sábado, 25 de junio de 2016

Un Amor Imposible: Capítulo 19

—Y yo soy Ailén, la novia de Pedro.

A Paula no dejaba de sorprenderle cómo las mujeres como Ailén podían tener dos personalidades tan distintas: una dulzona para los hombres, y otra amarga para las de su propio sexo.

—¿Por qué no te vas a abrir tu regalo de Navidad en privado? —le sugirió Ailén a Paula fingiendo amabilidad—. Yo puedo ayudar a Pedro a recibir a los invitados, ¿verdad, cariño? Porque todos los invitados, aparte de Damián, son amigos de Pedro.

—¡Qué buena idea!

Paula deseaba alejarse de la irritante presencia de Ailén lo antes posible. De todas las novias de Pedro, aquélla era la que menos le gustaba.

—Aquí no —le susurró Damián al oído cuando ella hizo intención de llevarle al salón—. Llévame a tu dormitorio.

—¿A mi dormitorio...?

—Chist, Sí, a tu dormitorio —continuó en voz baja—. No preguntes por qué ahora. Y no mires a ninguno de esos dos. Ríete y llévame arriba.

Paula se dió cuenta de lo que planeaba Damián.

—Esto no va a funcionar jamás, Dami.

—Sé lo que estoy haciendo aquí. Soy un maestro en el arte de dar celos. Todos los gays lo somos.

—¡Calla! ¡No lo digas en voz alta!

—Entonces haz lo que te digo.

Paula se echó a reír cuando Damián le hizo subir las escaleras con una rapidez  poco decente.

—¿Cuál es tu dormitorio? —le preguntó cuando llegaron arriba.

—La tercera puerta a la derecha.

—Muy bonita —comentó cuando cerraron la puerta.

—Pedro piensa que es demasiado infantil. También piensa que estoy demasiado delgada ahora. Sigo sin gustarle, Dami. Estás perdiendo el tiempo.

Damián sonrió.

—No es la impresión que me ha dado cuando te besé.

—¿Qué quieres decir?

—Pues que tardé unos segundos en cerrar los ojos y observé la reacción de tu tutor.

—¿Y?

—Le sentó fatal que te besara. Ahora me detesta. Sentí su odio con fuerza. Luego, cuando me dió la mano, trató de aplastarme los dedos.

Paula negó con la cabeza mientras colocaba el regalo de Damián sobre la cama.

—No te creo —dijo mientras se sentaba al lado del regalo.

—¿Por qué no?

—Porque yo... porque... ¡No lo sé! —exclamó.

—¿Sabes, Pau? Creo que tienes miedo.

—¿Miedo de qué?

—De triunfar. Llevas demasiado tiempo viviendo con esta fantasía. Es hora de olvidarte de ella o de hacerla realidad. ¿Cuál de las dos cosas eliges?

Paula pensó que ella estaría sola esa noche en su cama mientras Pedro retozaba con Ailén en la suya. Cerró los ojos con fuerza mientras tomaba una decisión. Entonces los abrió y miró la cara paciente de Damián.

—¿Y cuál es el plan de acción?

Damián sonrió.

—Quédate donde estás, para empezar. ¿A qué hora es la comida?

—Bueno, no es una comida como tal. Va a ser un bufé. Pero Pedro querrá empezar sobre la una.

Damián miró su reloj.

—En ese caso, apareceremos a la una menos en punto.

Paula frunció el ceño.

—¿Vamos a estar aquí hasta entonces?

—Sí.

—Sabes lo que Pedro va a pensar que estamos haciendo, ¿verdad?

—Sí.

—¡Pensará que soy una zorra!

—Si no me equivoco, le costará pensar siquiera. Ahora abre tu regalo. Y cuando bajes no te olvides de decirle lo que te he traído.

No hay comentarios:

Publicar un comentario