martes, 26 de julio de 2016

El Niñero: Capítulo 25

Tan poco egoísmo haciendo el amor no era común en él en aquel momento. Sólo daba placer para recibirlo. Sin embargo, darle placer a Paula había sido un placer para él.

Pedro estaba deseando que ella le hiciera sentir el mismo placer, pero sabía que no iba a tomar a Paula allí mismo, como hubiera hecho con cualquier otra mujer durante los últimos años. Quería esperar a que estuviera de nuevo preparada para él, hasta que pudieran unirse para satisfacerse mutuamente.

Un gran sentimiento de ternura surgió en su pecho mientras la tomaba en brazos y la sacaba de la habitación. Aquella insospechada ternura hizo que se parara durante un segundo.

—No —musitó él, intentando negarse a sí mismo aquel sentimiento. Pero entonces, ella abrió sus preciosos ojos azules y lo miró interrogante y él volvió a sentirla otra vez; aquella ternura, aquella horrible punzada en el corazón que le hacía querer apretarla más fuerte contra él y amarla como no había sido amada nunca.

La rabia ante tan rara debilidad por su parte hizo que le flaquearan las piernas y siguió caminando, intentando apartar aquellos estúpidos pensamientos de su cabeza.

Tenía que concentrarse en el sexo, se decía a sí mismo. Eso era todo lo que ella quería de él. Eso era lo único que las mujeres querían de él últimamente.

—¿Dónde me llevas? —preguntó ella.

—A la cama.

—Oh —dijo ella, con un cierto timbre de decepción.

¿Dónde esperaba que la llevase? ¿No era la mesa del comedor suficiente porno por una noche?, se preguntaba Pedro. Pero entonces se dió cuenta de que ella había debido pensar que pensaba dejarla en la cama y marcharse.

—No te preocupes, cariño. No estarás sola en la cama.

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