sábado, 16 de septiembre de 2017

Inevitable Atracción: Capítulo 6

Iban a sacar adelante su proyecto, tanto con ayuda de Alfredo y sus aliados como sin ella, se dijo Pedro. Ya había quedado para jugar al golf con el director de urbanismo, Sergio Strong, para llevárselo a su terreno. Y, la semana siguiente, buscaría una forma de salir del agujero legal donde Paula lo había metido. De todas maneras, quería conocerla mejor. Y la idea del comité sería perfecta para ello. Además, lo cierto era que queríacontar con el respaldo de la comunidad.

—Micaela, busca en mi agenda una hora para quedar —indicó él a su secretaria—. El club Luna Azul sería un buen sitio. Alfredo y Paula te darán una lista de personas a quien invitar.

—Me gustaría estudiar con más detenimiento los planes de reforma —pidió Paula.

—Los dejaré a solas para hablar de eso —dijo Alfredo— Voy a hacer algunas llamadas para comprobar cuándo le viene bien quedar a la gente.

—Micaela te mostrará un despacho que puedes utilizar —ofreció Pedro.

Después de que Alfredo  y Micaela salieran de la habitación, Pedro se quedó mirando a Paula un momento. Ella tenía la cabeza inclinada sobre el cuaderno y estaba tomando notas.

—¿Por qué me estás mirando?

—Ya te he dicho que me pareces muy guapa.

—No sé qué te propones. ¿Sabías quién era yo cuando me viste en la sala de espera?

—No —negó él, meneando la cabeza—. Ojalá lo hubiera sabido.

—¿Por qué?

—Tal vez, podría haberte convencido para que no interpusieras esas medidas cautelares —repuso él con una carchada.

Paula rió.

—Vaya, eso es sobreestimar mucho tus dotes de persuasión.

—Touché —dijo él, llevándose la mano al pecho como si lo hubiera herido—. Menos mal que soy un tipo duro.

—Tienes que serlo para trabajar en este barrio. ¿Cómo han conseguido tus hermanos y tú hacer que Luna Azul fuera un éxito sin el respaldo de la comunidad? — preguntó ella.

—Algunas personas del barrio son asiduos a nuestro club, pero son las celebridades quienes lo han convertido en un buen negocio. Atraen a multitud de fans. Además,contratamos a bandas de primera categoría y hay clases de salsa en la terraza delático… Nos las arreglamos bien. ¿Tú lo has visitado alguna vez?

Ella negó con la cabeza.

—Me fui de Miami antes de que se abriera.

—¿Por qué te fuiste?

—No es asunto tuyo —replicó ella con gesto serio.

—Lo siento. Esperaba oírte decir que fue porque necesitabas libertad… ¿Quieres cenar conmigo esta noche?

—¿Por qué?

—Me gusta vigilar de cerca a mis enemigos.

—Y a mí —afirmó ella.

—Lo tomaré como un sí.

—Es un sí. Pero yo escogeré el lugar —señaló ella, escribió una dirección en su cuaderno, arrancó la hoja y se la tendió—. Te espero allí a las siete. Puedes vestir informal.

—¿Tengo que llevar algo?

—Solo tus ganas de comer.

Paula recogió sus cosas, se levantó y salió de la sala de reuniones, bajo la atenta mirada de él. Haber invitado a Justin a la cena familiar había sido una idea inspirada, pensó Paula. Él quería hacer negocios en su comunidad, pero no la comprendía. Aquello le serviría de lección. De camino a su casa, se había pasado por el mercado para ver la tienda de su abuelo y se lo había encontrado todo en mucho peor estado del que había esperado. Era necesario un cambio, sí. Sin embargo, no creía que un centro comercial de lujo fuera la solución.

 Mientras le daba vueltas a la cabeza, paró delante de su casa. Cuando entró,la invadieron los recuerdos, pero intentó mantenerlos a raya para refrescarse yprepararse para ir la cena familiar. Lo último que quería era estar allí, así que hizo una maleta con unas cuantas ropas del armario, cerró la puerta con llave y puso rumbo a la playa. Su trabajo en la abogacía en Nueva York la había convertido en una mujer próspera. Y, teniendo en cuenta que aquellas eran las primeras vacaciones que setomaba en ocho años, decidió que se merecía un descanso. Todo lo que había hechoen los últimos tiempos había sido trabajar y ahorrar. Bueno, eso no era del todo cierto.Sentía debilidad por la lencería de La Perla, pero ese era su único vicio. Por eso, paró delante del Ritz y pidió una suite para el mes siguiente, diciéndoseque estaba haciendo lo correcto. Al instante, la condujeron a una preciosa habitación,llena de lujo y sin nada que le trajera recuerdos. Justo lo que necesitaba. Mientras se estaba acomodando, le sonó el móvil. Miró el identificador de llamadas, pero no reconoció el número.

—Paula al habla.

—Soy Pedro. ¿Qué te parece si nos tomamos una copa en Luna Azul primero, para que conozcas el club?

—No.

—Así, sin más. ¿Ni siquiera vas a fingir que te lo piensas?

—Eso es —repuso ella—. De todos modos, no estoy cerca de allí. Estoy alojada en el Ritz —explicó ella.

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