martes, 3 de octubre de 2023

Eres Para Mí: Capítulo 32

¿Había dicho eso en voz alta? Porque parecía como si estuviera coqueteando. Y él no coqueteaba. Jamás.


–Bueno, es posible –Paula sonrió al tiempo que aceptaba la taza de café que él le ofrecía–. Pero, normalmente, se necesitan piscinas, bebidas y sombrillas. Y como aquí no tenemos nada de eso…


–Me meteré la camisa por debajo de los pantalones. He comprendido lo que has querido decir.


Pedro bebió un sorbo de café y lanzó un suspiro de placer.


–Es un café sensacional. ¿Lo has comprado por aquí?


Paula sacudió la cabeza.


–En Montpellier. Me alegro de que te guste. A Nora le parece demasiado fuerte. Y mis padres prefieren té.


Pedro se estremeció.


–Yo no he conseguido acostumbrarme al té. ¿Ves a tus padres a menudo? ¿Vas a Londres con frecuencia?


Ella bebió un sorbo de café.


–No. Dejaron su casa en Londres hace años y compraron una de esas casas remolque. Siguen trabajando como músicos de jazz y, normalmente, viajan por toda Europa durante el verano dando conciertos. Después, en invierno, van al sur. Pasan por aquí siempre que pueden. Ella miró el plato de él y luego alzó los ojos.


–Has elegido la tarta de cereza. ¿Qué te parece?


–Absolutamente deliciosa. Y sería perfecta para una fiesta estival. A Nora y a sus invitados les va a encantar.


Ella, despacio, dejó su taza de café en la mesa. 


–Estupendo. En ese caso, no te importará que te haga una pregunta, ¿verdad? –de repente, le miró con expresión seria–. ¿Sabe Nora que, desde el principio, no tenías intención de asistir a su fiesta de cumpleaños?


Pedro frunció el ceño.


–Como yo iba a estar por aquí, quedamos en vernos y pasar un tiempo juntos. Después, adelantaron una semana la reunión de negocios a la que tenía que asistir y por la que había venido aquí. Siento no verla, pero ya habrá otra ocasión mejor.


–¿Sabes que Nora, además de darme trabajo, es amiga mía? – respondió Paula–. No me gusta pensar en la posibilidad de que hayas venido para hacerle daño. ¿Es por lo del divorcio? Porque creo que ya ha sufrido demasiado respecto a eso.


–No, no se trata de nada de eso. Tengo intención de pedirle disculpas a la primera oportunidad.


Ella clavó los ojos en su taza de café cuando respondió en un tono de escéptica preocupación:


–En ese caso, ¿Para qué has venido, Pedro? Estabas listo para marcharte esta mañana, pero, en el momento en que has visto la foto de tu madre, algo ha cambiado. ¿Podrías decirme de qué se trata? ¿Qué has descubierto en esa foto que te resulta tan importante?


Pedro tardó en contestar. A pesar de ser reservado, allí, en esa cocina, le pareció que tenía sentido darle a Paula la explicación que ella le pedía. Aquélla podía ser la única oportunidad que se le presentaba de contar su historia a una persona que nada tenía que ver con el asunto. En cierto modo, había encontrado a alguien a quien podía contarle sus problemas personales. Y eso era especial. 


Paula le vió fruncir el ceño. Quizá le hubiera presionado demasiado. Y, en ese instante, alargó el brazo, le tocó la mano y sonrió para romper la tensión.


–Soy una persona muy habladora. Por favor, discúlpame –Paula se echó a reír–. Eres un invitado en esta casa y tus asuntos personales no son de mi incumbencia.


Al momento, se puso en pie y fue a agarrar las tazas y los platos al tiempo que decidía cambiar de tema de conversación. 

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