martes, 8 de mayo de 2018

Dulce Tentación: Capítulo 37

—Espera  un  momento.  Puede  que  Pedro me  guste  un  poco,  pero...  bueno,  mucho,  pero  él  vive  en  Estados  Unidos...  no  saldría  bien.  Además,  yo  no  quiero  tener una relación.

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Eras muy feliz con Marcos! Y no intentes negarlo, yo estaba allí.

—Sí,  era  feliz  con  Marcos.  Estuvimos  juntos  cuatro  años  y  soy  afortunada  por  haber  tenido  ese  tiempo  con  él,  pero  ahora  las  cosas  son  diferentes.  Tú  sabes  a  qué  me refiero.

—¿A  esa  estúpida  cicatriz?  Por  favor,  dale  una  oportunidad  a  mi  hermano.  A  Pedro le importas, estoy segura. Y eso es muy raro en él. No deja de hablar de tí y se ríe  todo  el  tiempo.  Te  lo  digo  en  serio,  casi  me  da  miedo.  Pero  la  culpa  de  todo  la  tienes tú.

—Razón  de  más  para  olvidarme  del  asunto.  No  quiero  ver  compasión  en  sus  ojos cuando se encuentre con la cicatriz. No podría soportarlo.

—No digas eso, tú eres una chica estupenda —murmuró Carolina—. Lo has pasado muy  mal  y  mereces  encontrar  el  amor.  Y  quizá,  sólo  quizá,  mi  hermanito  sea  el  hombre perfecto para tí.

—¿El hermano que tanto va a echarte de menos cuando te cases?

—Y yo a él. Aunque he tardado años en encontrar a un hombre tan estupendo como  Pedro,  la  verdad  —se  rió  su  amiga—.  Venga,  Pau,  dale  una  oportunidad.  Especialmente ahora.

—¿Por qué especialmente ahora?

Carolina se mordió los labios.

—Hay algo que no sabes. Y creo que es mejor que te sientes.

—No me asustes.

—Bueno, para empezar, yo sé que esta pastelería significa mucho para tí. Y has hecho un trabajo fantástico, de verdad. Estoy totalmente impresionada.

Paula empezó a sentir miedo de verdad. ¿Su pastelería? ¿Qué tenía eso que ver?

—No  sé  si  sabrás  que  el  presidente  de  Noodles  y  Strudels  ha  planeado  abrir  cafés por toda Gran Bretaña.

—Sí, me comentó algo.—Lo  que  no  sabes  es  que  Javier Brooks  quiere  empezar  con  seis  cafés-boutique  en Londres.

—¿Cafés-boutique?

—Sí, es una cosa que se han inventado en Estados Unidos, cafés de lujo y todo eso.

—¿Y se puede saber qué tiene que ver conmigo?

—Pedro me  dijo  que  te  había  enseñado  el  restaurante  que  estamos  reformando  en la calle Haywood, el sitio donde vivimos una temporada cuando éramos niños.

—Sí, es verdad.

—Pues  Javier Brooks  está  interesado.  La  calle  Haywood  es  perfecta  para  lo  que  quiere y no descansará hasta conseguir el local.

Paula tardó unos segundos en entender qué tenía eso que ver con ella. Y cuando lo hizo, se quedó sin aire.

—¿En la calle Haywood?

—Lo siento, cariño. Sé que eso sería un problema para tu pastelería...

 —¡Un problema enorme!

—Pero  ésta  podría  ser  tu  oportunidad.  Podrías  ampliar  el  negocio  y  vender  a  restaurantes en lugar de apoyarte sólo en clientes de paso. ¿Qué dices?

Paula empezó  a  pasear  por  la  habitación  con  una  mano  sobre  el  pecho  y  el  corazón acelerado.Había  convertido  la  pastelería  en  toda  su  vida  y  estaba  atada  a  ella  como  una  madre  a  su  hijo.  A  sus  clientes  les  encantaría  el  lujo  de  un  café  en  el  que  sirvieran  pasteles, pero quería ser ella quien los sirviera, no Javier Brooks. Aquél era su sueño y no podían arrebatárselo después de dos años de trabajo.Pero, claro, ¿qué le importaba eso a una empresa internacional con millones de dólares para invertir donde quisieran? Tenía que pensar y tenía que hacerlo rápido.

—¿Cuánto  tiempo  tengo  hasta  que  abran,  Caro?  Creo  recordar  que  Pedro me  dijo tres semanas...

—Por  el  momento,  Javier sólo  ha  visto  las  fotografías  y  no  hay  nada  firmado.  Cruza los dedos, podría no gustarle al final. ¿Qué estás pensando?

—Entiendo que estás en una posición difícil, cariño, pero esto...  —Paula señaló  alrededor—.  Esto no es sólo mi trabajo, es mi vida. Es aquí donde quiero que crezcan mis hijos y no puedo fracasar. Si me quitan la pastelería, no tengo nada.

—¿Quién ha dicho que tu negocio vaya a fracasar? Eres una buena empresaria, siempre lo has sido. Puedes instalarte en otro sitio...

—¡No quiero instalarme en otro sitio!

—Por favor, deja de pasear y cálmate. Javier  Brooks es un cliente muy importante. Más  de  trescientas  personas  dependen  de  nosotros  para  cobrar  un  salario  todos  los  meses,  por  no  hablar  de  los  proveedores.  Pedro ha  sacrificado  mucho  para  que  la  empresa fuera un éxito...

—O  sea,  que  es  una  decisión  profesional  y  nada  más.  ¿Eso  es  lo  que  quieres  decir?

Suspirando, Carolina se acercó a ella para apretarle la mano.

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