Luego volvió con su mujer.
Paula yacía en la misma posición que tenía cuando la abandonó. Se acostó a su lado, acurrucándose contra ella. Pedro miró el reloj de la mesilla. -Sería una estupidez que me marchara ahora. Dejaré a Valen que duerma tranquilamente y por la mañana iré a buscar una muda de ropa.
La abrazó por detrás, y entonces le sorprendió el rítmico movimiento de sus caderas.
-¿Pedro?-susurró ella-. ¿Quieres...?
-Mañana estarás demasiado dolorida -rió él-. Nos lo tomaremos con tranquilidad hasta que te vayas acostumbrando.
De pronto escuchó lo que parecía un resoplido de indignación, y luego un gemido de placer mientras deliberadamente acercaba el trasero hacia sus caderas. Se excitó de inmediato.
-¿Y si no quiero tomármelo con tranquilidad? -inquirió ella con humor.
Pedro apretó lo dientes. Que Dios lo salvara de aquella mujer... que lo estaba usando para experimentar sus recién descubiertas habilidades sexuales.
Una de las gemelas estaba alborotando. Paula se esforzó por salir a la superficie de aquel sueño inquieto. Se sentía bien: cálida, protegida. Intentó sentarse, pero algo se lo impedía. De pronto gimió al recordarlo.
Pedro estaba allí, con ella. Y la noche anterior habían hecho el amor de manera apasionada, una experiencia que recordaría durante el resto de su vida. Nunca había imaginado que el acto de aceptar a un hombre dentro de su cuerpo podría llegar a ser mucho más que... simplemente un acto físico. Y en su corazón reconocía que el sexo siempre sería simple sexo... a no ser que hiciera el amor con Pedro.
Su brazo era el peso que le había impedido levantarse, y lo apartó para sentarse en la cama. El llanto de la criatura empezaba a incrementar su volumen cuando se dio cuenta de que era Valentina quien lloraba.
-Ya voy, ya voy -musitó Pedro mientras hacía a un lado la sábanas y se levantaba, desnudo y aparentemente inconsciente de la presencia de Paula a su lado. Ya se dirigía hacia la puerta cuando se detuvo de pronto, giró en redondo y volvió con Paula. Con un rápido movimiento la levantó en brazos y la besó en los labios-. Buenos días.
Luego volvió a tumbarla en la cama, para salir apresurado del dormitorio.
-¡Bonito despertar! -Paula se quedó inmóvil durante unos segundos. Que Pedro la levantara en brazos como si no pesara más que Valentina era algo a lo que tendría que acostumbrarse. Proyectó en la pande su mente su pecho musculoso, sus abulta-bíceps, su vientre plano, su gran... Los únicos hombres desnudos que había visto en su vida habían sido sus hermanos cuando eran pequeños, y sobrinos, así que no tenía referente alguno con el cual compararlo. Pedro era un hombre grande.
Bajó los pies al suelo y se sentó. No sentía distinto su cuerpo, salvo quizá una mayor sensibilidad entre sus piernas... Increíble. Tenía la sensación de que la noche anterior había alterado por completo su vida; su cuerpo habría debido mostrar algún indicio de tal efecto.
Valentina había dejado de llorar. Miró el reloj, dándose cuenta que era miércoles y de que Sofía llegaría a las ocho. Sería mejor que advirtiera a Pedro, o los dos se llevarían una buena sorpresa....Se puso una bata y bajó a la cocina para preparar el café. De camino, vió que el contestador automático estaba parpadeando; la noche anterior no había revisado los mensajes, y pulsó el botón de lectura. La voz de su amiga Florencia resonó en la sala:
-Hola, Paula, soy Florencia. Tengo algo en lo que quiero que pienses mientras coses. Zaira necesita trasladarse, y quiere encontrar algún lugar donde también pueda instalar su tienda. Abre bien los oídos por si te enteras de algo. Mañana es miércoles, así que iré a verte a mediodía. Cuídate, cariño.
-¿Está hablando de Zaira Nara?
La profunda voz que oyó a su espalda la hizo dar un respingo, y se volvió hacia Pedro.
-Sí. Se divorció el año pasado, pero al parecer su ex sigue dándole problemas. Imagino que su casa no debe de evocarle buenos recuerdos...
-Su hermano me contó que su marido se enredaba con cada mujer con la que trabajaba.
-Sí, es cierto. ¿Te mencionó también que ese tipo no le ha dado un sólo céntimo para mantener a sus hijos desde que la dejó?
Pedro arqueó las cejas, y se frotó la barbilla con gesto pensativo.
-Creo que conozco un lugar que le convendrá. Se trata de una antigua granja situada cerca de la carretera principal... un lugar maravilloso, rústico, casi un patrimonio histórico. El dueño necesita venderlo desesperadamente y seguro que rebajará el precio -luego frunció el ceño-, Pero no creo que funcione. Necesitará un sitio donde la tienda resulte muy visible.
-No es necesario; Zaira hace ropa de diseño, y recibe por correo la mayor parte de sus encargos.
-Llamaré hoy mismo a ese tipo e intentaré que rebaje todo lo posible el precio.
-Gracias -se le acercó, echándole los brazos al cuello-. Aprecio este gesto... de verdad.
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