armario.
Paula se dirigió hacia el vestíbulo, su atuendo también era sencillo
-No dejes que Andrea se ponga nerviosa y cambie de opinión.
-¿Estás bromeando? -sonrió -Laura-. Le ha costado muchos meses atrapar al pobre hombre.
Era cierto. Andrea había estado enamorada de Gabriel durante sei meses, antes de que éste se decidiera a hablarle. La proposición fue un poco apresurada y Andrea organizó la boda con toda rapidez ante de que él se arrepintiera.
-Ese pobre hombre no sabe lo que se le viene encima con Andrea-comentó Paula-. Me parece increíble que los dos hayan estado enamorados durante meses sin decirse ni una palabra.
-Así dices tú que son los ingleses -rió Laura antes de marcharse.
Paula jamás se preocupó por ocultar sus sentimientos y siempre demostró estar totalmente enamorada de David. Pero todo eso habi quedado muy atrás. En esos momentos sus únicas amigas eran Andrea y Laura. Las conoció cuando empezó a trabajar para Ackroyd, Hammond y Hammond. Ackroyd hacía mucho que había muerto. el viejo señor Hammond pronto se retiraría y su hijo era Gabriel. El viejo Hammond era el jefe de Paula, un hombre gordo que estaba muy satisfecho de la boda de su hijo con Andrea.
Si Ricardo Phillips también se hubiera sentido satisfecho por la boda de su hijo con su secretaria, no habría ocurrido ninguna desgracia. David y ella llevarían cinco años casados y hasta tendrían hijos. Ésa era la preocupación de Ricardo Phillips, no tanto el que ella fuese su nuera. Sin el hecho de que sus nietos llevasen sangre de los Chaves.
Apoyó la cabeza en el espejo, dejando que la frialdad del mismo la invadiera. Quería alejar a David de sus pensamientos, pero no podía. mucho menos en un día como ese. Recordó, muy a su pesar, aquellos días felices en que David era su jefe. Ella era muy joven y a las pocas semanas de salir, él la pidió en matrimonio. Toda la familia de David se quedó horrorizada por su elección; la madre, el padre e incluso su hermana Margarita. Ricardo Phillips fue casi perverso, jugó su haza oculta una semana antes de la boda. Paula fue testigo del cambio repentino de David. El amor desapareció dando paso al desprecio. En ese momento, ella comenzó a odiar a Ricardo Phillips y a Horacio Alfonso, el hombre que por venganza le había arruinado su vida; el causante del prematuro fallecimiento de su padre y los posteriores años de infelicidad de su madre, que murió amargada, vencida por el sufrimiento. Observó en el espejo su delgado rostro de pómulos salientes, sin darse cuenta de que sus pronunciadas ojeras y su aspecto desamparado le conferían una rara belleza.
Era delgada, toda clase de ropa le quedaba bien, sus caderas y su cintura estrecha acentuaban su esbeltez, tenía las piernas largas y el busto erguido. De todas maneras, no iba a ser ella el blanco de las miradas ese día. Sería Andrea. Y eso estaba bien, pensaba que toda muchacha merecía ser el centro de atención el día de su boda. Lori acabó de peinarse y se maquilló. decidida a no dedicar ni un solo pensamiento más a David. Tenía que reunirse con Andrea dentro de una hora. En la casa de la novia reinaba el desorden. La madre de Andrea estaba preocupada al ver que no llegaban las flores, el señor Dean se había encerrado en el estudio debido al nerviosismo de su esposa. Paula telefoneó a la floristería para preguntar si habían enviado las flores: la dependienta le aseguró que el muchacho que las llevaba no podría tardar en llegar. La joven se lo comunicó a la madre de la novia para tranquilizarla.
-¡Gracias a Dios que has llegado! -exclamó Andrea preocupada empujándola hasta su habitación-. Haz algo con mi pelo.
Paula frunció el ceño.
-¿Qué tiene tu pelo? Yo lo veo muy bien.
-Ahora no. ¡Pero mira!
Andrea tomó el velo y se lo puso sobre la cabeza, inmediatamente el peinado se aplastó.
-¡Mira qué mal me queda!
-No te preocupes, es cuestión de acomodarlo.
Paula le arregló el cabello de forma tal que no se aplastase.
-Sabía que podía confiar en tí -los ojos de Andrea brillaron de felicidad.
Paula sonrió.
-Bueno para eso somos las damas de honor. Y hablando de damas de honor, ¿En dónde está Laura? -preguntó preocupada.
-Todavía en la peluquería.
-¿Qué le están haciendo, un trasplante? -bromeó Paula.
-No. lo que pasa es que tiene mucho pelo y tarda bastante tiempo en secársele, pensaba esperarla, pero como aquí había mucho trabajo por hacer, decidí regresar antes para ayudar a mamá.
-¡La casa está hecha un caos! ¿No es así?
-Sí, todo es un desastre. Ahora me arrepiento de haber aceptado que se hiciera fiesta, hubiera sido mejor escapar después de la ceremonia.
Paula sonrió.
-Estoy segura de que eso es lo que piensa toda novia antes de la boda. Pero espera a ver las fotos. Será algo que recordarás siempre.
-Mamá no se cansa de decírmelo -sonrió Andrea-. Pero yo, lo único que quiero es que todo esto termine cuanto antes.
-Disfrútalo -la animó Paula-. Es un día muy especial.
-Tienes razón -asintió-. Sin embargo, me preocupa que no hayan llegado las flores.
-Te advierto que va está resuelto ese problema, sonrió Paula-. Acabo de ver el coche de la floristería estacionado abajo.
Andrea se acercó a la ventana para mirar.
-¡Gracias a Dios! -suspiró con alivio-. Una preocupación menos. ¿Crees que llegará a tiempo la flor para el ojal de Gabriel?
-La encargaste en la misma tienda ¿No es así? -Paula esperó a que su amiga le contestara-. Bueno, voy a bajar a preguntar si ya han ido a casa de Gabriel.
-¡Cómo no se me ocurrió antes! -exclamó Andrea.
-Porque estás demasiado excitada -respondió, sonriendo.
-Sí -Andrea le dirigió una mirada soñadora-. Estoy muy enamorada de él. Hemos esperado mucho, sabes.
-Lo sé -Paula apretó la mano de su amiga-. Y eso es lo que hace que este día sea especial para ustedes. Por eso estás tan nerviosa. una novia virgen le da mucha más importancia a la noche de bodas, que la que no lo es.
-¿Tú eres...? -Andrea se detuvo apenada-. Lo siento, no he debido hacerte esta pregunta.
-No importa -dijo Paula-. Lo soy y lo seré hasta que encuentre al hombre adecuado.
-Estoy segura de que lo encontrarás -dijo convencida.
Paula rió.
-Voy a hablar con el muchacho de la floristería antes de que se vaya.
Había una mujer de mediana edad ayudando a la señora Dean en la cocina. La madre de la novia ahogaba sus penas en una copa de jerez. Paula obtuvo la información que deseaba y regresó a la habitación de Andrea.
-Creo que tu madre ha decidido emborracharse y olvidarse de todo -le comentó a su amiga riendo.
-¡Lo único que me faltaba! -gruñó-. Y yo que pensaba que ella sería la más tranquila.
-Las madres nunca están tranquilas el día de la boda de sus hijos, por el contrario, lloran mucho -bromeó Paula-. ¿No te parece que ova es hora de que te pongas el vestido? Creo que no cometerás la crueldad de tener a Gabriel esperando en la iglesia.
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