jueves, 17 de octubre de 2019

La Impostora: Capítulo 41

El corazón de Pedro comenzó a latir sin ton ni son. Se obligó a abrir los ojos y agarró el teléfono. Fueran los que fueran los motivos, tenía que verla fuera de Isla Sagrado cuanto antes. No había lugar en su vida para las de su clase. Antes de que pudiera levantar el auricular, el intercomunicador comenzó a vibrar.

—¿Señor Alfonso? La señorita Chaves está aquí.

Pedro se quedó sin palabras un instante. ¿Cómo se atrevía a venir a su oficina después de haberle dicho que no quería volver a verla?

—¿Señor? ¿Le digo que tiene otros compromisos? —preguntó Viviana.

Pedro esbozó una media sonrisa al oír el juego de palabras, sin duda accidental.

—No. Hágala pasar.

En cuanto la puerta se abrió Pedro supo que era Valeria Chaves quien cruzaba el umbral. Se puso en pie y fue a recibirla. Las dos mujeres eran idénticas, pero para él, Valeria no se parecía en absoluto a la mujer que había llegado a amar. Casi tropezó con la alfombra. ¿Amar? No podía ser. Aquel pensamiento era absurdo.

—Pedro, tengo que decirte algo —dijo Valeria, sin más rodeos.

—Esto va a ser interesante —masculló Pedro.

—¿Disculpa?

—Sé todo lo que habéis hecho tu hermana y tú. Nuestro compromiso queda cancelado.

—¡Oh, gracias a Dios!

Aquella respuesta estaba muy lejos de ser lo que él había esperado. ¿Sentía alivio? ¿Qué clase de persona se alegraba de ver que el juego terminaba antes de conseguir el beneficio?

—No quería que Paula te dijera la verdad, pero es evidente que lo ha hecho. Pedro, lo que hicimos estuvo mal. Lo que hice estuvo mal. Nunca debí aceptarte, no amando a otro hombre.

La cabeza de Pedro dió varias vueltas.

—¿Amas a otro hombre?

—Sí. Lo conocí durante las pruebas de Maureillas. Nos enamoramos tan rápido que no quería creer que era real. No podía creer que era real, para serte sincera. Era demasiado para mí. Yo no estaba buscando nada serio. Ya lo sabes. Pero fue un flechazo. Yo me asusté tanto que me alejé de él. Le dije unas cosas horribles y le hice muchísimo daño antes del campeonato. Se suponía que él iba a venir a competir por Francia, pero se retiró del equipo y se quedó en Perpignan.

—¿Y por qué me cuentas todo esto? —le preguntó Pedro, todavía confundido. ¿Acaso las hermanas tenían otros objetivos también?

—Porque te mereces la verdad. Y te mereces algo mucho mejor que yo. Cuando llegué aquí, cuando nos conocimos, pensé que eras el hombre perfecto para mí, sin compromisos, divertido, alguien que no buscaba algo para siempre. Y entonces me pediste que me casara contigo. Yo me sentí muy halagada, ¿Y quién no? Pero acepté por motivos equivocados. No quería reconocer que me había enamorado de Pablo, pero entonces empecé a sospechar que a lo mejor estaba embarazada.

—Dejaste de beber alcohol y café.

—Sí. Me sorprende que te hayas dado cuenta.

—Lo que noté es que tu hermana sí que los bebía. Fue una de las primeras cosas que me llamó la atención, aunque en ese momento estaba bastante distraído por el accidente de Marcos.

Valeria se llevó las manos a la cara.

—No puedo creer que haya olvidado preguntarte por él. ¿Cómo está?

—Recuperándose en el castillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario