Su voz se quebró cuando él la penetró por fin, incapaz de aguantar más. Nada más sentirse dentro de su sexo húmedo, sintió una abrumadora ola de gozo que lon envolvía y se endurecía a su alrededor. Ella lo absorbía por completo, lo llevaba hasta lo más profundo de su ser. Pedro se retiró un momento, deleitándose en el firme agarre del sexo femenino, y entonces volvió a entrar en ella, una y otra vez hasta que por fin la sintió estremecerse y gritar de placer, atrapándole con fuerza y arrancándole un orgasmo como nunca antes había conocido.
Las velas ya se habían apagado. Paula yacía en la oscuridad, y Pedro dormía profundamente. Aquel encuentro había sido mucho más de lo que jamás había soñado. Él era un amante generoso y, después de aquel apoteósico clímax, habían vuelto a hacer el amor. La segunda vez había sido lenta y sutil. Se habían tomado su tiempo para explorar y conocerse mejor, pero el final había sido tan extraordinario como la primera vez. Su corazón se expandía con el amor que sentía por él, y era maravilloso estar en sus brazos. Sin embargo, había cometido un error imperdonable esa noche. Había sido una decisión propia. Él no la había obligado ni tampoco la había seducido con malas artes. Pero, al tomar esa decisión, había traicionado a la persona que más quería en el mundo.
¿Cómo iba a volver a mirar a Pedro a la cara sin revelarle su verdadera identidad? No bastaba con decirse a sí misma que Valeria no estaba realmente enamorada de Pedro. Él le había pedido que se casara con él y ella había aceptado. Había sido elección suya aceptar a un hombre que no le exigía demasiado más allá de una relación meramente superficial. Muchos matrimonios estaban basados en esa clase de sentimiento; y ella misma había estado a punto de conformarse con algo monótono y predecible antes de que David rompiera con ella. No era lo más deseable, pero ambas habían tomado decisiones, habían escogido a hombres que les ofrecían la seguridad que nunca habían tenido en la infancia. Ella se había equivocado con Jacob, pero eso no le daba derecho a meterse en la relación de su hermana.
Paula se hizo un ovillo en un rincón de la cama. Tenía un nudo en el estómago y el pecho le dolía mucho con todas aquellas lágrimas que no había derramado. ¿Cómo iba a sentirse su hermana cuando le dijera la verdad? No podía ocultarle algo tan tremendo. Esa noche había tomado una decisión y tenía que asumir las consecuencias. Solo podía esperar que su hermana la perdonara. Pedro se movió de repente y entonces la rodeó con el brazo, atrayéndola hacia sí, rozándose contra su trasero desnudo. Nada más sentir el contacto de su miembro notó la reacción de él. Incluso en sueños, él la deseaba. El perdón de su hermana sería casi imposible de conseguir, pero mucho peor sería la reacción de Pedro cuando le dijera que la mujer con la que había hecho el amor era una farsante. No podía seguir con aquella mentira; no podía esperar al regreso de Valeria. No podía mirarlo a los ojos sin decirle lo mucho que lo amaba; lo mucho que Paula Chaves lo amaba.
Ay esto se complica cada vez más!!
ResponderEliminar