-¿No te lo contó ella? Tu madre estaba segura de que lo haría.
-¿Mi madre?
Parecía cansado, notó Paula. Tenía la cara pálida y una leve sombra de barba en la mandíbula. Contra la puerta, resaltaba como una poderosa figura. El formal traje oscuro que llevaba estaba un poco arrugado y la corbata floja.
-Será mejor que me cuentes qué es lo que ha pasado aquí
-No hace falta que te alarmes.
-¿Eso crees?
-No sé por donde empezar.
-Lo más lógico es que empieces por el principio. No te quedes ahí a gatas como una idiota, mujer.
-¡No lo soy! -negó con indignación sin dejar de mirarlo fijamente.
-¿El qué, idiota o mujer?
-Belén no vino.
Una expresión de furia le surcó la cara a Pedro.
-¿Por qué diablos nada sale según los planes?
-Verás, Marcos le dijo que los gemelos estaban enfermos.
-¿Qué les ha pasado? -interrumpió con ansiedad-. ¿Por qué no me ha llamado nadie?
-Están bien -le tranquilizó ella-. Tienen sarampión, pero hoy están mucho mejor. Marcos pensó que Belén te lo contaría y ella debió pensar que lo haría él. Cruce de cables.
-¿Quieres decir que están aquí, no con mi madre?
-Sí. Marcos ya había salido para aquí y no sabía qué hacer.
Pedro la estaba mirando con una expresión extraña y una curva sardónica en los labios.
-Pero tú sí, ¿verdad?
-Tu madre estaba muy preocupada y no podía venir hasta aquí para ayudarlos.
-¿Por qué no?
-¡De verdad! -estaba asombrada ante aquella indiferencia filial-. No puede conducir porque tiene la cadera mal y se tarda horas en el tren. Encima hay que hacer dos cambios, así que le dije que no se preocupara.
-¿Quieres decir que mi pobre madre te contó todo eso por teléfono?
-Marcos le dió mi número. No se le ocurrió nadie más. Me los llevé a la granja. Nos sobra mucho sitio y esto no está en condiciones. ¿En qué estabas pensando, Pedro? Ni siquiera funcionan las cañerías.
-Los constructores me prometieron que estaría acabada -dijo con una indiferencia que la irritó-. Supongo que tendrás una buena razón para estar gateando por el suelo, ¿no?
-Nicolás se olvidó su osito de trapo y no quiero pasar la noche despierta porque no deje de llorar. Joaquín también un perdió el zapato, aunque eso es menos importante. Los encontraré, aunque me vaya la vida en ello.
-Un poco exagerada, ¿no? ¿Te pasaste toda la noche despierta con ellos?
-Toda no. Y no soy tan estúpida -dijo dolida por su reacción al enterarse de que ella había estado al cargo de los niños-. Ya sé que piensas que soy una inútil, pero...
-No pienso tal cosa -la contradijo con inusual gentileza -. Pareces agotada.
-Bueno, pues tú también -no hay justicia, pensó Paula. Ella estaba desastrosa y él sexy a muerte-. Y no te quedes ahí mirándome. Ayúdame a encontrar a Teddy.
-¿Quién es Teddy?
-El osito de Nicolás.
Le miró con una expresión de desprecio hacia un tutor que no sabía un dato tan importante.
-¿Te pones siempre tan irritable cuando no duermes?
-Depende de la razón por la que no haya dormido -contestó ella con una sonrisa maliciosa.
-¿Has perdido alguna vez el sueño por mí, Paula?
La voz ronca estaba demasiado cerca de su oído y ella se quedó muy rígida.
-Ni lo sueñes, Pedro. ¿Qué es esto? ¿Vamos a hacerlo con Paula porque la preciosa Belén no está disponible?
-No estoy seguro de que mis sueños sean un territorio seguro para explorar - murmuró con extrema sensualidad-. Pero estoy dispuesto si lo estás tú.
-¡Estás prometido! -gritó ella volviendo la cara para mirarlo con rabia-. ¿O se te ha olvidado?
-¿Cómo podría olvidárseme cuando tú no dejas de recordarlo cada cinco minutos? -cerró los ojos y se pasó la mano por la frente-. Tengo que resolver todo esto lo antes posible. ¿Estás segura de que el doctor de aquí no está compinchado con Sofía y Marcos por no mencionar a mi madre?
Paula le miró preguntándose si se habría vuelto loco.
-¿Te has vuelto paranoico? ¿Para qué iba a querer tu madre que los gemelos tuvieran sarampión?
-Mi madre parece convencida de que no puedo dirigir mi vida sin su sabio consejo. ¿Cuando aprenderá todo el mundo que no me gusta que me dirijan?
-Entiendo que estés decepcionado porque tus planes se hayan arruinado, pero no hace falta que lo descargues conmigo o con los gemelos. No lo han hecho a propósito, los pobres corderitos.
-Decepcionado no empieza ni a describirlo. Tú podrías ponerlo mucho más fácil si...
Paula se estremeció ante el sutil tono sensual.
-¿Me acostara contigo?
-No es eso lo que yo quería decir.
-¡Oh!
-No te piques. No quiere decir que no te desee y con desesperación, pero eso no alteraría la situación. Las cosas son mucho más complejas que eso.
-No estoy picada, estoy aliviada.
Paula estaba profundamente distraída. La ronca entonación con que había pronunciado la palabra desesperación flotaba en sus oídos como música celestial.
-Mentirosa.
-Piensa lo que te parezca, Pedro. Eres irresistible, si quieres. Pero mientras tanto, haz algo útil y busca el osito.
Para gran sorpresa suya, Pedro la obedeció y cada uno encontró una de las cosas.
-Puedes seguirme a la granja.
-Tendría que ser mucho más atlético, porque he mandado al taxi irse.
-Entonces será mejor que vengas conmigo.
-¿Conduces siempre así?
-Da la casualidad que soy una conductora excelente.
No estaba dispuesta a admitir que su presencia física le estaba agitando más de lo normal.
-No estoy en posición de contradecirte en este momento.
Pedro cerró los ojos y ella tomó otra curva cerrada.
-¡Debería haber sabido que eras uno de esos machistas que no soportan que los lleve una mujer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario