sábado, 28 de mayo de 2016

Extraños En La Noche: Capítulo 17

Aunque, por otra parte, ¿por qué iba a hacer eso si tenía a Lorena esperándolo en la fiesta? Seguramente estaría deseando dejarla en casa para volver.

— Tomaré un taxi —dijo—. Tú querrás volver a la fiesta.

— Tú no tienes ni idea de lo que quiero —repuso él.

Paula lo miró a los ojos y volvió a sentirse mareada, pero esa vez no podía culpar al alcohol. En su estado actual, fue incapaz de reprimir el impulso de tocarle la cara áspera por el principio de barba. Pedro no se movió mientras los dedos de ella recorrían su rostro.

Al fin la joven miró las puertas y vió que estaban abiertas.

— ¿Cuándo hemos parado? —preguntó.

— Hace unos minutos —le tomó la mano y la guió hasta la calle—. ¿Puedes andar?

— Claro que sí —repuso ella, aunque un momento después tropezó con una grieta en la acera y estuvo a punto de caer.

Pedro lanzó un suspiro de exasperación y la tomó en brazos.

— Eres increíble, Pau.

—Me llamo Paula—le recordó ella—. E insisto en que me bajes enseguida.

— A mí me parece que no estás en condiciones de insistir en nada.

Cuando llegaron al coche, él la instaló en el asiento del acompañante y se inclinó para abrocharle el cinturón.Ella inhaló el aroma especiado de su loción de afeitar y sintió el roce de sus brazos en los pechos. Apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y lanzó un gemido.

— ¿Estás bien? —preguntó él, con ceño preocupado.

— No —repuso ella, más para sí misma que para él—. Creo que nunca volveré a estar bien.

Él sonrió.

—El té frío de Lorena puede tener ese efecto. Por suerte para tí, yo conozco la cura secreta.

— ¿Qué cura es ésa? —preguntó ella, cuando él se sentó al volante.

— Tendrás que confiar en mí.

Pedro puso el motor en marcha y salió al tráfico.

¿Cómo iba a poder confiar en él cuando no podía confiar en sí misma? Era peor que el té de menta, ya que podía embriagarla de deseo. Anhelaba sus caricias a pesar de saber que la adicción sólo se haría más fuerte si cedía al deseo.

Lo que implicaba que tenía que encontrar una cura para otro mal peor que la borrachera: el deseo que sentía por Pedro.

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