martes, 20 de septiembre de 2016

Amor Salvaje: Capítulo 35

-¿Te has dado cuenta de que la gente siempre dice eso cuando está a punto de decir algo desagradable? -murmuró Paula apoyándose en el brazo del sofá. Vió que la otra mujer estaba mirando su mono de trabajo con expresión horrorizada-. He estado ordeñando. Vacas -añadió precipitada ante la mirada de incomprensión de Belén.

-Me preguntaba qué sería ese olor. ¿Puedo ir directa al grano?

-Me encantaría que lo hicieras.

«Cuanto antes sueltes lo que sea, antes me libraré de tí», pensó. No eran sólo los celos los que hacían que aquella mujer le resultara desagradable.

-Acerca de esa invitación a cenar.

-Tengo tantas...

Los labios de color escarlata se apretaron.

-La de Pedro.

-Ah, esa. La verdad es que...

-Te negarás, por supuesto.

Paula, que había estado a punto de hacerlo, dió marcha atrás. ¿Se le estaba pasando algo?

-¿Por supuesto?

-Creo que sería lo mejor para todos que lo hicieras.

-¿Lo mejor para quién? -preguntó Paula clavando con firmeza los talones en el suelo. ¿Quién se creía que era aquella Reina de Saba?

-Para todos los implicados. Sé que Pedro está agradecido a tus padres por sacarle del apuro y no podía por menos que enviar esa invitación, pero, francamente, por lo que me cuenta, sería bastante embarazoso para él que acudieras tú.

-¿Y qué es exactamente lo que Pedro te cuenta? -preguntó Paula con peligrosa calma.

-Bueno, para ser franca...

-Creo que de eso ya me has advertido. Suéltalo -la advirtió con rudeza.

-Pedro encuentra el hecho de que te estés lanzando a sus brazos bastante desagradable.

¿Él ha dicho eso?

-Desde luego lo daba a entender -confirmó Belén con sonrisa de lástima-. Pedro es un hombre muy atractivo. Muchas mujeres se sienten atraídas por él. No deberías sentirte tan mal por eso. Sé que pudo haber encontrado en tí una... novedad para empezar. Me lo contó. Sólo he creído que una palabra de cautela te podrá ahorrar mucho dolor más adelante.

-Me conmueve tu preocupación -Paula pretendía borrar al instante la imagen de víctima del amor-. Por supuesto, el interés personal no tiene nada que ver. ¿O sea que Pedro dejó muy claro que ya no se siente atraído por mí?

La risa de desdén de Belén le atacó los nervios a Paula.

-Me enorgullezco de conocer a Pedro muy bien.

-Desde luego que te enorgulleces -explotó Paula levantándose. Se quedó de pie con las manos en las caderas y los ojos brillantes de furia-. ¿Te pidió Pedro que vinieras aquí? ¿O ha sido idea tuya? ¿Estás segura de que no te sientes en lo más mínimo amenazada por mí?

-Si hubiera sido tu hermana Valentina, podría haber tenido motivos -observó Belén deslizando una mirada desdeñosa sobre Paula-. Pero tú no eres el tipo de mujer que él se toma en serio.

-Si hubiera sido mi hermana Valentina, ya te habría arrastrado sobre esa alfombra. Tiene un carácter diabólico -en ese momento le hubiera encantado ser Valentina y borrarle aquella desdeñosa sonrisa de la cara-. Déjame decirte una cosa, señorita Talbot. A mí no me dice nadie lo que tengo que hacer, ¡ Y mucho menos tú! Cualquiera creería que tienes miedo de la competencia.

Belén se sonrojó bajo la espesa capa de maquillaje.

-Sólo quería evitar que te pusieras en ridículo. Pedro nunca tomaría a alguien como tú en serio. Es demasiado consciente de su posición y sus responsabilidades.

¡Qué increíble snob era aquella mujer!, pensó Paula con incredulidad. Si pudiera hacer las cosas a su manera, borraría todo impulso humano decente, arruinaría su relación con los niños y reforzaría su tendencia a tomarse la vida demasiado en serio. ¿Podía dejar que pasara eso sin luchar?, pensó desairada.

-Si realmente piensas eso, ¿Por qué estás aquí?

-Pedro es demasiado caballero para decirte que te alejes de él. Papá siempre decía que era uno de esos caballeros naturales.

-Puede ser un caballero contigo, Belén, pero es un hombre conmigo -¿Qué estaba haciendo luchando por él como un gato de callejón?-. ¿Y de todas formas, por qué quieres casarte con él? Es evidente que no puedes soportar a los niños.

-Los niños están bien con una niñera o en un internado. Pedro se aburrirá pronto de ellos y comprenderá que es la solución ideal. Él y yo hacemos la pareja ideal. Papá siempre quiso que estuviéramos juntos.

-Eso lo comprendió Pedro con un poco de ayuda por su parte, supongo - comentó Paula con disgusto—. Y si tu papá quería que estuviesen juntos, ¿Por qué no los presentó antes de morirse? Si tu padre quería a Pedro, lo único que hubiera querido era protegerlo de tí.

Paula  comprendía ahora el papel que aquella venenosa mujer había jugado en el sentido de la responsabilidad de Pedro.

-Mi padrastro era un tonto, pero eso quedará entre tú y yo. Yo tengo alguna influencia sobre Pedro -continuó con una sonrisa triunfal-. Y cuando sea su esposa, aún tendré más. A Pedro le gusta que las cosas discurran con tranquilidad; tenemos el mismo estilo de vida. Y yo me voy a dedicar a él.

-No creo que Pedro, con todos sus defectos, se merezca eso -reflexionó Paula despacio con una mirada de desprecio.

-¡Por Dios bendito! No te pongas más patética de lo que ya estás -explotó Belén con expresión de disgusto-. Toda esa actuación maternal con los niños es nauseabunda y no engaña a nadie. Ya ví ese video. No parecías tan maternal entonces.

-¿Qué video? -preguntó Paula asombrada.

-Hazte la inocente si quieres -dijo Belén con tono desagradable-. No sé lo que pretendías al dárselo. Sobre todo cuando ya no puedes bailar más, ¿Verdad?

-¿Pedro tiene un video mío bailando? -preguntó Paula conmocionada y aturdida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario