jueves, 23 de junio de 2016

Un Amor Imposible: Capítulo 13

—Me alegro de que Damián venga mañana —murmuró en voz baja.

—Hablar sola no está bien, cariño.

Paula se dió la vuelta y sonrió a Felisa.

—Muchas de las mejores conversaciones las mantengo conmigo misma.

—Mejor entonces que con el paño de cocina con el que solías hablar cuando eras pequeña, supongo.

Paula miró a Felisa con asombro.

—¿Entonces lo sabías?

—No hay muchas cosas de las que yo no me entere, cariño. ¿Era como tu otro yo, o como un amigo especial?

—Como un amigo especial —respondió ella.

—¿Por casualidad no se llamaría Pedro?

Paula se puso colorada.

—Como ya te he dicho, cariño, a mí no se me escapa una —dijo mientras iba a encender el árbol—. Vaya, qué árbol tan precioso.

—Juan ha traído un árbol muy bonito este año.

—Desde luego. Me ha parecido oír a Pedro entrar hace un rato...

—Sí. Ha venido a casa a cambiarse. La fiesta es de etiqueta.

—No me sorprende. Ailén es una persona arribista como pocas.

Paula sacudió la cabeza.

—Suena horrible. ¿Qué demonios ve Pedro en ella?

—¿Qué ve Pedro en ninguna de sus novias? Supongo que no le importa mucho la personalidad que tengan si son bellas y en la cama hacen lo que él quiera. Al final, no se queda con ninguna.

—¡Felisa! Nunca te he oído hablar así de Pedro.

Felisa se encogió de hombros.

—Será porque me estoy haciendo mayor. Cuando te haces mayor dices cosas que antes no te atrevías a decir. No me interpretes mal. Quiero mucho a Pepe, pero con las mujeres no se porta bien. Nunca se te habrá insinuado, ¿verdad Paula?

—¿Qué? ¿A mí? ¡Qué va! ¡Nunca!

—Menos mal, porque con lo enamorada que estás de él. A lo mejor lo parece; pero si él intentara seducirte, seguramente suscitaría de nuevo tu interés.

Felisa jamás había dicho una verdad más grande.

—¿Por qué se iba a molestar cuando se lleva a la cama a mujeres como Ailén?

Felisa arrugó la naríz.

—Sospecho que los días de madame Ailén están tocando a su fin. Yo, en tu lugar, tendría cuidado cuando bajara las escaleras mañana con uno de esos vestidos nuevos tan sexys que te has comprado.

Paula se quedó boquiabierta.

—¿Cómo sabes nada de esos vestidos?

—No podía quedarme toda la tarde sin hacer nada, así que te deshice la maleta. ¿Cuál te vas a poner mañana? ¡Seguro que el rojo y blanco!

—¡Felisa, eres una vieja entrometida!

Felisa permaneció impasible ante aquella acusación.

—¿Cómo crees que me entero de todo lo que pasa? También te he colocado esas bonitas felicitaciones navideñas que te han regalado tus alumnos sobre la coqueta. Y como no quedaba sitio para nada más, he dejado todo el maquillaje, los perfumes y los cosméticos nuevos en el armario del cuarto de baño.

Paula no sabía si mostrarse agradecida o si sentirse molesta.

—¿Y te parece bien todo?

—Digamos que en materia de belleza harás sudar tinta a Ailén.

—Espero que sí.

—¿Y quién sabe? A lo mejor tu Damián te mira y decide llevar la amistad un paso más allá.

—No sé por qué, pero creo que eso no va a ocurrir.

—Nunca se sabe, cariño. Nunca se sabe.

—Ya se me ha pasado.

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