jueves, 16 de junio de 2022

Atracción: Capítulo 16

A la tarde siguiente, Pedro fue a visitar a su abuela de nuevo al salir del trabajo. Esperaba contar con el factor sorpresa esa vez. La señora Harrison, el ama de llaves, fue quien abrió la puerta. Le dijo que la abuela estaba en el laboratorio y que Pau estaba en el estudio. El estudio de su abuelo... Se detuvo en el umbral, observándola. Tenía el portátil a su izquierda y anotaba cosas en papel. Llevaba una camiseta verde, y seguramente llevaría pantalones cortos, pero solo veía unas largas piernas cruzadas y unos pies descalzos por debajo del escritorio.


–¿Trabajando duro?


Ella levantó la cabeza. Dejó el lápiz sobre la mesa.


–Pedro. No te esperaba.


–Quise pasarme por si tenías alguna pregunta sobre el proyecto empresarial del que hablamos anoche.


–Es en eso en lo que estoy trabajando.


–Déjame ver lo que has hecho.


–Empecé esta mañana.


–Soy tu asesor. Es mi trabajo hacer que vayas en la dirección correcta. Y me tomo muy en serio esa función.


Había contratado a un investigador privado, pero era buena idea mantenerse cerca de ella hasta tener noticias. Paula le miró con desconfianza. Estiró los papeles y se los entregó.


–Toma.


Pedro deslizó la yema del pulgar sobre el borde de las hojas. Había demasiadas como para contarlas rápidamente.


–Hay demasiadas hojas como para haber empezado esta mañana.


–No he plagiado nada, si es eso lo que estás diciendo –le dijo ella, a la defensiva.


Pedro leyó el borrador y lo dejó sobre el escritorio.


–¿Y bien? –le preguntó ella, llena de curiosidad.


–No está mal –esperaba una reacción, pero no obtuvo ninguna–. No te pongas a trabajar en el resumen ejecutivo hasta haber terminado el plan. Así tendrás una idea mejor de lo que va a hacer la empresa, y de quién va a hacerlo.


Paula apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó hacia delante. La camiseta de cuello en V se le abrió un poco, mostrando una generosa sección de su escote. Pedro disfrutó de las vistas durante unos segundos y entonces apartó la mirada. La temperatura estaba subiendo demasiado.


–Esto tiene mucho más trabajo de lo que me imaginaba.


–Eso es lo que trataba de decirte, a tí y a mi abuela. Hay muchas otras formas de ganar dinero sin necesidad de montar una empresa.


Paula se miró las manos.


–Hacer dinero nunca me ha sido fácil, ni a mí ni a la gente que conozco.


–Mi abuelo me dijo una vez que el trabajo duro siempre se ve recompensado al final.


–He oído que tu abuelo era un hombre extraordinario, pero a veces el trabajo duro no llena la nevera –le dijo mientras apuntaba algo en una hoja de papel.


–¿Cuándo te mudaste? –le preguntó él de repente.


–En febrero.


Cuatro meses antes... ¿Hacía tanto tiempo que no visitaba la finca? No lo recordaba.


–Has tenido mucho tiempo para ver cómo funciona mi abuela.


–Es la mejor jefa del mundo.


–A la abuela le gusta salirse con la suya.


–Al igual que a la mayoría de la gente.


–¿Y a tí?


–Si tuviera oportunidad, me gustaría salirme con la mía. Sí.


«Si tuviera oportunidad...». Sus palabras suscitaban cada vez más preguntas.


–Pero nunca me salgo con la mía. Es una pena.


Pedro se dió cuenta en ese momento de que nunca había conocido a nadie como ella. Podía ser una timadora, pero su forma de hablar era... Divertida. Añadía color y emoción a la vida más monótona. La echaría de menos cuando se fuera, pero podría vivir con ello. 

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