jueves, 12 de octubre de 2023

Eres Para Mí: Capítulo 43

Paula sonrió a Pedro antes de clavar los ojos en las caricias que le estaba haciendo en las manos. Después, apoyó la cabeza en el pecho de él.


–Pero… Una vez que me quedé embarazada, dejé de poder acompañarle en sus viajes y… Comenzamos a distanciarnos.


Ella respiró hondo y escuchó el crujir de la madera al quemarse y los latidos del corazón de Pedro.


–Cristian adoraba a Nicolás y los dos estábamos de acuerdo en que lo primero era el niño. Los dos trabajábamos. Los dos sabíamos que todo iba a ser más difícil debido a sus prolongadas ausencias. Lo que no imaginábamos era que nuestro matrimonio fuera a venirse abajo tan rápidamente. La verdad es que, durante los dos últimos años de nuestro matrimonio, nos comportábamos más como hermanos que como marido y mujer.


Ella alzó la cabeza para dar énfasis a sus palabras.


–No es que no nos quisiéramos, porque nos queríamos, y mucho. Y él adoraba a Nico. Nunca dejamos de ser amigos y creo que conseguíamos convencer a todo el mundo de que éramos una pareja feliz. Pero, en la intimidad, los dos sabíamos que nuestro matrimonio había llegado a su fin.


Pedro le besó la frente antes de decir:


–Lo siento.


Ella suspiró y asintió.


–Yo también. Cristian era un hombre maravilloso con un futuro brillante, y sigo echándole de menos. Pero no como marido, sino como el mejor hermano que una mujer pudiera tener. Era un compañero estupendo. Era divertido, inteligente… Fue el mejor amigo que he tenido. Le echo de menos constantemente.


–No lo comprendo. Sigues llevando el anillo de casada y también su apellido –respondió Pedro.


Ella sintió la tensión del momento y notó que Pedro se echaba hacia atrás en el sofá, creando una barrera tanto física como mental.


–Estaba orgullosa de que me hubiera elegido como esposa y madre de su hijo –Paula sacudió la cabeza–. La gente me considera una viuda que aún llora la muerte de su marido y, por otra parte, no he avanzado mucho en el camino de forjarme una nueva vida. Así que dejo que lo crean, por el bien de Nico. Me duele ser tan hipócrita.


–No tienes que reprocharte –respondió Pedor frunciendo el ceño–. La gente cambia. Eso no quiere decir que no se quisieran ni que no quisieran a su hijo.


–Siento más desilusión que vergüenza. Yo sabía lo de las giras y lo dura que iba a ser la vida, pero creía que podríamos tener un matrimonio como el de mis padres. Mis padres llevan casados treinta y cinco años y siguen enamorados. No soportan estar separados.


Los ojos se le llenaron de lágrimas. Enderezó la espalda e intentó levantarse, pero Pedro le sujetó las piernas, impidiéndole escapar.


–Sigo aquí y no me voy a mover hasta que no lo sueltes todo.


–¿Y si no quiero seguir hablando de ello? –contestó Paula–. No me enorgullezco de que mi matrimonio fuera un fracaso. Y aún me enorgullezco menos de fingir que era perfecto. Porque no lo era.


–Sin embargo, compartieron unos maravillosos años. ¿No es verdad?


Ella titubeó. No le pasó desapercibida la dirección en que iba la pregunta de Pedro. Durante años, le había dolido no saber qué habría ocurrido si Cristian no se hubiera subido a ese taxi aquel día. Sentía emociones contradictorias: culpa, rencor, desilusión y miedo. Pero de una cosa sí estaba segura, sabía que lo había amadoy, durante un tiempo maravilloso, él también la había amado.


–Sí, sí, es verdad. 


Pedro se levantó del sofá y se sentó en la alfombra, de cara a ella.


–En ese caso, alégrate de ello. Y sigue con tu vida.


Ella se quedó boquiabierta.


–¿Que siga con mi vida? ¿Cómo piensas que voy a hacer eso con un niño de seis años? Si quieres sentir compasión por alguien, guárdate la compasión para mi hijo. ¡Es él quien no conocerá nunca a su padre!


Ella estaba temblando, la voz áspera y colérica a pesar de hablar en susurros.


–Nicolás necesita que sea fuerte. Sólo me tiene a mí. 


Pedro le agarró las manos.


–¿Qué años tenía Nico cuando murió su padre?


Ella miró a Pedro a los ojos y vió ternura en ellos.


–Ocho meses. Era un bebé. Vivíamos en Barcelona, con los padres. El accidente ocurrió en México, Cristian iba en un taxi y el taxi chocó con un camión. Murió al instante.


–Debió de ser horrible para toda la familia. ¡Pobres padres también!


–¡Sí, ya, pobres padres! –exclamó Paula con veneno en la voz.


Entonces, al darse cuenta de cómo había pronunciado esas palabras, se tapó la boca con la mano e intentó levantarse del sofá. Al momento, Pedro la sujetó mientras ella se echaba a llorar.


–¡No es justo lo que he dicho! Por favor, olvídalo. Soy horrible.


–No, no eres horrible –le murmuró Seb–. Pero es evidente que algo te pasó con ellos. Vamos, Paula, cuéntamelo. ¿Por qué tanta animosidad entre tú y la familia Martínez?


Los fuertes brazos de Pedro la dieron fuerza para continuar y decirle la verdad.


–Ellos… Intentaron quitarme a Nico. Y casi lo consiguieron. 

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