jueves, 28 de septiembre de 2017

Inevitable Atracción: Capítulo 23

Paula sintió que todo su cuerpo latía de gozo. Él la besó entre las piernas y jugó con los dedos en su parte más íntima. Arqueó el cuerpo, sintiendo cómo él la penetraba con su lengua, volviéndola loca de placer.

Acomodándose entre sus piernas, Pedro levantó la cabeza y la observó. Sus ojos seencontraron en un instante mágico e inexplicable, ella se sintió como si él hubiera descubierto su secreto más íntimo, que había permanecido oculto para todos, inclusopara ella misma. Pedro inclinó la cabeza de nuevo y siguió dedicándose a darle placer. Ella se estremeció, notando cómo los pezones se le endurecían Pensando que quería tenerlo dentro, lo agarró de los hombros para hacerlo subir.Pero él se quedó donde estaba. Con dientes y lengua, él la estaba llevando al clímax. Ella levantó los muslos y le apretó la cabeza, hasta que el orgasmo la envolvió con una fuerza arrolladora.

—Pedro, no pares —gritó ella.

 Un mar de sensaciones la envolvió con un placer tanintenso que casi daba miedo. Él no apartó su boca de ella hasta que Paula  dejó de temblar en sus brazos.Entonces, ella lo agarró de los hombros, haciéndolo subir. Sin embargo, él se sentósobre los talones y la observó.

Paula quería darle el mismo placer que él le había dado. Así que se incorporó y lo hizo tumbarse sobre las almohadas. Luego, le bajó la cremallera y sacó su potente erección. Tenía el miembro un poco húmedo en la punta. Estremeciéndose, ella tomó su fluido con el dedo y lo lamió. Sabía un poco salado, como sus besos, pensó, mientras lo acariciaba dearriba abajo, rozándole la punta con el dedo al mismo tiempo. Pedro se quedó sin aliento, cada vez más excitado. Cuando ella se inclinó y le rozó con el pelo, él se estremeció, la agarró y la acercó hasta que la punta de los labios deella tocaron su erección. Ella  le lamió la punta y, a continuación, lo tomó con su boca. Él gimió. Era unasensación deliciosa, pensó ella. Su longitud era demasiada como para devorarlo entero, así que utilizó también la mano para acariciarlo, mientras deslizaba la lenguapor la punta. Pedro apretó las manos en el pelo de ella y la obligó a subir la cabeza.

—No sigas. Necesito estar dentro de tí. Ahora —afirmó él, tumbándola de espaldas y colocándose entre sus piernas.

Cuando encontró su entrada, ambos se estremecieron ante una sensación tan íntima.

—Eres deliciosa —dijo él—. ¿Voy a por un preservativo?

—Estoy tomando la píldora.

—Bien —repuso él y la penetró.

Paula llegó al orgasmo en ese momento, mientras él se abría camino a su interior. Pedro entró y salió y entró de nuevo con largas y profundas arremetidas, haciéndola gemir y retorcerse debajo de él.

—Me encanta —le susurró ella entre jadeos.

—Y a mí —respondió él, moviendo las caderas entre sus piernas.

Abrumada por tanto placer, Paula notó que su cuerpo se preparaba para abrazar de nuevo el éxtasis. Y parecía que iba a ser todavía más intenso que los dos anteriores. Pedro colocó las manos debajo de ella, agarrándole de los glúteos y haciéndole levantar las caderas para poder penetrarla más en profundidad. Y se inclinó,musitándole palabras calientes al oído, mientras ella temblaba, a punto de estallar.Cuando él comenzó a moverse más y más deprisa, ella gritó de placer con el orgasmo. La penetró una vez más y derramó su cálida semilla dentro de ella, hasta que dejó caer su cuerpo, jadeando y bañado y sudor. Ella lo rodeó con piernas y brazos,como si nunca quisiera dejarlo marchar. Mirando al cielo, entonces, Paula se dió cuenta de que así era. No quería dejarlo marchar.

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