martes, 31 de octubre de 2023

Rivales: Capítulo 11

 —Y un cantucco con nueces de macadamia y arándanos —dijo Paula.


—Que sean dos —era lo que Pedro pedía siempre. 


Cuando la camarera se fue, Paula comentó: 


—Le hemos simplificado el trabajo.


—Si quieres podemos poner a prueba su paciencia y quejarnos de la calidad del café.


—Seguro que ya le ha tocado algún cliente así. He trabajado en suficientes cocinas como para saber que hay gente que se queja solo por molestar.


Pedro ladeó la cabeza y la miró fijamente.


—Creía que eras estilista gastronómica.


—¿Te das cuenta de que lo dices en tono despectivo?


—No creo.


—Claro que sí.


—Bueno, puede que un poco. Me parece una manera de desperdiciar tu talento —era evidente que lo tenía, o no habría sido aceptada en el concurso.


—Lo dice el hombre que se ha vendido al mejor postor —dijo ella, molesta.


—Estamos hablando de ti. Ya llegaremos a mi historia más tarde —Pedro quería saber más de Paula—. ¿Te gusta tu trabajo?


—Se me da bien.


—Eso no es lo que te he preguntado.


La camarera les llevó lo que habían pedido y Paula sumergió su galleta en el café.


—Si no me gustara no lo haría —contestó finalmente—. La imagen es importante.


—También puede ser engañosa.


Eso era verdad tanto de la comida como de una mujer de aspecto natural y con unos ojos que parecían esconder secretos.


—Sí y no. Me apuesto lo que quieras a que Rafael no canta en el coro de una iglesia —bromeó Paula.


Pero Pedro dudaba que Rafael tuviera nada que ocultar. Mientras que no lo tenía tan claro en el caso de Paula Chaves.


—Está bien —dijo Lara con un resoplido—. Prefiero cocinar.


—¿A qué escuela de cocina fuiste?


Paula mencionó la misma a la que él había acudido, aunque en su caso, algunos años antes. Cuando dijo que había continuado su preparación con dos de los mejores chefs del mundo, Pedro expresó su admiración con un silbido.


—¿Cómo lo conseguiste? Solo suelen admitir veteranos.


—Por mi padre 


—¿Por tu padre?


Paula dió un bocado al cantucco y Pedro tuvo la impresión de que intentaba ganar tiempo para preparar su respuesta.


—Es amigo de los dos.


—¡Qué suerte tienes!


Paula miró por la ventana y dijo en tono de resignación: 


—Sí, mucha.


Su actitud aguzó la curiosidad de Pedro, pero decidió no insistir:


—¿Cómo es posible que con tu formación acabaras dedicándote al estilismo?


Paula volvió la mirada hacia él y habló con una calma que el brillo de indignación de sus ojos contradecía.


—Eso suena definitivamente despectivo.


—Puede que me haya expresado mal —Pedro dió un sorbo al café—. Pero es un hecho.


Paula guardó silencio unos segundos y él temió haberla insultado.


—Está bien —dijo ella finalmente. Y Pedro se inclinó hacia ella, atraído por sus ojos verdes—. ¿Quieres la versión corta?


A Pedro le habría interesado más la larga, pero asintió. Se conformaría… Por el momento.


—Fue puramente circunstancial —Paula se llevó la taza a los labios.


—¿Eso es todo? Seguro que puedes contarme algo más.


—No sé por qué. Prefiero ser un enigma. Un poco de misterio sienta bien a… La competición.


En aquel momento, el concurso era lo que menos preocupaba a Pedro. Mirándola fijamente dijo: 


—Te hago una proposición.


—¿Qué tipo de proposición? —preguntó ella con forzada indiferencia.


—Una física —Pedro tuvo que contener una sonrisa al ver que a Paula le temblaron levemente las manos—. Te reto a otra partida de Piedra, Papel o Tijera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario