sábado, 30 de abril de 2016

Las Tinieblas De Mi Vida: Capítulo 11

Como si las cosas no fueran ya bastante complicadas, tenía que añadir una idea absurda como ésa a la mezcla… y hacerla pensar en lo diferente que sería todo si lo que habían compartido no fuera sólo sexo.

—¿Ante una situación tan trivial como que vayas a tener un hijo mío? —le espetó él.

—Un hijo nuestro —le recordó Pau. Su repentina actitud posesiva era algo que la hacía sentir incómoda.

—Yo tengo una idea un poco anticuada sobre la familia.

—E imagino que tu novia también la tendrá —dijo ella—. Mira, yo no estoy tratando el asunto como algo trivial, sólo estoy intentando ponértelo fácil. No pienso hacer ninguna demanda, no voy a exigirte nada.

—Deberías hacerlo —murmuró Pedro—. ¿Y a qué novia te refieres?

—A Candela.

—Candela no tiene por qué preocuparte.

—Pero supongo que ella tendrá algo que decir sobre este supuesto matrimonio, ¿no?

Y probablemente en voz alta, además. Para esa gente, la publicidad era una forma de vida. Para Pau, la idea de que su vida personal se convirtiera en moneda de cambio en las columnas de cotilleos era algo impensable.

—¿Qué tiene esto que ver con Candela?

—Más que conmigo, supongo —dijo Pau, sorprendida por el desinterés que mostraba por su ex amante. Aquel hombre era tan despiadado en su vida personal como en los negocios.

—No digas tonterías.

—¿Yo digo tonterías? —rió ella, llevándose una mano al pecho—. No he sido yo quien ha dicho que deberíamos casarnos. ¡Pero si no sabías mi nombre hasta hace diez minutos!

Aquella situación era absolutamente irreal. Pero lo más horrible era que, durante un segundo, casi había empezado a considerar la idea.

—Pero yo sabía otras cosas sobre tí,  Paula.

La inferencia sexual hizo que se ruborizase.

—No me conoces en absoluto.

—¿Tienes miedo de que un hombre ciego no pueda ser un buen padre?

Pensar en las muchas cosas que nunca podría hacer lo atormentaba. Y saber que nunca vería la cara de su hijo era como un cuchillo en su corazón.

—Que seas ciego no tiene nada que ver —dijo Pau—. Dicen que las mujeres se sienten instintivamente atraídas por los machos alfa para tener hijos y como tú eres el macho más alfa del planeta…

—Un hombre que necesita ayuda para cruzar la calle no puede proteger a su hijo del peligro.

El corazón de Pau se encogió al reconocer el miedo y la duda que había bajo esa fachada de seguridad.

—Ser ciego no te convierte en un mal padre o en un mal ejemplo —le dijo. Al contrario que acostarse con actrices rubias de largas piernas, en su opinión—. No tiene nada que ver con la situación… aunque si tú hubieras sido capaz de ver, nada de esto habría pasado.

—Quieres decir que yo no hubiera estado en Escocia esa noche.

—Quiero decir que habrías podido verme y no soy tu tipo.

Por un segundo deseó no haber dicho nada y dejar que Cesare siguiera teniendo una imagen irreal de ella pero, por tentador que fuera, no podía hacerlo.

—Creo que deberías dejar que yo juzgara eso. Además, he visto tu cara con mis dedos.

—Pues entonces podrías hacer lo mismo con tu hijo.

—Sí, es cierto.

—Tengo pecas.

—Ah, muy bien.

—Muchas pecas —insistió Pau.

—Eso, por supuesto, lo cambia todo —sonrió Pedro. Pero luego su expresión se volvió solemne—. ¿Ese prometido tuyo, el que te engañó, te ha dejado tan mala opinión de tí misma?

—¡No! Yo nunca estuve enamorada de Facundo.

¿Y por qué estaba compartiendo con él algo que ella misma había tardado meses en descubrir?

—Es posible que no seas mi tipo, pero no por el aspecto físico. No eres mi tipo porque eres muy complicada.

Esa acusación la dejó sin habla.

—¿Yo, complicada?

—Sí, tú. Y tampoco suelo tener relaciones con mujeres que necesitan que se les diga lo guapas que son.

—¡Yo no…!

—Y no suelo tener relaciones con mujeres que no pierden una oportunidad de señalar mis defectos.

—Y, sin embargo, aún sigues dispuesto a casarte conmigo —replicó Pau, irónica—. Mira, estoy segura de que tú podrías ser un buen padre, ciego o no, pero serías un marido espantoso y yo no quiero estar casada con un hombre que no me quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario