—Espera un momento. Puede que Pedro me guste un poco, pero... bueno, mucho, pero él vive en Estados Unidos... no saldría bien. Además, yo no quiero tener una relación.
—¿Cómo puedes decir eso? ¡Eras muy feliz con Marcos! Y no intentes negarlo, yo estaba allí.
—Sí, era feliz con Marcos. Estuvimos juntos cuatro años y soy afortunada por haber tenido ese tiempo con él, pero ahora las cosas son diferentes. Tú sabes a qué me refiero.
—¿A esa estúpida cicatriz? Por favor, dale una oportunidad a mi hermano. A Pedro le importas, estoy segura. Y eso es muy raro en él. No deja de hablar de tí y se ríe todo el tiempo. Te lo digo en serio, casi me da miedo. Pero la culpa de todo la tienes tú.
—Razón de más para olvidarme del asunto. No quiero ver compasión en sus ojos cuando se encuentre con la cicatriz. No podría soportarlo.
—No digas eso, tú eres una chica estupenda —murmuró Carolina—. Lo has pasado muy mal y mereces encontrar el amor. Y quizá, sólo quizá, mi hermanito sea el hombre perfecto para tí.
—¿El hermano que tanto va a echarte de menos cuando te cases?
—Y yo a él. Aunque he tardado años en encontrar a un hombre tan estupendo como Pedro, la verdad —se rió su amiga—. Venga, Pau, dale una oportunidad. Especialmente ahora.
—¿Por qué especialmente ahora?
Carolina se mordió los labios.
—Hay algo que no sabes. Y creo que es mejor que te sientes.
—No me asustes.
—Bueno, para empezar, yo sé que esta pastelería significa mucho para tí. Y has hecho un trabajo fantástico, de verdad. Estoy totalmente impresionada.
Paula empezó a sentir miedo de verdad. ¿Su pastelería? ¿Qué tenía eso que ver?
—No sé si sabrás que el presidente de Noodles y Strudels ha planeado abrir cafés por toda Gran Bretaña.
—Sí, me comentó algo.—Lo que no sabes es que Javier Brooks quiere empezar con seis cafés-boutique en Londres.
—¿Cafés-boutique?
—Sí, es una cosa que se han inventado en Estados Unidos, cafés de lujo y todo eso.
—¿Y se puede saber qué tiene que ver conmigo?
—Pedro me dijo que te había enseñado el restaurante que estamos reformando en la calle Haywood, el sitio donde vivimos una temporada cuando éramos niños.
—Sí, es verdad.
—Pues Javier Brooks está interesado. La calle Haywood es perfecta para lo que quiere y no descansará hasta conseguir el local.
Paula tardó unos segundos en entender qué tenía eso que ver con ella. Y cuando lo hizo, se quedó sin aire.
—¿En la calle Haywood?
—Lo siento, cariño. Sé que eso sería un problema para tu pastelería...
—¡Un problema enorme!
—Pero ésta podría ser tu oportunidad. Podrías ampliar el negocio y vender a restaurantes en lugar de apoyarte sólo en clientes de paso. ¿Qué dices?
Paula empezó a pasear por la habitación con una mano sobre el pecho y el corazón acelerado.Había convertido la pastelería en toda su vida y estaba atada a ella como una madre a su hijo. A sus clientes les encantaría el lujo de un café en el que sirvieran pasteles, pero quería ser ella quien los sirviera, no Javier Brooks. Aquél era su sueño y no podían arrebatárselo después de dos años de trabajo.Pero, claro, ¿qué le importaba eso a una empresa internacional con millones de dólares para invertir donde quisieran? Tenía que pensar y tenía que hacerlo rápido.
—¿Cuánto tiempo tengo hasta que abran, Caro? Creo recordar que Pedro me dijo tres semanas...
—Por el momento, Javier sólo ha visto las fotografías y no hay nada firmado. Cruza los dedos, podría no gustarle al final. ¿Qué estás pensando?
—Entiendo que estás en una posición difícil, cariño, pero esto... —Paula señaló alrededor—. Esto no es sólo mi trabajo, es mi vida. Es aquí donde quiero que crezcan mis hijos y no puedo fracasar. Si me quitan la pastelería, no tengo nada.
—¿Quién ha dicho que tu negocio vaya a fracasar? Eres una buena empresaria, siempre lo has sido. Puedes instalarte en otro sitio...
—¡No quiero instalarme en otro sitio!
—Por favor, deja de pasear y cálmate. Javier Brooks es un cliente muy importante. Más de trescientas personas dependen de nosotros para cobrar un salario todos los meses, por no hablar de los proveedores. Pedro ha sacrificado mucho para que la empresa fuera un éxito...
—O sea, que es una decisión profesional y nada más. ¿Eso es lo que quieres decir?
Suspirando, Carolina se acercó a ella para apretarle la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario