—No, cariño. No quiero tener hijos propios y tampoco hijos de otra persona. Sólo te quiero a tí. ¿Lo entiendes?
Ella tuvo que parpadear varias veces para controlar las lágrimas.
—Yo había perdido la esperanza de encontrar a alguien, pero quiero tener hijos, Pedro. Y tú serías un padre maravilloso...
—Paula, por favor...
—Es mejor que no hablemos de eso ahora. Tienes mucho que celebrar durante los próximos días, con tu familia...
—¿Mi familia? ¿Te refieres a Caro o a mi madre y su nuevo marido? Porque no estarás hablando de mi padre.
—Tu hermana lo ha perdonado y yo la admiro por ello.
Pedro se pasó una mano por la cara.
—Ella lo quería mucho cuando era pequeña.
—¿Y tú?
—Yo lo idolatraba, pero mi padre me defraudó. Y no, no puedo perdonarlo, lo siento.
Había tanto dolor en su voz, tanta amargura...
—Deberías intentarlo.
—¿Para qué? Mi padre no es un buen ejemplo para nadie, al contrario.
—Habla con él cara a cara. Yo puedo ayudarte si quieres.
—Gracias, pero no.
De repente, fue como si un viento helado se interpusiera entre los dos y Paula dió un paso atrás.
—Caro los necesita a los dos en su vida.
—A él no lo necesita, es una invención... una mentira.
—Yo tardé diez años en perdonar a mis padres por haber muerto en ese estúpido accidente, dejándome sola en el mundo. Tus padres están vivos, Pedro, y te quieren. Yo creo que eso es algo que deberías celebrar. ¿Qué hay de malo en tener una familia, en darle un hogar a un niño que está solo? ¿No te das cuenta de que eso es parte de mi sueño? —Paula se daba cuenta de que nada de lo que dijera lo haría cambiar de opinión—. Pero no te preocupes, mañana en la boda me portaré como si no pasara nada. Es lo mínimo que puedo hacer por Caro.
—Paula...
—Es mejor dejarlo así. Tú tienes tu vida a miles de kilómetros de Londres y... si me quieres de verdad, déjame ir. Es lo mejor para los dos.
Cuando se dió la vuelta, Pedro tuvo que contenerse para no ir tras ella. Pero la quería lo suficiente como para dejarla marchar.
Un sonido estridente la sobresaltó mientras caminaba por el pavimento con sus zapatos de seda verde. Yendo a ningún sitio. Su móvil. Seguramente sería Carolina para comprobar que tenía la dirección del restaurante. Pedro no se atrevería a llamarla, eso seguro. Pero no pasaba nada, estaba bien. Podía hablar por teléfono con una amiga, pero cuando sacó el móvil del bolso, comprobó que no era Carolina, sino Laura.
—Laura, ¿Qué ocurre?
En cuanto oyó los sollozos al otro lado de la línea, se olvidó de todo lo demás. La chica estaba histérica y no podía entender nada de lo que decía.
—Tranquila, dime qué te pasa. ¿Dónde estás?
—Mi madre se ha caído y he llamado a una ambulancia. Por favor, ven, Paula, te necesito.
Eran casi las once cuando Paula volvió a la pastelería. La madre de Laura estaba bien, afortunadamente. Tenía cardenales en los brazos y en la cara y estaba asustada, pero no se había roto ningún hueso y el médico había dicho que no era necesario ingresarla en el hospital. Había sido un final agotador para un día agotador y lo único que deseaba era irse a la cama y olvidarse de todo.Pero en cuanto abrió la puerta de atrás oyó un ruido extraño... como si cayera agua del techo. Encendió la luz y tuvo que llevarse una mano al corazón: el horno de la pastelería estaba inundado y trozos de escayola flotaban sobre el agua. Apagó la luz inmediatamente y buscó a tientas la linterna que solía dejar cerca de la puerta. Pero cuando subió a su apartamento, de donde caía el agua, dejó escapar un grito de angustia porque allí era aún peor. En su dormitorio y el cuarto de baño había al menos quince centímetros de agua, las baldosas flotaban como absurdas lanchas de un lado a otro. Mientras cerraba el grifo, comprobó que la ducha se había atascado porque una toalla estaba tapando el desagüe. En el agua flotaba una caja de tinte para el pelo... Laura debía de estar tiñéndose el pelo cuando recibió la llamada urgente de su madre.Cerrando los ojos, intentó contener su rabia. Oh, Laura. Tenía que cerrar la llave del agua, cortar la luz y llamar a un fontanero. Pero el único hombre que podía ayudarla seguramente estaría furioso con ella... porque lo había dejado plantado después de que le ofreciera hacer realidad sus sueños.
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