sábado, 4 de junio de 2016

Extraños En La Noche: Capítulo 29

El hotel The Pines se hallaba situado en las colinas de las Montañas Rocosas, al lado del parque Red Rocks, a veinte kilómetros de Denver. Los Red Rocks eran monolitos naturales de piedra caliza que se levantaban alrededor del hotel. En un anfiteatro al aire libre se programaban conciertos a menudo, por lo que The Pines contaba con frecuencia con músicos y artistas de todo el mundo entre sus huéspedes.

Cuando Paula entró en el gran salón del brazo de Pedro tuvo la sensación de entrar en otro mundo y se arrepintió en el acto de no haberse maquillado más a conciencia.

—Es aquí. El mayor acontecimiento del año para las revistas de temas de aire libre.

La joven detectó algunas caras famosas entre la multitud y más de una mirada de envidia lanzada en su dirección. Pero Pedro parecía ignorar a las mujeres elegantes que los rodeaban y estaba pendiente de ella.

— ¿Te he dicho que estás guapísima con ese vestido? —preguntó.

—Sólo dos o tres veces.

—Créeme, vale la pena repetirlo. ¿Voy a buscar algo de beber?

—Me parece bien —repuso ella—. Lo que sea menos té irlandés.

— ¿Un vaso de vino?

—De acuerdo.

— ¿Merlot? ¿Chardonnay?

— Sorpréndeme.

Él enarcó las cejas.

—Pensaba que no te gustaban las sorpresas.

Ella lo miró a los ojos.

—Empiezan a gustarme.

Él miró la mesa vacía.

—No quiero dejarte aquí sola. Woody tiene que estar por aquí.

—No te preocupes por mí, me gustará explorar un poco. Es la primera vez que vengo aquí.

—De acuerdo. ¿Nos vemos aquí dentro de unos minutos?

—Muy bien.

Paula lo miró alejarse hacia la barra, pero antes de llegar lo paró un grupo de jóvenes. Parecía ser muy conocido, por lo que sin duda tardaría tiempo en llegar hasta el bar. Eso le daría a ella el tiempo que necesitaba.

Salió del salón y buscó la boutique de regalos del hotel. Después de pagar un precio abusivo por un frasco minúsculo de gel para el pelo, buscó un cuarto de baño, donde se retocó el maquillaje y se pintó de nuevo los ojos y los labios. Se soltó el pelo, lo peinó, se echó el gel en la mano y lo distribuyó por el pelo con los dedos.

Se enderezó de nuevo y se miró al espejo, donde comprobó que sus rizos naturales parecían haber cobrado vida. El gel caro les daba un aire sexy y revuelto ideal para la ocasión.

Ahora ya podía unirse a la fiesta.

Salió del cuarto de baño y se dirigió de nuevo al salón de baile. En el último escalón de la entrada se detuvo a buscar a Pedro. Todavía no estaba en la mesa, aunque allí se encontraba ya Lorena con otra mujer.

Su mirada recorrió despacio la habitación y se posó en la espalda de un hombre vestido de esmoquin. No tenía los hombros tan anchos ni era tan alto como Pedro, pero algo en él le resultaba familiar. Él se volvió entonces y ella supo por qué. Había encontrado a su novio.

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