jueves, 5 de octubre de 2023

Eres Para Mí: Capítulo 34

 –No voy a aburrirte con detalles de lo que pasa cuando dos franceses se ponen a discutir sin que ninguno tenga intención de echarse atrás, lo que sí te diré es que fue una suerte que un par de amigos aparecieran antes de que pudiera ocurrir algo de lo que podríamos habernos arrepentido los dos.


Pedro se encogió de hombros.


–Lo admito, estaba muy enfadado porque mi padre se había negado en redondo a dar respuesta a mis preguntas. Por eso, le dije que era un cobarde. Las últimas palabras de él fueron algo así como «No puedes resucitarla». Ésa ha sido la última vez que hemos hablado.


–Lo siento, Pedro, es horrible. Entonces, ¿No has vuelto a hablar con él desde aquel día?


Pedro alzó el rostro y la miró con incredulidad.


–¿Cómo podría hacerlo después de lo que ha pasado? Conozco a mi padre. Nunca cambiará de actitud. Si quiero descubrir quién es mi padre, tendré que averiguarlo yo solo.


–¿Y es por eso por lo que quieres indagar en lo que has descubierto hoy? –Paula alzó las manos–. Creo que tu padre tiene razón, ¿Sabes? Tendrás que decidir qué vas a hacer con lo que descubras. Existe la posibilidad de que tu padre natural no quiera saber nada de ti, aunque a tí te ocurra lo contrario.


Pedro asintió.


–Lo sé. Es muy posible que Andrés Morel abandonara a mi madre, pero no estaré seguro hasta que no averigüe lo que pasó. También podía haber ocurrido que mi madre le dejara por mi padre. De ser así, eso explicaría la reacción de mi padre.


–Espera un momento. ¿Has dicho que se apellidaba Morel? – preguntó Paula con curiosidad.


Pedro se metió la mano en el bolsillo trasero del pantalón y sacó el recorte de periódico, que había encontrado aquella mañana, y se lo dió a Paula, que ahora estaba a su lado. Ella ojeó el artículo y luego bajó los hombros.


–Andrés Morel. No puede tratarse de una coincidencia.


Ella bajó la mano y agarró la de él.


–Creo que será mejor que me acompañes. ¡Hay algo que tienes que ver! 


Paula tiró de Pedro de la cocina al cuarto de estar; entonces, hurgó entre los papeles y tarjetas que había en una cesta de mimbre.


–¿Te importaría decirme qué estás buscando? –preguntó Pedro con impaciencia mientras trataba de liberar su mano, pero sin que ella se lo permitiera.


–Esto –respondió Paula agitando una tarjeta de invitación a una fiesta– . Esta noche tengo que trabajar, en mi hotel preferido del pueblo. Se trata de una fiesta para celebrar el nacimiento de un niño. La fiesta la da la señora Morel y familia.


Ella le tendió la invitación, pero él la agarró con un bufido.


–¿Es verdad esto? ¿Y qué es eso de que vas a trabajar en un hotel?


–Sí, es verdad. Y deberías recordar que te he contado que mis padres son músicos profesionales. Pues bien, hasta que tuve a Nicolás, yo también me ganaba la vida con la música. Esta noche voy a tocar, y quizá a cantar, en la fiesta de la señora Morel –Paula se encogió de hombros–. Sabrina me ha dicho que el matrimonio Morel es de Montpellier, pero que se han jubilado ya y viven en una casa de esta zona. Sé que puede tratarse de otro Morel que no tenga nada que ver contigo, pero no estaría de más hacer algunas preguntas.


–Sí, es posible –respondió Pedro vacilante–. Todo esto está pasando demasiado deprisa. Ahora resulta que tú eres una profesional de la música que trabaja de ama de llaves en medio del campo. ¿Es así?


–Sí. Vamos, ven a la fiesta esta noche, como invitado mío. Te presentaré y le diré a la familia Morel que estás buscando a un viejo amigo… ¡Y a ver qué pasa! Puede que haya alguien en la fiesta que pueda ponerte en contacto con Andrés Morel… O puede que lo veas en persona en la fiesta. No tienes nada que perder. 

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