-Pensé que te habrías ido a casa.
Sintió un nudo en el estómago cuando Pedro apareció a su lado. «Pertenece a otra mujer», se dijo a sí misma con firmeza.
-Tengo un taxi fuera.
-Pablo habrá pedido a mi padre que venga a buscarme.
-Mientras te estaban examinando, llamé a tus padres para tranquilizarlos y me ofrecí a llevarte.
-Y no se te ocurrió preguntarme, ¿Verdad?
-Sabía que dirías que no, sólo por llevar la contraria.
-Podría ser que no me apeteciera tu compañía -sugirió con suavidad.
¡Si él supiera los efectos que le producía su compañía!
-Sufrir es bueno para el alma, según dicen. De todas formas, agarra las muletas que nos vamos -dijo Pedro agachándose para levantarla en brazos.
-¿Qué estás haciendo?
-Pensaba que estaba muy claro -dijo con ella en los brazos.
Lo cierto era que suponía una experiencia nueva e increíble sentir la fuerza de sus brazos bajo su cuerpo. No estaba impotente y no necesitaba consuelo, pero...
Pedro le dirigió una mirada interrogante y contuvo un suspiro trémulo. Paula cerró los ojos; no quería estropear la experiencia sólo porque fuera una ilusión. Él olía de maravilla, cálido, especioso y... muy masculino. Cuando llegaron al taxi, Pedro le dió la dirección mientras la sentaba en la parte trasera.
-No hay sitio para tí.
-Sí, ¿lo ves? Con las piernas elevadas -dijo posándolas sobre su regazo.
Los analgésicos le estaban empezando a hacer efecto y se sintió un poco adormilada por el bamboleo del coche.
-Tu sobrino, Marcos, se parece a tí.
Pedro parecía cansado, pensó con una oleada de culpabilidad.
-Sí. Marcos se parece a su padre y la gente nos solía encontrar parecidos a los dos hermanos.
-Pensaba que era más pequeño.
-Tiene casi diecinueve años. En otoño se irá a la universidad. El año pasado lo pasó recorriendo Europa con mochila.
-Parece muy competente.
-Sí, es bastante responsable.
Pedro frunció el ceño.
-Es natural, dadas las circunstancias.
Pedro asintió. No parecía ser consciente de que le estaba acariciando la rodilla sana con movimientos circulares. Paula hubiera deseado no sentir aquellos cosquilleos por toda la piel.
-Es joven. No quiero que se sienta atado con responsabilidades y a Sofía le pasa lo mismo. Los gemelos se han vuelto hacia ella como figura sustitutiva de la madre.
-No dudo que Belén los descargará bastante -observó Paula neutral-. Ése era el plan, ¿Verdad?
No pudo evitar el leve tono de escepticismo. La fría voz perfectamente modulada estaba firmemente grabada en su cerebro.
-Belén lo intenta con todas sus fuerzas, pero los gemelos pueden ser muy desesperantes a veces.
-Son preciosos -dijo ella con calidez recordando sus caras de querubines.
-Federico y Mariana estaban entusiasmados empezando de nuevo con los gemelos.
La débil expresión de tristeza que surcó su cara le contrajo a Paula el pecho.
-Te tienen a tí.
Pedro le dirigió una mirada de asombro.
-Yo no estoy hecho para ser padre.
-Ya te he dicho una vez que tienes gran potencial. ¿Lo has olvidado?
-Probablemente no haya olvidado nada de lo que tú me has dicho.
Paula reaccionó ante la inesperada confesión con un alud de palabras.
-Nadie nace siendo padre; es algo que la gente aprende sobre la marcha. Mi madre y mi padre habían desistido de tener hijos cuando llegamos nosotras tres. Estás destinado a cometer errores, así que no seas tan duro contigo mismo.
¿Qué era lo que él estaba intentando decir? ¿Por qué recordaba todo lo que ella le había dicho? ¿Podría ser que el impacto que le había causado no fuera tan superficial como él creía? «Vuelve a la realidad, Paula», se dijo con brutalidad. «Él sólo desea tu cuerpo».
-Eres la última persona en el mundo de la que hubiera esperado ese juicio tan brillante -dijo mirándola con una extraña expresión.
-Ser padre es un trabajo de aficionados. Tu problema es que eres demasiado perfeccionista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario