Su ausencia le dió la oportunidad de salir del jacuzzi. Su bañador negro era una pieza demasiado atrevida como para que le permitiera sentirse segura. Se puso el albornoz. Estaba tratando de atarse el cinturón cuando volvió a aparecer él con dos vasos en la mano.
—No está bien atado, Pauli—murmuró y dejó los vasos sobre la mesa—. Está muy claro que nunca has sido una girl scout.
Se acercó a ella, la agarró del cinturón y la atrajo hacia sí. Soltó el débil nudo e hizo otro mucho más firme, aunque fácil de soltar.
—Eres bueno ... haciendo nudos —dijo ella, sintiendo un mareo que fácilmente podría haber hecho que se desmayara.
«Soy imbécil», se dijo.
—No hay más remedio que aprender cuando se vive en un barco. ¿Sabías que hablas sola? —el repentino cambio de tema la desconcertó por completo.
—¿Qué?
—Cuando llegué, estabas hablando sola. No es que mantuvieras un soliloquio muy comprensible, pero algunas palabras eran bastante claras. Por ejemplo: «estúpido, estúpido, estúpido». ¿Te suena de algo?
Paula se ruborizó.
—Después, vino lo de «vete al infierno», después de lo cual te sumergiste en el agua durante tanto tiempo que estuve a punto de sacarte. Realmente pensé que te ibas a ahogar.
—¡Cómo te atreves...! No eres más que un desagradable mirón —estaba tan absorta en sus pensamientos que no había reparado en su presencia.
—Dime, Pauli, ¿a quién iban dirigidas todas esas imprecaciones?
A Paula se le quedó la garganta seca, no sabía qué responder.
—Bueno si te sirve de consuelo, te diré con toda sinceridad que estoy exactamente donde tú querías que fuera. Es decir en el infierno.
—No sé si quiero tu sinceridad...
¿Por qué aquel hombre no evitaba temas como esos? ¿Es que carecía completamente de sensibilidad?
—No estoy seguro de que pueda soportar durante más tiempo esta situación — estaba tenso, como nunca había imaginado que podría llegar a estar—. No sé qué tienes...
—No soy tu tipo.
—Yo no tengo un tipo —respondió él con impaciencia.
—Dijiste...
—Basura, idioteces... Escucha, la atracción sexual es algo que no se puede analizar, pero sea cual sea la fórmula, lo único que tengo claro es que tú y yo la tenemos.
—Creo que estás dando por hechas demasiadas cosas —habría sido más útil si realmente hubiera optado por un tono jocoso. Pero la tensión en su voz la delató por completo. No cabía duda de que para ella todo aquello resultaba tan duro como para él.
—Estoy utilizando demasiada energía en mantenerme a distancia. Creo que mi plan original era mucho más efectivo.
—Refréscame la memoria, ¿cuál era, aquél en el que no íbamos a tener ningún tipo de relación sexual?
—No era un planteamiento muy realista, ¿verdad?
¿Podría haber un individuo más arrogante?
—A mí me ha funcionado.
La miró intensamente.
—¿Serías capaz de decir que no te sientes atraída por mí?
—Debe de ser tu modestia lo que me fascina.
—¡Ya está bien, Pauli! Estoy tratando de aclarar las cosas. Sé cuándo estoy ante un sentimiento genuino.
—De verdad —no entendía a qué demonios se refería.
—Por supuesto que sí —se pasó los dedos por la espesa mata de pelo negro—. No estaba sugiriendo que nos metiéramos directamente en la cama.
—¿No? —le había dado la impresión de que eso había sido exactamente lo que había estado insinuando—. Y, ¿por qué no? ¿Hay algo malo en mí? No me puedo creer que acabe de decir esto.
Los ojos de Pedro brillaron con una sonrisa y parte de la tensión se desvaneció.
—Bastantes cosas, pero nada grave —dijo con una ligera carcajada—. Es sólo que me gustaría que nos fuéramos conociendo.
—Bien —dijo ella secamente.
«Estoy dispuesta a lanzarme ciegamente al vacío y él quiere hablar de deportes y de política», pensó ella. Era mortificante darse cuenta de que ella estaba dispuesta a todo y él no aceptaba ese juego.
—Tú me quieres ya, aquí y ahora —dijo él—. Pero eso es sólo porque, de ese modo, no tendrías que tomar tú la decisión.
Lo miró con rabia.
—Eso no es... —comenzó a decir ella. Pero una voz interior le confirmaba que era mucho más verdad de lo que ella podría aceptar jamás, porque era una verdad que dolía.
—¿Decías? —le preguntó él, pero no esperó una respuesta—. Por la mañana, pensarías que todo no había sido más que un error, que me aproveché de tí en un momento en que estabas realmente vulnerable. Después de todo, no soy más que una estrella de cine.., y ya se sabe. ¿No pensarías todo eso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario