Pensó en Macarena, casada con Andrés, y sabía que era así. Un año antes, le habría contado sus problemas en el trabajo, pero ya no podía.
—No me gustaría que Delfi terminara malherida.
—Es una chica grande y sabe cuidarse. Lo más que puedes hacer es estar ahí para amortiguar el golpe.
—Tienes razón —admitió Paula.
—Suelo tenerla nueve de cada diez veces.
—¿No te tomas nada en serio?
—Yo lo considero una virtud. Pero está claro que para ti es un defecto. Bueno, la verdad es que sí me tomo en serio mi trabajo, aunque trato que no interfiera en mi vida. He trabajado mucho para el papel que voy a hacer. No puedo ni siquiera culpar al director si no consigo hacerlo bien, porque soy yo.
Paula apreció un brillo honesto en sus ojos. Estaba claro que aquella era una importante oportunidad para él.
—Realmente eres un ególatra —dijo ella.
—¡Vamos, Pauli, deja de actuar! Espero que no te importe que te llame Pauli, te queda muy bien.
—Tú eres el actor.
—Reconozco el talento en cuanto lo veo, Pauli. Eres realmente buena. Pero a mí no me puedes engañar interpretando a la mosquita muerta, cuando se te ve a la legua que eres una yegua desbocada.
—¡Fantasías masculinas! —exclamó ella con total desprecio.
—No me hables de fantasías, Pauli, o puedo acabar convenciéndote de que realicemos algunas actividades extras que no están en el programa.
—¿Dónde aparece el sexo en tu programa personal, entre la terapia y el preparador físico?
—Me resulta mucho más útil hablar con amigos que gastarme una fortuna en psicólogos. Respecto a mi cuerpo, lo conozco mejor que nadie. Llevo treinta y un años compartiendo mi vida con él. Ser una estrella en Hollywood no implica que tengas que vivir como la mayoría.
—Ahora viene la parte en que Pedro Alfonso me explica lo del voto de castidad.
—Yo no he dicho que tenga ningún voto de castidad. Sí es cierto que, por las características del proyecto en que estoy metido, prefiero no complicarme la vida. Y de algo estoy seguro, que una relación contigo no sería algo sencillo. Además, me parece que no te van las aventuras de una noche.
—Pues no.
—A mí tampoco, a pesar de lo que puedas leer en esas estúpidas revistas del corazón que lo tergiversan todo. Aunque, por tí, creo que sería capaz de comprometerme.
Hubo un silencio.
—Me importa mucho esta película, Pauli—comenzó a decir él—. Estoy cansado de lo que hago. No me quejo, pero, sencillamente necesito bastante más. Cuando todo esto empezó, mi intención era financiar la película yo mismo. Lucas apareció en ese momento y decidió arriesgarse. Y es un verdadero riesgo, no te quepa duda. Para el público yo soy Pedro Alfonso y la gente está acostumbrada a verme en determinados papeles. Puede que no les guste el cambio de registro, aun cuando mi interpretación valga realmente la pena.
—Puedo entender tu ambición y tu dedicación —dijo ella.
De pronto, se sentía como su confidente. Era posible que todo aquello fuera parte de un elaborado plan, pero lo dudaba francamente. Asintió.
—Este es el momento oportuno, pero no para que nosotros...
—Preferiría que no me dijeras cosas como ésa.
La idea de que la encontrara realmente atractiva era perturbadora.
—Una relación entre nosotros ahora sería muy complicada.
Aquella mujer tenía una piel preciosa, tersa y suave y sus ojos tenían la capacidad de ser tormentosos y serenos en cuestión de segundos.
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