jueves, 3 de agosto de 2023

Un Trato Arriesgado: Capítulo 14

Pedro sacó una pluma del bolsillo superior de la chaqueta y se inclinó para indicarle dónde debía hacerlo.


–En la línea de puntos.


Paula miró el documento sumida en la confusión. Su cerebro no funcionaba ante la proximidad de Pedro y el aroma de la loción para después del afeitado la envolvía como una nube sensual. Su cuerpo irradiaba calor, ¿O era la lánguida calidez que se había apoderado del suyo lo que le hacía desear arrancarse la ropa porque la temperatura entre ellos había llegado al punto de ebullición? 


–¿Paula?


Incluso el modo de pronunciar su nombre sonaba como una sedosa caricia. El deseo fluyó por su cuerpo gritando por liberarse. Nunca se había sentido así con otro hombre. ¿Qué diablos le sucedía? No le gustaba perder el control. Firmó el contrato con mano temblorosa.


–Aquí lo tienes. Ya está hecho –dijo al tiempo que se ponía de pie rápidamente, ansiosa por escapar de esa oficina. 


Desgraciadamente, las piernas le temblaban tanto como el resto del cuerpo. Paula se tambaleó e intentó apoyarse en el escritorio.


–Ya te tengo –murmuró Pedro mientras la sujetaba por los brazos–. ¿Te encuentras bien? –preguntó. Ella hubiera preferido el frío desdén de la noche anterior. El interés que irradiaban sus ojos en ese momento lograría anularla en un segundo. Incapaz de hablar ni de apartar la mirada, Paula asintió con la cabeza–. ¿No crees que podemos encontrar una forma mejor de sellar nuestro pacto? Después de todo, eres mi nueva novia –sugirió con una sonrisa lenta, cálida y seductora.


A Paula le dió un vuelco el corazón. No podía soportar su proximidad un segundo más y, sin embargo, era incapaz de moverse. «Atención. Peligro», fueron las palabras que relampaguearon en su mente. Si no ponía límites a la relación en ese mismo lugar y momento, se crearía un problema con «P» mayúscula.


–Sólo soy tu novia de cara al público. Y ahora estamos solos.


¿De dónde le había surgido ese tono de voz tan suave y entrecortado? La respuesta brilló como una llama en los ojos de Pedro.


–Lo sé, cariño, pero no hay nada malo en practicar. Después de todo, a través de la práctica se logra la perfección.


Sin dejar de mirar los labios de la joven con fijeza, Pedro se inclinó lentamente. Paula cerró los ojos y ladeó la cabeza, incapaz de frenar sus emociones desbocadas. La lógica la abandonó totalmente cuando sintió que los labios de él rozaban los suyos.


–Creo que el dicho era que a través de una práctica prolongada se logra la perfección –murmuró junto a la comisura de la boca masculina.


Y en ese instante se perdió. Los labios de Pedro atraparon los suyos en un demoledor asalto a sus sentidos, mordiendo y sorbiendo el labio inferior. Ella abrió la boca permitiendo que ambas lenguas se entregaran a las delicias de una danza erótica. Las manos de Paula rodearon el cuello de Pedro mientras él la ceñía contra la dureza de su cuerpo. Había soñado con un beso como ése. El beso por el que había clamado desde su decimoctavo cumpleaños hasta ese instante. Su cuerpo cobró vida propia mientras se amoldaba al de él, saboreando cada centímetro de su contacto. 

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