David la llevó a comer para alegrarla. Eligió un lugar de moda, el tipo de restaurante que le daba prestigio a un actor y donde él parecía conocer a todo el mundo y ser conocido por todos. Su llegada causó revuelo. Los rostros se volvieron, el tono general descendió hasta el susurro y Paula supo por las miradas que le dirigían que se preguntaban: «¿Quién será ésa que van con David Redway? ¿Qué pasa aquí?»
David no se sintió perturbado. Eso es lo que esperaba y le gustaba. Cuando se sentaron le sonrió con picardía.
—Estás muy atractiva -se había cambiado de traje a petición suya. Se puso uno de los vestidos que había comprado el día anterior en Londres, uno de seda blanca con escote alto y mangas largas. Era sencillo, de los que no pasan de moda y le encajaba muy bien. Las mangas eran casi transparentes, pero creyó que no dejaban ver las magulladuras. Del cuello alto salía una abertura que llegaba hasta el pecho, resultaba muy sugestivo.
Pidieron con calma. David parecía no tener prisa: Alargó una mano sobre la mesa y agarró una de las de ella y la sostuvo. Recordaron los días que pasaron en la escuela de arte dramático. —Pareces nostálgico.
— Disfruté mucho entonces, ¿tú no?
— ¡Sí, por supuesto! —fue un tiempo memorable de su vida, pero no grabó intactos todos los momentos como era evidente que hizo David.
—Ya sabes lo que dicen —murmuró él—, que es mejor planear el viaje que llevarlo a cabo. Yo quería tener éxito, pero el pensar en eso me hacía más feliz que ahora que lo logré.
— Eso es triste —lo miró preocupada—. David, creí que te gustaba actuar.
—Así es. Amo el trabajo. Lo que me molesta es todo lo que trae consigo, la fama. Llegué a la cima demasiado deprisa. Muchas otras actividades continúan entrometiéndose entre mi trabajo y yo... oh, es difícil de explicar... tendrías que estar en esa posición para entenderlo: fiestas, publicidad, gente importante con quien charlar y a uno lo que le importa es su carrera, pero estos días, tengo que luchar para trabajar. La gente trata de desviarme de mis aficiones e Intereses.
Ella lo escuchaba muy seria.
-Tienes que ser firme. No dejes que te aparten.
—Lo intento, pero la verdad es que la gente de dinero tiene mucha importancia.
Debe uno ser dulce con ella, esperar que esté a sus órdenes si quiero su dinero para películas u obras teatrales. Nuestra verdadera vida está en el teatro, pero se extiende en todas direcciones. Yo tengo que estar en exhibición veinticuatro horas al día y eso es muy cansado, te lo aseguro.
— Pobre David —dijo tendiéndole una mano que él tomó y rozó ligeramente con los labios.
—Es maravilloso tenerte cerca otra vez. Te extrañé mucho.
En ese momento, alguien pasó al lado de la mesa y un estremecimiento recorrió a Paula, como si un dedo frío la hubiera tocado. Levantó los ojos por encima del hombro de David y vió una espalda familiar. Su corazón dejó de latir y luego lo hizo con más rapidez. Volvió a mirar a David y le sonrió indiferente.
— Yo te extrañé a tí —dijo terminando las palabras con un suspiro. -¿Entonces por qué lo tomas a la ligera? Tú y Flor son las mejores amigas que he tenido.
Amigas verdaderas en quienes puedo confiar. Las únicas que he conocido que no pedían algo.
-Eres muy escéptico, David.
—He aprendido a serlo. Siempre hay alguna doble intención. Paula, siempre se espera algo tarde o temprano.
Abrió los ojos de par en par y después de una pausa, preguntó:
-¿También de mí, David?-y lo miró a la cara.
Él enrojeció.
- ¡No! - dijo con rapidez y ella se lo quedó mirando precavida-. No —volvió a decir de nuevo un poco molesto—. Te conseguí la prueba por razones personales.
Quiero que regreses al teatro, donde perteneces. Tanto Flor como yo queremos que regreses... Paula, ahora sólo estás medio viva. Ambos te recordamos como la más brillante del trío, eras alegre, dulce y muy vivaz. El matrimonio te apagó. Tienes que regresar a donde perteneces -le apretó con fuerza una mano—. Así es que no espero nada a cambio, querida. Yo no te haría eso, puedes creerme. Significas demasiado para mí.
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