jueves, 30 de julio de 2015

La Clave Para Conquistarte: Capítulo 24

—O puedes quedarte en tu casa. En cualquier caso, llámame —terminó diciendo, y colgó para no darse tiempo a decir ninguna otra estupidez.
Al mirar de nuevo por la ventana, vió que el coche de Pedro no estaba. Ya tendría tiempo de escuchar su mensaje cuando regresara, se dijo.
A las seis de la tarde, todavía no había vuelto a aparecer. Preguntándose si acudiría o no a la cena, Paula comenzó a hornear el pan. Preparó la ensalada y la metió en el refrigerador. Al fin y al cabo, aunque Pedro no apareciera, ella tendría que comer. Se asomó nuevamente a la ventana. ¿Dónde estaría Pedro?
Como a las siete de la tarde no había tenido todavía noticias suyas, dio por sentado que ya no iba a ir. Probablemente habría llamado a su casa para oír los mensajes que le habían dejado en el contestador a lo largo del día.
Paula suspiró suavemente y miró el pan que había metido en el horno. Se pondría pronto a cenar. Mientras el pan terminaba de hacerse, se puso a leer el diario de Norma en la cocina. Una llamada a la puerta la sobresaltó. Fue rápidamente a abrir y descubrió a Pedro en el porche.
—Siento llegar tarde —la saludó con una sonrisa.
—Ya no te esperaba —contestó Paula, pensando en lo atractivo que estaba.
Pedro la miró perplejo.
—Dijiste que la cena era a las siete. Me he retrasado quince minutos, pero no creo que vayas a castigarme por eso. ¿Puedo pasar?
Paula  asintió sonrojada y se apartó para que pudiera entrar.
—Mmm. ¡Qué bien huele! ¿Dónde están Leticia y Matías?
—Te he dejado un mensaje en el contestador. Leticia está enferma, así que no van a venir. Te he llamado para decírtelo, pero no te he encontrado.
—No he pasado por casa antes de venir. Y siento que Leticia esté enferma, ¿es algo grave?
—Sólo un catarro, aunque se encuentra fatal. Pero pensé que quizá no querrías venir, sabiendo que sólo iba a estar yo.
—Creo que a pesar de todo seremos capaces de cenar juntos, ¿no crees? —deslizó la mirada por sus hombros desnudos.
—Claro. ¿Quieres una copa de vino? — Paula se volvió, antes de que la traicionaran las rodillas. La mirada que Pedro le había dirigido podría haber derretido un bloque de hielo—. Había pensado que quizá fuera mejor cenar fuera cerca de las siete, pero como no venías, he retrasado el momento de meter el pan en el horno, así que tendremos que esperar. En seguida estará listo.
—Estupendo. Hoy ni siquiera he podido comer. He tenido una cita.
Así que por eso había llegado tarde. Por culpa de una cita. ¿Pero entonces por qué habría ido a cenar? ¿O habría quedado con otra mujer después de que Paula lo invitara? Estuvo a punto de gemir en voz alta. No debería haberlo invitado, se dijo. Y la inquietud que sentía no tenía nada que ver con el hecho de que Pedro hubiera estado con otra mujer. Podía ver a todas las mujeres que quisiera.
¿O no?, la desafió su conciencia.
—Podrías haber llamado, no hacía falta que vinieras —le dijo, intentando imprimir un tono de normalidad a su voz y se volvió hacia él con una copa de vino en la mano. Descubrió a Pedro hojeando el diario de su bisabuela—. ¡No, no leas eso! —corrió hacia él, le tendió la copa y le arrebató el diario. Lo último que quería era Pedro se diera cuenta de lo que había estado haciendo desde que había llegado a West Bend.
Pedro la miró con el ceño fruncido.
—¿Es una especie de diario? —preguntó.
—Sí. Lo encontraron Leticia y la tía Silvia limpiando el desván. Es de nuestra bisabuela. De la abuela de tía Silvia.
—¿Empezó a escribirlo de niña?
—No exactamente. En realidad lo comenzó el día que cumplió dieciocho años —dejó el diario encima del refrigerador—. La cena está lista. ¿Quieres que cenemos fuera?
Pocos minutos después estaban en el patio y Paula contemplaba con deleite a Pedro disfrutando de la cena. Ella, por otra parte, apenas comía. Se limitaba a mover la comida en el plato y a mordisquear algo muy de cuando en cuando.
—¿Te ocurre algo? —preguntó Pedro.
—No —esbozó una sonrisa radiante, sin atreverse a mirarlo a los ojos—. ¿Has pasado una tarde agradable? — Paula cerró los ojos disgustada. Lo último que le apetecía era conocer detalles sobre la cita de Pedro. ¿Cómo habría sido capaz de hacerle esa pregunta?
—¿Agradable? Me temo que no era ese tipo de cita.
—¿Qué tipo de cita?
—Una cita de la que es posible disfrutar.
—¿Qué tipo de cita has tenido entonces?
—Una cita de trabajo. ¿Qué pensabas? He tenido que ver a un detective privado para un caso en el que estoy trabajando —la miró divertido—. ¿Creías acaso que había tenido una apasionada cita con otra mujer antes de venir a cenar?
—Por supuesto que no —contestó, sintiendo cómo se sonrojaba, y decidió cambiar inmediatamente de tema—. Esta mañana te he visto cortando el césped. No sé por qué, pero pensaba que para ese tipo de tareas contratarías a un jardinero.
—Hace años, cuando mi padre me vendió la casa, tenía uno. Pero un día el hombre no pudo seguir viniendo y me puse a hacer yo el trabajo y descubrí que me gustaba. Cuando era pequeño, lo tomaba como una obligación, pero ahora que lo hago porque quiero, me gusta. Es increíble la satisfacción que te produce verlo todo arreglado.
—A mí me gusta la jardinería por la misma razón. Espero tener un balcón o algo parecido en mi nuevo apartamento, para al menos poder tener macetas. Y algún día me encantaría tener una antigua casa con un enorme jardín.
—¿Tu nuevo apartamento?
—Sí, quiero empezar a buscar trabajo en Charlotte, así que tendré que buscar algún lugar en el que vivir.
Pedro la miró pensativo.
—¿Y por qué no buscas casa en West Bend? No está lejos.
—Creo que me gustará más vivir en Charlotte.
—¿West Bend es demasiado tranquilo para tí?
Paula jugueteó con la comida en el plato mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para explicar su postura.
—West Bend me parece un lugar maravilloso para vivir, para formar una familia —lo miró a los ojos—. Pero hasta que me case y comience mi vida familiar, preferiría vivir en un lugar en el que haya más actividad —y lejos de la tentación.
—¿Así que quieres atrapar a algún tipo? —preguntó un poco tenso.
—¿Atrapar? Yo no lo diría a sí. Pero me gustaría salir con alguien. No todo el mundo es como tú, Pedro. A mí me gustaría encontrar una pareja con la que compartir mi vida.

3 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! cada vez más cerca! Ojalá Pedro se anime a enamorarse!

    ResponderEliminar
  2. Para mi Pedro va a caer rendido a sus pies en cuanto Pau salga con alguien, no se va a bancar verla con otro jajajaja.

    ResponderEliminar
  3. guuuuaaaaaaaauuuuuuuuuuu atrapalo a Pedro Paula.. jaaaaaa muuuy bueno los cap. me devore los 24 cap en 2 horas.. soy una genia no??? lo se jajajaja
    muy bueno esta Nove Naty

    ResponderEliminar