jueves, 15 de septiembre de 2016

Amor Salvaje: Capítulo 25

-¡Enamorada! Tío Pepe no está enamorado de ella.

-No creo que a Pedro le guste saber que estás hablando de esto conmigo -dijo Paula incómoda.

-Es que me siento responsable. Si no fuera por haberse visto cargado con nosotros, no creo que...

La angustia de la cara del joven provocó un fruncimiento de preocupación en la cara de Paula.

-No debes pensar así -dijo con todo su corazón-. Tu tío Pedro es bastante capaz de tomar sus propias decisiones. ¡Incluso aunque sean equivocadas!, añadió en silencio.

-Tú no conoces a Belén. Se aprovechó de sus dudas de poder darnos un hogar decente y empezó a jugar a atendernos y preocuparse por nosotros. Mamá siempre decía que era la más tenaz de todas -reflexionó con amargura-. Para resumir, tío Pepe tuvo una amarga desilusión en la escuela de medicina. No me lo puedo imaginar, pero Pedro estaba completamente subyugado por la chica, mujer más exactamente. Se negó a creer a sus amigos cuando le dijeron que sólo estaba jugando con él. Y acabó completamente cínico acerca de cualquier relación. Supongo que no habrá sido un monje, pero todas las mujeres con las que ha estado eran como Belén, auto suficientes, invulnerables y sobre todo vacías y superficiales.

Paula inspiró con fuerza.

-No creo que debas contarme nada de esto -dijo con ansiedad cubriéndole una mano con la de ella.

La idea de un Pedro joven y vulnerable era difícil de asimilar.

-Lo siento, pero a veces es más fácil hablar con una parte desinteresada -Paula sintió que la culpabilidad estaba escrita por toda su cara, porque había estado digiriendo con avidez cada pizca de información-. Y tienes razón, no tengo derecho a descargar contigo.

-No es eso -empezó ella.

Sus palabras quedaron cortadas cuando los dos gemelos consiguieron derramar las bebidas al mismo tiempo en una maniobra que pareció planeada. Se rieron cuando el líquido manchó el mantel blanco. Un par de zapatos de piel muy brillantes aparecieron entre el charco que crecía sin cesar a sus pies.

-Así que aquí están.

La fría mirada de Pedro captó todo el desastre antes de posarse en las manos de Paula y Marcos  entrelazadas sobre la mesa.

-Llevamos buscándolos horas. Creo que deberían mostrar más consideración.

Paula consiguió apartar la mirada de Pedro para ver las facciones que acompañaban a la blanda voz. Una voz que conseguía implicar crítica sin una sola alteración de su naturaleza fría. Las facciones eran las adecuadas para la voz: nada estaba fuera de lugar, nada rompía la envidiable simetría, pero tampoco había nada notable en la cara de la otra mujer. La belleza podía ser insípida y allí tenía a un ejemplo viviente, decidió Paula sin compasión mientras deslizaba la mirada por la esbelta figura impecablemente vestida. Allí tenía a alguien que nunca avergonzaría a Pedro con muestras de espontaneidad.

-La verdad es que sólo han sido cinco minutos -corrigió Sofía mirando a su reloj antes de salir de detrás de su tío-. Hola -saludó a Paula-. ¿Está mejor tu pierna? No llegué a darte las gracias por ayudarnos por teléfono. Este es un pueblo muy pequeño y ya les dije que estarían comiendo. Siempre están comiendo.

Se agachó hacia sus hermanos pequeños y empezó a limpiar el desastre en silencio.

-Ya es hora de que nos vayamos, querido, si queremos llegar a casa de tu madre esta tarde.

-Siento el desastre -se disculpó Paula conteniendo un estremecimiento al mirar a los gemelos-. El helado fue invitación mía. Es asombroso lo lejos que pueden llegar a derramarlo -añadió con asombro.

-¿Es de verdad Valentina Chaves hermana tuya? -la incredulidad de Belén era insultante-. Cuando Pedro me lo dijo no podía creerlo. No tienen la misma afinidad con la cámara, ¿Verdad? -emitió una leve carcajada-. Te ví en las noticias.

Era grosero, pero Paula estaba acostumbrada a aquel comentario.

-¿No son los genes una cosa muy peculiar? Y te recuerdo, que no tenía uno de mis mejores días.

-¿Podrías conseguirme un autógrafo? Chaves esta fuera de nuestro mundo - intervino Marcos con un guiño a Paula-. Y no sé cómo estarás en tus mejores días, pero la cámara sacó excelentes tomas de tu escote.

-Le diré que te dedique un mensaje muy personal -dijo Paula devolviéndole el guiño agradecida por su juvenil defensa.

-Espero que ya esté totalmente recuperada, señorita Chaves -dijo sin ninguna calidez Belén.

Paula estiró la pierna vendada delante de ella.

-Me lo quitarán la próxima semana. Espero que el incidente no le haya causado una mala opinión de nuestro pueblo, señorita...

-Talbot. Belén Talbot. Llámame Belén. He oído hablar tanto de tí que es como si ya te conociera bien.

-Belén -repitió obediente Paula con dolor en las mandíbulas de mantener la sonrisa forzada-. Normalmente es un pueblo muy tranquilo.

-Me sentí muy impresionada Paula, por tu pequeña actuación. Yo también estoy metida en las relaciones públicas.

-La próxima vez que necesite despertar la conciencia social, te pediré consejo.

-¿Entonces, sueles hacer ese tipo de cosas a menudo?

La carcajada de Belén contenía un indiscutible tono de burla. Paula pensó si se referiría sólo a la manifestación.

-Si vuelvo a sacar mi pancarta, Pedro me gritará.

-Con suficiente cuerda, te ahorcarás sola uno de estos día, Paula.

Joaquín, sintiendo, aunque no lo entendía, la nota de crítica en la voz de su tío, trepó al regazo de Paula.

-A mí me caes bien.

-Y a mí tú, Joaquín -respondió ella con calidez revolviendo el pelo del niño. Su gemelo apoyó la cabeza en el regazo y sonrió-. Si no hubiera sido por ustedes dos, no hubiera podido devorar un helado gigante.

-¿No es sorprendente, tío Pepe? -intervino Sofía-. Paula sabe distinguir a los gemelos ya. Algunas personas no lo consiguen nunca.

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