—¿Y quién lo es? —preguntó Rolo.
—Yo —intervino Vanina, sobresaltandolo.
—Me has dado un susto de muerte, nena.
—Pues no dejaré de hacerlo si sigues llamándome nena.
Federico se rió y se colocó entre Rolo y Vanina.
—El departamento de publicidad quiere veros para preparar las fotos de la promoción. Paula, tienes una visita en tu despacho. Dispones de quince minutos.
Rodrigo, Vanina y Rolo se fueron y Federico se quedó el último.
—¿Quién ha venido a verme?
—Pedro.
—¡Oh!
—Quiero advertirte acerca de mi hermano.
Paula cerró los ojos.
—No lo hagas, por favor. Sé que no le gustan las relaciones duraderas. No te preocupes por mí.
Federico suspiró y apoyó una mano sobre el brazo de Paula.
—Me preocupo por ustedes dos. Ten cuidado —dijo Federico mientras entraban en el ascensor.
Una vez llegó a la planta en la que estaba su despacho, Paula se bajó. Pedro estaba sentado en una de las sillas echando un vistazo al último libro de su madre. Se detuvo un momento junto a la puerta. Sabía que a pesar de la advertencia de Federico y de sus propios presentimientos, ya era demasiado tarde. Ya se sentía demasiado atraída por aquel hombre que podía no ser su hombre ideal, aunque lo pareciera.
Pedro oyó llegar a Paula por detrás de él, pero no se giró. Había estado escuchando el programa aquella mañana, consciente de que él podía ser uno de esos hombres de los que hablaban las mujeres que llamaban. El problema estaba en que las mujeres solían analizar demasiado las cosas. Le molestaba porque lo que realmente quería era relajarse y disfrutar de la compañía de Paula. Pero no podía hacerlo en aquel momento.
—Hola, ¿Qué hay de nuevo? —preguntó ella. Cerró la puerta y se sentó en el regazo de Pedro—. ¿Has escuchado nuestro programa?
—Sí. Tienes un trabajo muy extraño.
—No tienes ni idea. Creí que Rolo y la productora iban a llegar a las manos. ¿Cuál es tu opinión?
No sabía qué decir. No quería plantearse que ella hubiera podido estar refiriéndose a él en sus comentarios.
—Ha sido entretenido.
—Me alegro de que te haya gustado. ¿A qué has venido? —preguntó Paula.
La rodeó suavemente con los brazos, aunque en su interior deseaba estrecharla con fuerza y no dejarla ir. Pero nunca había logrado retener las cosas que quería y Paula representaba muchas de esas cosas que tanto había anhelado.
—No puedo comer contigo —dijo él.
Había surgido una reunión de trabajo y no podía escabullirse. El hecho de que hubiera pensado en posponerla para mantener su cita con Lauren lo preocupaba. Ninguna mujer había sido más importante que su trabajo. ¿Sería por eso por lo que las relaciones de su padre nunca habían funcionado, porque siempre había preferido los negocios a buscar compañía?
—Podías haberme llamado —dijo ella.
No podía adivinar sus pensamientos ni adonde los estaba llevando todo aquello. No sabía por qué Lauren se había convertido en algo tan importante para él. La última vez que habían hablado sobre su relación, le había hecho daño y no quería que volviera a pasar.
—Quería asegurarme de que no hubiera ningún malentendido.
—Como si yo perdiera los papeles por una llamada tuya. Además, la última vez no llamaste.
Él hundió el rostro en el cabello de Paula para que no lo viera sonreír. Aquella mujer le gustaba en muchos aspectos. Estaba comenzando a preocuparse por lo mucho que le importaba.
—Lo sé. Por eso quiero arreglarlo.
—¿Ah, sí? —preguntó ella.
Había duda en sus ojos. Era evidente que había sufrido mucho en el pasado. Se sentía como un estúpido por haber ido hasta allí, pero ahora que estaba frente a aquellos grandes ojos...
—Sí —contestó Pedro.
Ella lo miró con ternura y él le acarició la espalda hasta el cuello haciéndola estremecer. Podía entender la lujuria e incluso justificarla, pero aquella necesidad que sentía por Paula iba mucho más allá que todo eso. La besó en el cuello. Olía a flores y a champú de bebé. Sintió que su cuerpo se ponía en tensión y que la sangre comenzaba a correr más deprisa por sus venas. Ella tomó su rostro entre sus frías manos y lo besó. Fue un beso dulce, pero era patente la pasión que había entre los dos. Paula se separó y se puso de pie.
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