martes, 8 de agosto de 2023

Un Trato Arriesgado: Capítulo 19

 –Sí, por eso estás aquí. Y ahora nos marcharemos –dijo al tiempo que movía el vehículo.


Se produjo un incómodo silencio. Mientras fingía prestar atención al paisaje, Paula le echó unas cuantas miradas de reojo. Oh, Dios, Pedro no sólo era apuesto. Era maravilloso. El tipo de hombre que hacía que las mujeres pensaran en harenes masculinos. Esa vez se había puesto un traje negro de diseño con camisa blanca. El tipo tenía estilo. No le era fácil respirar dentro del vehículo porque el aroma a madera de la loción del afeitado le impactaba los sentidos. Iba a ser muy duro separarse de él dentro de seis meses.


–¿Ves algo que te guste?


La pregunta sorprendió a Paula. A Pedro no se le habían escapado sus constantes miradas. Cualquier sutileza quedó descartada. Cansada de la tensión reinante, ella tomó una rápida decisión. Haría un esfuerzo por mantener una conversación agradable durante toda la velada. Sin dardos. Sin juicios.


–Puede ser, aunque una mirada más de cerca sería lo indicado.


La ronca risa masculina le llegó como un trueno. A ella le encantaban las tormentas. Eran intensas, impresionantes, espectaculares. Como Pedro.


–Eso tiene arreglo. ¿Cuánto más necesitas acercarte?


La voz de Pedro le hizo vibrar los nervios y le incendió la imaginación con pensamientos de una cercanía más íntima con el hombre de sus sueños.


–Mucho más –murmuró, con el pulso acelerado.


–¿Hablas en serio o estás interpretando a tu personaje?


–¿Qué dices?


–Mira a tu alrededor. Hemos llegado. Pensé que estabas practicando el papel de novia seductora.


Ella miró al exterior, sorprendida. Había estado tan a gusto en la intimidad del coche y flirteando con Pedro, que no se había dado cuenta de que el vehículo se había detenido.


–Sí, eso era –dijo con la esperanza de que el rubor no la traicionara. Dios, si él supiera dónde habían estado sus pensamientos minutos antes de estacionar… 


Él la contempló fija y prolongadamente antes de volver la cara.


–Eso fue lo que pensé. Has representado tan bien el papel de novia seductora, que tendrías que añadir a la lista de tus talentos el de actriz. Por un momento lograste convencerme.


«Dile que es cierto. Dile que de verdad deseas una cercanía más íntima. Ahora es la oportunidad». En vez de eso, Paula abrió la puerta y bajó del coche.


–Soy una mujer de muchos talentos. Cuanto antes te des cuenta, mejor será.


–Mujeres –murmuró Pedro al tiempo que cerraba el coche con el mando a distancia. Cuando alzó la vista, su fría mirada apagó la ardiente imaginación de Paula como un cubo de agua fría–. Esta noche es importante para mí. Gracias por estar aquí.


Ella notó la incertidumbre que cruzó por su rostro. Una expresión vulnerable que le llegó al corazón.


–No hay problema. Encantada –replicó en tono ligero.


Habría pocas posibilidades de volver a bajar las defensas si se mantenía imperturbable. Había que dejarlo flirtear todo lo que quisiera. Ella estaría preparada. Sin embargo, mientras intentaba ignorar que se le aceleraba el pulso al sentir la mano de Pedro en la espalda, de pronto se dió cuenta de que había un problema. Un gran problema. Y de que el problema se dirigía directamente hacia ellos. 

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