-¡Qué típico de los hombres culpar a la mujer! -dijo Paula ignorando la verdad de su acusación-. Y no me gusta que me mires así. Estoy segura de que habrás pasado años perfeccionando esa mirada y puedo apreciar lo bonito del arqueo de tus labios, pero hace falta mucho más para dejarme impresionada. Y en cuanto a lo de no rechazarte, no quería inflamarte. A algunos hombres les excita ese tipo de cosas.
-Espero que no tengamos que profundizar en la sordidez de tus conocimientos carnales. Los recuerdos baratos y horteras no son de mi gusto.
-¡Baratos y horteras! -se le inflamó el pecho de indignación-. Al menos no soy una pretenciosa, creída y puritana aburrida -gritó en alto.
-¡Paula!
El sonido de su nombre hizo que Paula se diera la vuelta para encontrase a sus dos hermanas a pocos pasos de distancia.
-Pedro, yo... -se acercó apresurada a disculparse Delfina seguida de Valentina.
-No te atrevas a disculparte por mí -dijo Paula furiosa.
-Pedro es nuestro invitado.
-Pero no el mío. Yo sólo invito a la gente que me gusta -respondió de forma infantil.
-¿Y la tía Elsa? -le recordó Valentina.
-La familia no cuenta. Tiene que venir; es el aniversario de bodas de mamá y papá.
-Pedro, esta es Valentina-interrumpió Delfina la discusión de sus hermanas con una mirada de reprobación. Paula observó con cinismo cómo él reconocía a su famosa hermana. Valentina, conocida como Chaves en el mundo profesional, había conseguido fama y dinero como súper modelo. Le sacaba bastantes centímetros a Delfina y sus largas extremidades eran bastante atléticas.
Valentina tenía los rasgos básicos de cualquier mujer atractiva con algo más indefinible. Su pelo color castaño estaba aclarado con mechas rubias y tenía las pestañas teñidas, pero la belleza del resto de sus rasgos era completamente natural. Los hombres la piropeaban cuando la veían en la televisión y en las portadas de las revistas, pero Paula había comprobado que a la mayoría los intimidaba enfrentarse a ella en la realidad.
-Es un auténtico placer.
Pedro Alfonso no era de aquel tipo, notó al ver la mirada de interés en los ojos de su hermana cuando la estrechó la mano. Paula entrecerró los ojos. ¡Qué simple! El hecho de que su hermana le pudiera mirar directamente a los ojos jugaba en favor de él pues Valentina solía tener complejo de alta.
-Delfi me ha dicho que también eres médico -aquella sonrisa había lanzado cientos de productos al mercado-. ¿Qué le has estado haciendo a Pau para sacarla de sus casillas? -no pudo evitar preguntar.
-Me ha besado – contesto Paula.
-Eso ha sido muy atrevido por tu parte.
La mirada que Delfi intercambió con Pedro estaba cargada de censura.
-Nadie le ha contado lo del gancho izquierdo -dijo Valentina con una carcajada.
-Ya está bien de solidaridad fraternal -murmuró Paula-. En cuanto a tí, Valen, pensé que te ibas pasar toda la tarde hablando por teléfono con Nueva York.
-¿No estarás intentando cambiar de tema por casualidad, ¿Verdad, Pau?
-Tengo cosas que hacer -respondió ella con sequedad antes de darse la vuelta apresurada. Sus hermanas podían quedarse con Pedro Alfonso.
Organizar una fiesta sorpresa para sus padres había sido un trabajo de titanes. Al menos mantener el secreto en una comunidad tan pequeña donde todo el mundo los conocía, pero Paula se había visto recompensada con creces al ver las caras de sus padres cuando se habían sentado a una mesa de dos iluminada con velas y habían descubierto que todo el hotel estaba reservado para la ocasión. A ella no le importaba que se sintieran extasiados de ver a sus hermanas. Al fin y al cabo, ella siempre estaba con ellos, pero era una heroicidad ver a Delfi, que trabajaba en un hospital de Londres y a Valen que a veces viajaba a varios países diferentes en la misma semana. Y sus visitas habían sido cada vez menos frecuentes desde que se había ido a vivir a Nueva York. Ahora Paula se aseguró de que todo el mundo tuviera una copa para brindar por la pareja antes de reunirse en el podium con sus hermanas para decir unas palabras.
Miguel Chaves respondió con lágrimas de emoción rodeando a su mujer con el brazo.
-¿Qué puedo decir? ¡Paula ha guardado un secreto por primera vez en su vida! - extendió la mano para que se aplacaran las risas-. Soy un hombre afortunado - dijo simplemente mirando a las cuatro mujeres de su vida.
Paula sonrió con falsedad cuando más tarde su madre le presentó a un agradable doctor amigo de Delfi que iba a vivir en la localidad.
-Ya nos conocemos -dijo Paula frunciendo el ceño.
-¡Tienen tanto en común!
Alejandra Chaves esbozó una sonrisa de satisfacción.
-¿De verdad?
Hablaron los dos al mismo tiempo y Paula tuvo que contener una sonrisa.
-Por supuesto que lo tienen, los dos se dedican a la medicina.
-¿Eres también médico?
-Lo hubiera sido si no se hubiera interesado por otras cosas -le informó su orgullosa madre-. Estudió para enfermera y después...
-No ejerzo -cortó en seco Paula-. Encuentro ese sistema jerárquico un poco agobiante para mi gusto. Me he especializado en otra cosa.
-En qué?
-Masaje terapéutico y aromaterapia.
-¿Qué... emprendedor!
«Sucio, estrecho de mente y paternalista bastardo» , pensó al ver su sonrisa desdeñosa.
-Supongo que no serás una defensora de los tratamientos alternativos.
Paula estaba muerta de indignación.
Me imagino re divertida esta historia jajajajaja. Ya me enganchó!!!!
ResponderEliminarOpino como Sil parece divertida, me gusta!
ResponderEliminarOpino como Sil parece divertida, me gusta!
ResponderEliminarMuy buen comienzo! Los polos opuestos que se atraen!
ResponderEliminar