jueves, 14 de abril de 2016

Amores Que Matan: Capítulo 26

—No quería hacerlo -dijo sombrío-. Por eso me mantenía fuera de tu vista.

—¿Qué haces aquí?

—Te observaba.

Los ojos se encontraron a través de las sombras.

—¿Porqué saliste? —le preguntó él, acercándose.

—Quería tomar un poco de aire y pensar,

- ¿Acerca de qué? - lo tuvo a su lado y se sintió pequeña junto a esa figura delgada. Contuvo la respiración-. No te preocupes -dijo con amargura-, no pienso violarte.

-Eso es un alivio —dijo ella en tono agresivo.

Luego, él metió las manos a los bolsillos y enderezó los hombros.

—Paula, lo siento. Hubiera deseado no haber hecho eso.

- Yo también, lo hubiera deseado.

-Sí... pero tú me provocaste a hacerlo, ¿te das cuenta? No soy de piedra.

-¿No lo eres? Creí que sí.

Levantó la cabeza y los ojos grises la miraban con emoción.

-¿Tenías que decirme lo de Redway? ¿Crees que el temor de que regresara no estuvo en mi mente durante años? Era como estar sobre la vía del tren viendo cómo se acercaba el ferrocarril e incapaz de detener lo que sabías que sucedería.

Antes, lo hubiera desmentido, alegando que jamás había considerado a David como otra cosa que un amigo, pero ahora no, no después de esa noche. David le demostró que también había estado equivocada acerca de él. Estaba desorientada sobre todo y todos. Jamás supo lo que realmente sentía y aun ahora estaba confundida por el enredo de sus emociones.

Su silencio puso tenso a Pedro y se la quedó mirando. Ella levantó la vista y dijo en voz baja:

-¿Tendrías problemas si ahora me divorciara de tí, verdad? Un divorcio pondría un punto negro en el futuro de tu brillante carrera.

-Es posible, pero imagino que lo solucionaría.

-Sin embargo, sería mejor esperar - dijo tratando de leer su mente pero ¿lo había logrado alguna vez? Jamás adivinó que estaba celoso de David y sin embargo, ahora estaba segura de que lo estuvo durante todo el tiempo de su matrimonio y que se lo ocultó.

Él la observaba inquisitivamente.

-Laura te dijo algo —siempre había sido demasiado rápido para ella; le leía los pensamientos antes de que ella misma los supiera.

- Debió ocurrírseme a mí.

- ¡Laura no tenía derecho!

-Tenía todo el derecho. Trabaja contigo sabe el efecto que puede causar un divorcio.

—Hoy en día no es un crimen.

—Sin embargo, no se aplaude -ella le miró y sonrió-. No cuando se trata de jueces.

Sorprendentemente, Pedro también sonrió. —No cuando se trata de jueces — aceptó.

— Y tú quieres ser juez. —Me lo propongo al menos.

Paula se estremeció al sentir una ráfaga de viento helado y él le puso una mano sobre su hombro.

—Aquí hace frío. Debías volver a entrar.

—No, no podría.

—¿Pasa algo? ¿Te peleaste con Redway?

—No. Sólo... sólo que no estoy de humor para estar con una multitud.

Él hizo una pausa y luego preguntó:

—¿Te gustaría dar un paseo? Allí tengo el coche.

Desvió la mirada pero de pronto le miró.

—Llévame a casa, Pedro— dijo con voz profunda. Lo vóo entrecerrar los ojos y sintió que se ponía tenso.

-¿Porqué? -preguntó cortante.

—Tenemos que hablar... y no podemos hacerlo aquí.

-¿Y Redway?

— ¡Por favor! —le suplicó y él se encogió de hombros. —Muy bien.

En el coche, se reclinó hacia atrás estremecida de frío y él encendió la calefacción. —¿Está mejor así?

—Mucho mejor —se acurrucó para estar cómoda. —Ese vestido es muy bonito pero no es práctico.

— No tenía intención de andar vestida así por la calle - le confesó y é! se rió.

— Podrías causar un alboroto.

Después de eso, volvieron a quedarse en silencio y ella se quedo mirando el camino recto, preguntándose cómo encontraría palabras para hablarle.

—¿Estás enamorada de Redway? —le preguntó James de pronto sin mirarla.

Eso era lo que ella esperaba.

-No lo sé.

-¿Todavía no? Por Dios, Paula  ¿qué se necesita para que estés segura de algo?

-Nunca he podido conocer con exactitud mi carácter.

—¿Sabes cuan a menudo lo mencionabas antes de casarnos? Me enfermaba oír su nombre.

-Nunca dijiste nada.

—No iba a actuar como un idiota. Las escenas de celos son desagradables.

—No tenía ni idea de que estuvieras celoso.

-Gracias a Dios. Ya bastante me desprecio así como está la situación.

-¿Por lo que sucedió la otra noche?

- Por eso y por otras cosas.

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