jueves, 22 de septiembre de 2016

Amor Salvaje: Capítulo 37

El restaurante del exclusivo hotel tenía un cálido e íntimo ambiente. La chimenea estaba encendida a pesar de la estación y los ventanales franceses estaba abiertos a la terraza donde la gente cenaba al aire libre.

-Nunca había estado aquí antes -comentó Paula después que el camarero les tomara nota-. Es muy bonito. No puedo soportar esos sitios donde está tan oscuro que apenas puedes ver la comida.

-Creo que las luces tenues son para producir un ambiente romántico.

-Me gustan las velas -dijo ella con voz ronca estirando la mano hacia las llamas.

-Me alegra oírlo -Pedro le atrapó la mano y le besó en la palma abierta con eróticos labios entreabiertos-. A mí también me gusta ver lo que estoy haciendo -insinuó con tono sensual.

-Lo has hecho ahora. No conseguiré comer nada -dijo ella con una débil sonrisa.

-¿Por qué?

-Porque tengo un nudo aquí.

Se tocó la base de la garganta donde brillaba la gargantilla de oro. Pedro le soltó la mano para rozar la zona indicada. Con una expresión de fascinación le palpó la vena azulada en el punto en que el corazón palpitaba desbocado.

-Me gustaría besarte ahí, y ahí, y ahí...

Su dedo descendió lentamente hasta reposar en el hueco entre sus senos.

-Pedro -susurró ella suplicante.

-Me gusta cuando dices mi nombre -susurró con voz erótica.

-Señor, señora.

Se separaron cuando el discreto camarero les sirvió la cena. Como había previsto, Paula no pudo hacer honor a la comida.

-¿Cómo están los gemelos? -preguntó Paula para introducir alguna normalidad en los procedimientos.

-Hiperactivos, pero ahora no quiero hablar de ellos. Dime, ¿Aceptaste venir porque te gustan mis niños?

-No.

-Entonces, ¿Por qué? ¿Qué revelación te hizo cambiar de idea? ¿O es algún plan para llevarme al límite?

-Me sentía mal sin verte -dijo sin la calma que había planeado-. ¡Dios, lo estoy haciendo todo mal! -exclamó mirando hacia la salida.

-Cálmate.

-Creo que estoy intentando decir que sí, que estoy preparada para comprometerme. Dijiste que la mejor forma de vencer una obsesión es enfrentarte a ella.

Pedro  pareció irritado.

-¿Y si me hubiera equivocado?

-¿Tú? ¿El gran Pedro Alfonso equivocado? Eso sería una contradicción.

-¿Y si consiguiera el efecto opuesto?

Paula  esbozó una débil sonrisa. Eso era lo que ella esperaba. Pedro tenía que ver que la horrible y depredadora Belén no era la mujer adecuada para él. Tenía que dejarle ver que ella lo amaba sin parecer posesiva. Un equilibrio delicado. Paula no creía que fuera una coincidencia que Pedro hubiera elegido a Belén. Ella no le conocía lo suficiente como para entrometerse en la parte de sí mismo que él quería mantener privada, así que una declaración demasiado directa le haría salir corriendo.

-¿Es esa tu forma de decirme que has cambiado de idea? ¿Que ya no quieres que seamos amantes?

-¿Cómo puedes preguntarme eso? -dijo él con incredulidad-. Desde luego, Pau, cuando bajas las barreras lo haces en serio.

-¿Voy demasiado rápida para tí? -la fiera mirada le hizo morderse la lengua-. ¡Ah!

-¿Qué te pasa?

-Me he mordido la lengua.

-No te preocupes. Yo te la besaré para que se cure.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó ella alarmada cuando Pedro se levantó y tiró de ella por el brazo.

La servilleta se le cayó al suelo cuando prácticamente la arrastró de la mesa.

-Te llevo a mi habitación. Perdona, ¿te he mencionado que había reservado una habitación aquí?

-No.

-¿Voy demasiado rápido para tí?

Su tono meloso estaba cargado de sarcasmo.

-El ascensor... - balbuceó ella cuando pasaron por delante.

-Si te meto en un ascensor, te haré el amor ahí mismo y aunque me gustaría prefiero más espacio para maniobrar.

-Las escaleras estarán bien -jadeó ella con una sonrisa nerviosa.

Aquello era lo que quería, ¿No? Jadeó para poder seguirle el apresurado paso.

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