Lo recordaba todo con gran detalle: el calor de su aliento, el sensual roce de su barba sobre la sensible piel.
Pero incluso llena de horror y vergüenza por lo que había hecho, no había podido resistir la tentación de pasar una mano por su pelo antes de apartarse.
—¿Entonces estás emparentada con la gente que lleva el castillo Armuirn? — preguntó Pedro.
Pau asintió con la cabeza, pero recordó después que él no podía verla.
—La familia de Andrea, mi cuñada, es la propietaria del castillo. Había una epidemia de gripe en la zona y mi hermano estaba en cama, así que Andrea no te mintió: yo les estaba echando una mano.
—El hombre del que me hablaste esa noche… Gonzalo, ¿es tu hermano?
Pau no recordaba haber mencionado a Gonzalo en absoluto.
—Sí, lo es. Andrea y él tienen dos gemelos… pero bueno, supongo que eso a tí no te interesa.
Si aquel hombre no quería saber nada sobre su propio hijo, no iba a estar interesado en los hijos de un extraño.
—Tal vez deberías sentarte —dijo Pedro.
—No, estoy bien así.
—Entonces me sentaré yo.
Pau lo vió doblar su altísima figura para dejarse caer sobre una silla, como si de repente se hubiera quedado sin fuerzas.
El silencio se alargó durante unos segundos…
—Esto no puede ser una broma… ¿estás embarazada de verdad?
—Sí.
Pedro estaba un poco pálido pero, considerando la bomba que acababa de soltar, parecía tomárselo bastante bien… aparte de la vena que latía en su frente.
—¿Lo habías planeado?
—¿Perdona? —Pau se puso tensa.
La frialdad en su normalmente expresiva voz lo hizo entender que esa pregunta le había parecido un insulto y la frustración de no ver su cara era como un puñal en el pecho. Había habido muchos momentos amargos desde que perdió la vista; momentos en los que incluso tuvo que llorar de impotencia. Pero nunca lo había lamentado tanto como en aquel momento.
—¿Crees que lo tenía planeado?
—Es una posibilidad —dijo él, aunque sin mucha convicción.
—Sólo si tienes una mente retorcida. Pero no te preocupes, no quiero nada de tí.
He venido a decírtelo porque me parecía que era lo que debía hacer.
—¿Lo que debías hacer?
—Si hubiera sabido que ibas a crear una teoría de la conspiración, no me habría molestado. Evidentemente, crees que todas las mujeres quieren quedar embarazadas de un hombre tan importante como tú… bueno, pues deja que te diga una cosa: a mí no me pareces una joya precisamente. A menos que te gusten los hombres cínicos y malvados…
—Ah, ahora soy cínico y malvado.
—Para tu información, si hubiera podido elegir al padre de mi hijo, no serías tú. Pero piensa lo que te dé la gana, me da igual.
Pedro oyó el ruido del picaporte y se dió cuenta de que Pau iba a marcharse. Otra vez. Y la rabia que sintió fue seguida por algo que se negaba a reconocer como pánico.
—Cásate conmigo.
Esa orden, porque no era un ruego, hecha con tono seco, arruinó su perentoria salida.
—Quieres reírte de mí, pero…
Cuando lo miró se dió cuenta de que no estaba riéndose. Ni siquiera estaba sonriendo. Ni un solo músculo de su cara se movía y los preciosos ojos castaños estaban concentrados en su cara.
Pau se dijo a sí misma que el peso que sentía en el pecho era compasión. La clase de compasión que sentiría por alguien que hubiera sufrido una tragedia. —Pensé que habías dicho…
—Me has oído, Paula.
La directora de su instituto era la única que la llamaba Paula, pero ella no hacía que su corazón se acelerase.
—¿Estás proponiéndome que me case contigo?
—¿No era eso lo que tú querías? —Pedro, que se había quedado casi tan sorprendido como ella por la proposición, ahora veía que era la única salida—. ¿No es eso para lo que has venido aquí?
Pau abrió los ojos como platos.
—Nunca en un millón de años hubiera esperado eso… ni lo habría deseado. Mira, no sé si hablas en serio o…
—No es un tema sobre el que esté dispuesto a bromear, te lo aseguro.
A pesar de que se mostraba ofendido, Pau no estaba segura. La personalidad de aquel hombre, y los motivos que lo movían, eran un enigma para ella; algo irónico considerando que la conocía más íntimamente que cualquier otro hombre.
—¿Y no te parece que estás exagerando?
No hay comentarios:
Publicar un comentario