–¿La elección de la pareja ideal fue hecha a propósito, Ali?
–Desde luego que no. Hubo una elección mutua entre ustedes. ¿Cómo podría haber alterado sus cuestionarios? A mí me parece que fue obra del destino.
Paula arrugó la nariz.
–Para mí el destino es sólo una palabra más. La odio. Ha trastocado mi vida.
Alicia se levantó de la mesa y la abrazó.
–Has estado sola demasiado tiempo. Una joven atractiva como tú necesita a un joven agradable en su vida y creo que Pedro Alfonso es perfecto para tí. ¿Qué tiene de malo salir con él?
«Si supieras», pensó Paula.
–No albergues esperanzas. Vamos a salir por un tiempo, pero sólo como amigos, nada más. Tendrás que guardar tu sombrero de las bodas durante largo tiempo, ¿De acuerdo?
Alicia le pellizcó la mejilla.
–Demasiado tarde, cariño. Ya lo he sacado de la caja con bolas de naftalina. No tardes mucho en fijar la fecha de la boda, ¿Quieres?
Paula le golpeó el trasero con el periódico.
–¡Vete y déjame en paz, vieja incorregible!
–Yo también te quiero, encanto. Nos veremos pronto –dijo Alicia mientras se dirigía a la puerta con el croissant en la mano.
Paula desenrolló el periódico y lo extendió sobre la mesa. Maldición, Pedro era muy fotogénico. Su aspecto era maravilloso tanto en una fotografía impresa como en carne y hueso. ¿Cómo podía expulsarlo de sus pensamientos cuando aparecía dondequiera que mirase? Gracias a Dios que ella tampoco estaba mal. Si toda la ciudad de Sidney tenía que verla, al menos su aspecto era presentable. Ambos parecían felices. Él la miraba sonriente, con el brazo alrededor de su cintura y ella le devolvía la mirada con adoración. Si una imagen valía más que mil palabras, aquélla era un clásico. ¿Podría resurgir la amistad entre ellos? Posiblemente, pero, ¿Estaría satisfecha sólo con su amistad? ¿No había sido ésa la razón por la que se había alejado de él deliberadamente, aparte de sentirse mortificada por su rechazo? Había deseado mucho más por parte del hombre del que se había enamorado. ¿De qué servía sacar a la luz viejos sentimientos que era mejor mantener en el olvido? Mientras contemplaba la fotografía, supo que se engañaba. Sus sentimientos hacia Pedro no estaban olvidados, sólo enterrados. Desgraciadamente, temía que resurgieran al menor estímulo y pasar por su novia podría desencadenar una reacción desastrosa.
–No estoy enamorada de él. Nunca más –dijo entre dientes al tiempo que doblaba el periódico para ocultar la imagen sonriente de Pedro.
Sin embargo, la sonrisa quedó impresa en su mente. De pronto deseó que sus sentimientos quedaran ocultos con la misma facilidad.
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