jueves, 2 de junio de 2022

Juntos A La Par: Capítulo 49

 —Ya era hora —dijo él con brusquedad—. Tu madre se encuentra en el salón, esperando que la lleven a la cama.


—Éste es Enrique, que me ha traído aquí en su taxi —dijo Paula—. Se vuelve a Aldbury, pero le gustaría tomar una taza de té antes.


—No tengo tiempo para hacer té...


—Si es tan amable de venir conmigo a la cocina, se lo prepararé —le dijo Paula a Enrique—. Iré a ver a mi madre primero.


Su madre levantó la vista cuando ella entró en el salón.


—Qué bien volver a verte, Paula, y tenerte para que me cuides — dijo, poniendo la mejilla para que ella se la besase—. Gerardo está dispuesto a dejar el agua correr y permitirte que vivas aquí...


—Mamá, tengo que darle una taza de té al taxista. Enseguida vuelvo y hablaremos un poco.


Su padrastro había desaparecido. Enrique esperaba pacientemente.


—No ha sido una bienvenida agradable, señorita.


Paula calentó la tetera.


—Bueno, todo ha sido muy repentino. ¿Quiere un sándwich?


Enrique se fue pronto, reconfortado por el té y los sándwiches, y la propina que aceptó reticentemente. Paula volvió al salón.


—Cuéntame qué te ha sucedido, mamá.


—Neumonía, cariño. Y me interné porque Gerardo no podía apañárselas solo.


—¿No tienes ayuda?


—Sí, sí, por supuesto. La señora Twist ha estado viniendo a diario para ocuparse de la casa y cocinar un poco, y el hospital dijo que una enfermera vendría todos los días una vez que me encontrase en casa. Estuvo una o dos veces, pero Gerardo y ella tuvieron un altercado y él le dijo que tú vendrías a cuidarme. No es que necesite demasiados cuidados. De hecho, le ha dicho a la señora Twist que no es necesario que venga más, ahora que tú has vuelto.


—Mi padrastro me dijo que no había nadie que te cuidase, que no tenía ayuda... 


—Ya sabes cómo son los hombres —dijo su madre, restándole importancia—. Y le parece absurdo pagar a una enfermera y a la señora Twist cuando te tenemos a tí...


—Mamá, me parece que no comprendes. Yo tengo un empleo. He venido porque pensaba que no tenías a nadie que te cuidase. Me quedaré hasta que te recuperes, pero tienes que decirle a la señora Twist que vuelva y tener el teléfono de una enfermera por si acaso. Me gustaría regresar a Aldbury cuanto antes. Ya sabes que no le caigo bien a Gerardo. Pero tú estás feliz con él, ¿No?


—Sí. Y no comprendo cómo no os podéis llevar mejor. Pero ya que estás aquí, al menos puedes cuidarme un poco. Todavía estoy muy débil, tomo el desayuno en la cama y luego paso el día aquí junto a la chimenea. Tengo poco apetito, pero tú siempre has sido una buena cocinera. A Gerardo le gusta desayunar pronto, así que tendrás todo el día para ocuparte de la casa —dijo, añadiendo con complacencia—: A Gerardo le está yendo muy bien y, ahora que no tendrá que pagar a la señora Twist y a esa enfermera, se podrá ahorrar el dinero....


Paula se sentó en su fría habitación con la cama sin hacer e intentó aclarar sus pensamientos. No se quedaría ni un día más de los necesarios para volver a contratar a la señora Twist, ver al doctor y concertar que una enfermera visitase a su madre, dijese lo que dijese Gerardo. Quería a su madre, pero se daba cuenta de que solo la habían llamado para aprovecharse de ella. Hizo la cama, deshizo la maleta y bajó a la cocina. Al menos había abundante comida en la nevera y no necesitaría ir a la compra. A su madre le apetecía una tortilla francesa.


—Pero a Gerardo habrá que hacerle otra cosa. Hay filetes y podrías guisar unas patatas y unos puerros. No habrá tiempo para preparar un postre, pero hay queso y bizcochos...


—¿Has estado cocinando, mamá?


—Pues Gerardo no sabe cocinar —dijo su madre, inquieta—, y la señoraTwist no estaba. Ahora que estás aquí, no necesito hacer nada.


A la mañana siguiente, Paula fue a la consulta del médico.


—¿Ha estado muy enferma?


—No, no. La neumonía es una enfermedad peligrosa, pero si se ataja a tiempo, una persona sana como tu madre se recupera enseguida. 

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