—Por cierto —dijo él, apartando la mirada y sentándose en el sofá, cuidadoso para no despertar a Bautista—. Si Gonzalo llamara esta noche, no le digas que estoy aquí.
—¿Por qué no? —preguntó Paula.
—Porque no lo aprobaría —dijo Pedro, mirándola—. Ni siquiera le habría hecho gracia que hubiera venido a cortar el césped. Cuando le dije que había hablado contigo por teléfono, casi le da un ataque, así que tuve que decirle que iba a venir a hacerlo otra persona.
Paula lo miró, desconcertada.
—Pero no lo entiendo. Sois buenos amigos, ¿no?
—Somos amigos de copas. La triste verdad, Paula, es que tu hermano nunca ha querido hablarme de tí porque no quería que te conociera. Él me considera un mujeriego y seguramente una persona indeseable.
—¡Vaya! ¡Cómo si yo no supiera juzgar a una persona por mí misma! —sólo había necesitado mirar a Pedro para saber qué clase de hombre era—. ¿Y lo eres?
—¿Una persona indeseable? —preguntó él.
—No. Un mujeriego.
—Yo no diría eso. Las mujeres que entran en mi vida siempre saben donde se meten.
—¿Y dónde se meten?
—Saben que no me enamoro. Que no quiero permanencia o compromiso.
—Eso no es nada nuevo —dijo ella burlona—. La mitad de los hombres de este planeta son así. ¡Y la otra mitad es gay!
—Bueno, yo pertenezco a la primera mitad —dijo Pedro, riendo—. Pero no tienes que preocuparte, Paula. No voy a pasarme contigo. Yo no me acerco a las mujeres con hijos.
—Qué amable de tu parte decirme eso —contestó ella, molesta por el comentario—. Tampoco tú tienes por qué preocuparte, Pedro. Yo no me acerco a los hombres con moto.
—Entonces Gonza no tiene por qué preocuparse, ¿verdad? Pero sigo creyendo que le daría algo si supiera que estoy en tu casa. Y ahora, ¿qué pasa con la gente que va a venir a cenar?
—¿Qué pasa con ellos?
—¿Conocen a Gonza?
—No personalmente. Son solos dos compañeras y sus novios. Saben que tengo un hermano, pero no lo han visto nunca.
—¿Quién les vas a decir que soy?
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, si voy a ayudarte a cocinar, me van a tener que ver a la fuerza. Un hombre de mi tamaño no pasa fácilmente desapercibido.
Paula intentó no sonrojarse cuando la palabra «tamaño» le llevó a la memoria recuerdos de él, completamente desnudo.
—Sí, claro —susurró—. Quiero decir...
Otra vez se estaba poniendo nerviosa. Con un esfuerzo de voluntad, lo miró y dijo:
—Les diré que eres un amigo que me está ayudando.
—¿Y se lo van a creer?
—Lo dudo.
—¿Te importa mucho lo que piensen?
—Trabajo con ellas.
—En ese caso, lo mejor será que les digas la verdad.
—¿Y cuál es la verdad?
—Que soy la niñera de Bauti por una noche.
Paula se rió. ¿Es que no se imaginaba lo que sus amigas pensarían en cuanto lo vieran? Pensarían que era cualquier cosa, menos la niñera de Bautista.
—Vale, vale, entiendo —dijo Pedro, burlón—. En ese caso, intentaré que no me vean. Pero será mejor que cambies de menú. En lugar de carne a la barbacoa, lo mejor será que hagas algo que se pueda meter en el microondas.
—¿Se te ocurre algo?
—Siempre que tengas una buena despensa...
—Eso sí que se me da bien. Yo compro ingredientes como una experta; lo que no sé es cómo mezclarlos.
—Y no creo que ésta sea la mejor noche para enseñarte cómo hacerlo —dijo él, burlón—. Bueno, enséñame dónde tienes las cosas mientras el pequeño tirano está dormido. ¡Espera! Pondré un par de sillas al lado del sofá para que no se caiga.
Paula lo miró en silencio mientras colocaba las sillas. Sabía exactamente lo que había que hacer. No tenía ninguna duda. Ni siquiera había preguntado si debía ponerlo en la cuna o no.
Paula sintió una mezcla de resentimiento y alivio. Por un lado, la eficiencia de Pedro con Bauti y el resto de las cosas de la casa sólo acentuaba su propia incapacidad, pero por otro, era estupendo tener a alguien que sabía exactamente lo que había que hacer y cómo hacerlo.
De repente, sintió el deseo de dejarse llevar por él, de dejar que resolviera todos los problemas. También le hubiera gustado que volviera a abrazarla, apoyar la cabeza en su poderoso pecho y decir: «Cuídame a mí también».
Ayyyyyyyyyy, me encanta cómo la ayuda jajajaja.
ResponderEliminarHermosos capítulos! Paula también quiere que la cuide Pedro! Que lindo!
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