martes, 7 de junio de 2016

Extraños En La Noche: Capítulo 33

Paula se volvió a él y señaló con el dedo una línea del programa.

—No me has dicho que estabas nominado.

Él se encogió de hombros.

— Lo habré olvidado.

Ella enarcó las cejas.

— ¿Qué es exactamente el Premio a la Locura?

Woody se echó a reír al oír la pregunta.

— La revista Adventurer gana a menudo en esa categoría. Gracias a Pedro.

— ¿Y qué es? —preguntó ella de nuevo.

—Es un premio al fotógrafo o reportero que corre el mayor riesgo para conseguir una foto o un reportaje —-contestó Lorena.

—¿Qué clase de riesgos?

—Veamos —Woody se frotó la barbilla—. En una ocasión, Pedro buceó en un río infestado de caimanes para hacer una foto debajo del agua.

—Otra vez se lanzó en paracaídas en el desierto del Sahara cuando se ponía el sol—añadió Lorena—. Esa foto estaba muy bien.

—Mi favorita es la foto desde la cima del Everest —señaló Bruno—. ¿Sabíais que un veinte por cien de la gente que intenta subir a la cima del Everest no vuelve a bajar?

— Cualquier profesional haría lo mismo —declaró algo avergonzado.

Lorena puso los ojos en blanco.

—Sí, claro, y cualquier otro profesional posiblemente moriría en el proceso. Por eso tú eres el mejor.

— ¿Y por cuál de esas fotos te nominaron para el Premio a la Locura?

—Oh, todas ésas son ganadoras de otros años —explicó Woody, con una sonrisa—. Háblale de la foto de este año.

—Es sólo una foto desde un puente.

— ¿Y? —dijo Shondra.

Él frunció el ceño.

—Y necesitaba un ángulo decente, así que usé una soga de suspensión.

—Y se colgó todo el rato de la soga — explicó Bruno—. A treinta metros debajo de un puente que cruza una garganta de un kilómetro de profundidad.

Ella palideció.

—Eso es una locura.

—Y de ahí el nombre del premio —intervino Woody—. Y por qué Pedro gana tantas veces.

Ella lo miró.

— Ningún trabajo vale ese tipo de riesgos.

— ¡Eh! — gruñó Bruno—. No hablemos así.

—No lo hago por el trabajo —dijo él, que quería que ella lo entendiera—. Busco la foto perfecta, la foto que pueda captar la... magnificencia de la vida. Todavía no la he encontrado. Quizá nunca la encuentre.

— O mueras en el intento —repuso ella con suavidad.

Él se sintió conmovido por su preocupación.

—No tengo deseos de morir —le aseguró—. En todas esas fotos he tomado muchas precauciones.

Ella lo miró con curiosidad.

— ¿Y qué sentías cuando estabas colgado encima de la garganta?

— Algo indescriptible —contestó él—. Por eso no puedo imaginarme haciendo ninguna otra cosa. La fotografía es mi pasión. Buscar la foto perfecta es lo que me impulsa a levantarme por la mañana y es con lo que sueño por la noche. Cada día es una nueva aventura.

— ¿Y nunca has lamentado la vida que llevas?

— ¿Lamentar? — Preguntó él, confuso—-. No. Ni una sola vez. ¿Por qué iba a hacerlo?

Ella se encogió de hombros.

— Algunas personas no persiguen sus sueños, sino que siguen el camino más seguro y luego siempre se preguntan lo que podría haber sido.

— ¿Tú te arrepientes de algo? —preguntó él.

—A veces —repuso ella—. Me gusta mi trabajo en la biblioteca, aunque algún día me gustaría ver mundo. Pero ahora estaba pensando en otra persona.

Levantó la vista hacia un camarero que se acercaba.

Él lo miró también.

—¿Lautaro? ¿Lautaro Golka?

Su antiguo compañero de universidad sonrió.

—A tu servicio.

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