Pau lo vió inclinar a un lado la cabeza. No parecía herido por el comentario, pero ella se sintió culpable de todas formas.
—Estaba en el artículo que leí —admitió luego. Y, como todo el mundo, ni por un momento había pensado que la separación hubiera ocurrido antes del accidente que lo privó de la vista.
—Yo estaba en el pasillo cuando Candela… ¿han arreglado las cosas entre ustedes?
—¿Lo preguntas por interés profesional?
De nuevo, ese tono sarcástico tan irritante.
—Tu vida amorosa no me interesa ni profesionalmente ni de otra manera, pero lo lamento por tí.
¿Qué clase de mujer abandonaba a un hombre porque se hubiera quedado ciego?
Una mujer muy guapa, pensó, recordando a la rubia del vestido rojo. Sam había creído que la antipatía que sintió al ver la fotografía de la joven en el periódico era debida a su parecido con la chica con la que encontró a su novio en la cama. Pero ahora que había visto a Candela en persona debía reconocer que no le hacía justicia; en realidad era mucho más guapa y, curiosamente, más real era su antipatía.
La sinceridad que había en la disculpa hizo que Pedro arrugase el ceño.
—¿Qué es lo que lamentas?
—Que te dejase después del accidente —contestó ella—. Aunque lo entiendo, la verdad, porque eres insoportable. ¿Sabes una cosa? Ojalá me hubiera acostado contigo para conseguir un artículo. De ser así me sentiría menos tonta.
—Y si no era por el artículo, ¿por qué te acostaste conmigo?
Paula decidió ignorar la pregunta. Tenía práctica, llevaba ignorando sus propias preguntas durante las últimas doce semanas.
—¿Crees que yo haría público lo que pasó entre nosotros? ¿Crees que querría anunciarle al mundo entero que me acosté contigo? ¿Crees que quiero que mi familia y mis amigos lo sepan? Pues nada podría estar más lejos de la verdad. Me avergüenzo de lo que pasó.
Pedro, que había estado escuchando su diatriba con una expresión cercana al aburrimiento, levantó la cabeza, sorprendido, ante la última frase.
—¿Crees que el sexo es algo de lo que avergonzarse?
—¡El sexo contigo sí! He tenido otras relaciones… estuve prometida.
«No tendría por qué habérselo contado», pensó luego.
—¿Prometida? —repitió Pedro.
—¡Sí, prometida! Y, para tu información, tengo una actitud perfectamente sana con respecto al sexo aunque el día que nos conocimos todavía fuera… —Pau no terminó la frase al darse cuenta de que estaba hablando de más.
Pero no debería haberse molestado.
—¿Virgen? —terminó Pedro la frase por ella. Sam dejó escapar un estrangulado suspiro—. ¿Pensabas que no me habría dado cuenta?
—Lo esperaba, sí —Pau se mordió los labios.
—¿Para creer que no había ocurrido nada? ¿Quieres ser una virgen profesional? —se burló Pedro—. La próxima vez que decidas criticarme, cara, recuerda que tú eres la mujer equilibrada que prefiere el sexo anónimo con un extraño que acostarse con su prometido.
—¡Yo no prefiero el sexo anónimo!
—Entonces sabías quién era yo.
—No tenía ni idea. Y tú tampoco sabías quién era.
—No, desde luego. Y la definición del diccionario de sexo anónimo es: mantener relaciones carnales con alguien a quien no se conoce.
—Mira, no sé por qué le estás dando tanta importancia al asunto. Cualquiera que te oiga pensaría que te drogué o algo parecido —protestó Pau—. Ocurrió y no pienso enfadarme conmigo misma por ello. Y, para tu información, a mí me hubiera gustado mantener relaciones sexuales. Era Facundo quien no… —de nuevo, no terminó la frase, mortificada por haber hablado demasiado.
—¿Tu prometido no quería acostarse contigo? —preguntó Pedro.
Cualquier hombre que no hubiera querido acostarse con ella tenía que ser un imbécil.
—Se enamoró de otra persona y… mi vida personal no es asunto tuyo —replicó Pau.
—Ya, claro, dime qué más debo pensar. Apareciste de repente fingiéndote una chica de la limpieza… dices que no querías acostarte conmigo, pero al final lo hiciste.
—Yo no lo planeé. Fue un accidente… no sé, sexo por compasión.
Se arrepintió inmediatamente de haber dicho eso porque era mezquino, además de una mentira. Pero había veces en las que sólo funcionaba una mentira y ella estaba desesperada.
—Sí, por supuesto, cara —dijo él, irónico.
—Ah, ya. Hace un minuto era capaz de acostarme contigo para conseguir un artículo y ahora, de repente, me acosté contigo porque eres totalmente irresistible, ¿es eso? A lo mejor sólo sentía curiosidad. Nunca me había acostado con un ciego.
—Nunca te habías acostado con un hombre.
—Pues espero que eso te haga sentir especial —dijo ella, enfadada—. Y no entiendo por qué estás tan enfadado conmigo. A menos que sea porque te molesta que viera más allá de tu fachada de machito. No te preocupes, sé que lo que pasó no era nada personal.
—¿No era personal?
—Tú necesitabas a alguien y yo estaba allí.
Pedro arrugó el ceño, apartando de sí el recuerdo de lo que había sentido cuando la tuvo entre sus brazos. Saber que era su primer amante lo había sorprendido, pero también lo había excitado, más de lo que hubiera podido imaginar.
No quiero ni pensar en el momento que le diga que está embarazada, la que se va a armar jajajajaja. Excelentes los 4 caps.
ResponderEliminarMuy buenos capítulos!!! Cuando le cuente que está embrazada! qué pensará Pedro?
ResponderEliminar