—Muy bien, jefa. Dejaré que me pagues más tarde.
—Con dinero.
Pedro la miró con expresión de fingido asombro.
—¡Naturalmente! ¿A qué podía referirme si no, Paula?
—Dios sabe —murmuró ella—. Bueno, vamos a buscar la habitación de Mariana antes de que me olvide de cómo llegar.
Afortunadamente, Mariana estaba sola en la habitación y no tenía visita en aquel momento. Habían servido el almuerzo y estaba terminando cuando ellos entraron.
Su cara se iluminó de alegría cuando los vió.
—Bueno, ¡pero si son Paula y Bautista! —exclamó—. ¡Y Pedro! ¿Esas flores son para mí? No tenían que haberse molestado, pero me alegro de que lo hayan hecho. Puedes dejarlas en esa mesa, Pedro. Y fruta, también, ¡qué detalle!
—Había pensado comprar bombones —dijo Pedro, inclinándose para besar a Mariana en la mejilla—. Pero luego recordé su corazón y pensé que la fruta sería mejor para su salud.
—¡Venga ya! Estoy harta de que todo el mundo hable de mi salud. Y estoy cansada de los médicos. Si de verdad yo les importara, me dejarían salir de aquí. Anoche no dormí más que dos horas con todas las enfermeras que entraban y salían de la habitación. Y hablando de dormir, ¿qué tal se portó Bauti anoche? Paula, deja que le de un abrazo a mi pequeñín.
Paula acercó a Bauti y Mariana lo besó y lo abrazó.
—¿Se portó como un buen chico anoche? —repitió, mirando a Paula.
—Como un ángel —admitió Paula.
—Me alegro. Pero no esperaba verte hoy aquí, Paula. Y, desde luego, no esperaba ver a Pedro—dijo, mirando de uno a otro con expresión especulativa.
Paula intentó no ponerse colorada.
—Pedro se ofreció a traernos en el coche —dijo ella, como excusa para su presencia—. Y no te puedes imaginar lo que ha ocurrido durante el camino —siguió, mirando hacia cualquier lado para que no notara su turbación—. Bauti ha dicho «mami», ¿verdad que sí, cariño? Díselo a Mariana. Dile: mami, mami.
Bauti lo dijo como una cotorra.
—¡Qué maravilla! —elogió Mariana—. No todos los niños empiezan a hablar tan pronto. Eres un niño muy listo, ¿verdad, cariño? Bueno, ¿qué tal fue todo anoche? Parece que fue todo un éxito —añadió con una maliciosa mirada.
—Salió bien, supongo. No tuve que cocinar. Pedro hizo que llevaran comida italiana del restaurante de un amigo.
—Desde el momento en que lo ví me dí cuenta de que era un hombre emprendedor y fiable.
Paula no podía creer lo que estaba oyendo. Primero, sor Agustina cantaba las alabanzas de Pedro y luego Mariana. ¿Qué tenía aquel hombre que encandilaba a todas las mujeres? No podía ser sólo su aspecto físico.
—Sí, desde luego que sí —asintió Paula, para sorpresa de Pedro—. Por eso lo he contratado como niñera de Bauti.
—¿Pedro como niñera de Bauti?
—¿Por qué no? Nick necesitaba un trabajo y tú misma has visto lo bueno que es con Bauti. Y ha cuidado niños antes, ¿verdad, Pedro?
—Por supuesto que sí —asintió él—. No se preocupe, Mariana. Ya sé que esto ha sido muy precipitado, pero a veces las cosas son así. Le prometo que no tiene nada de qué preocuparse. Yo cuidaré de ellos con mi vida.
Mariana sonrió y suspiró con satisfacción.
—Sí. Estoy segura de que lo harás. Bueno, eso me quita un peso de encima. Los médicos me han prohibido que haga nada en absoluto. De hecho, cuando me vaya del hospital tendré que ir a vivir con mi hija durante un tiempo. Estaba preocupada por Paula y Bauti, pero ahora veo que todo va a ir perfectamente —terminó con otro suspiro.
—No tenías que preocuparte por mí, Mariana —dijo Paula, molesta al ver cómo Mariana y Pedro se miraban. Se habían pasado una especie de secreta contraseña que no podía descifrar. ¿Estaría Mariana advirtiendo a Pedro que se comportara con ella?
Probablemente, pensó Paula. Y Pedro le estaba prometiendo hacerlo. De hecho, había prometido cuidar de ellos con su propia vida. Y, aunque eso parecía un poco exagerado, tenía que admitir que le había gustado oír aquella apasionada promesa. Casi podía creérsela. También tenía que admitir que la presencia de Pedro la hacía sentirse protegida y segura.
La hija de Mariana llegó en aquel momento, con un ramo de rosas y una enorme sonrisa. Paula nunca había conocido a Verónica, pero había oído hablar de ella. Tenía unos treinta años y era una mujer simpática y agradable, como su madre, a quien abrazó nada más entrar.
—¡Por fin nos conocemos! —dijo Verónica, besando a Paula y al pequeño—. ¿Y este es Bauti? ¡Qué niño más guapo! Mi madre no había exagerado nada. Es precioso. ¡Qué ojos! Cuando seas mayor vas a ser un rompecorazones.
Bauti la recompensó con otra de sus sonrisas sin dientes y Paula se sintió tan orgullosa de su hijo como cualquier madre. O cualquier padre, pensó, sintiendo un peso en el corazón cuando pensó en el desconocido padre del pequeño. Ya no sentía haber tenido a Bauti, pero deseaba haberlo concebido de otra forma. Hubiera deseado haber estado locamente enamorada del padre de Bauti, que hubiera sido un hijo deseado por los dos y no el resultado de una decisión tomada en medio de la confusión y del dolor. Pero ya no podía volverse atrás.
Qué lindos caps, al final la convenció de ser el niñero jajajaja.
ResponderEliminarHermosos caps!!!😃
ResponderEliminarhermosos capítulos! Pedro está en cada detalle!
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