martes, 21 de junio de 2022

Atracción: Capítulo 19

Paula cruzó los brazos. Quería olvidarlo todo. No quería volver a vivir los peores años de su vida para satisfacer la curiosidad de Pedro Alfonso. Pero hablaría con él de todos modos... Por Betty. Al final del pasillo había un despacho con la puerta abierta. El guardia lo señaló con el dedo. La luz estaba encendida.


–Ese es el despacho del señor Alfonso.


Forzó una sonrisa y se preparó para entrar.


–Gracias.


Entró. El despacho era inmenso. Los ventanales panorámicos del suelo al techo ofrecían las mejores vistas. Él estaba sentado frente al escritorio, mirando la pantalla del ordenador con un gesto de suma concentración. De repente la miró.


–Buenas tardes, Pau.


Paula se mordió la cara interna de la mejilla.


–Cierra la puerta para que tengamos algo más de privacidad.


Hizo lo que le pedía.


–Gracias –señaló uno de los butacones de cuero que tenía delante–. Siéntate.


Paula atravesó el despacho, se quitó el bolso de encima y tomó asiento.


–Betty me dijo que querías preguntarme algo.


Su mirada seguía fija en ella.


–Ya veo que vas directa al grano.


–Me has dejado claro que eres un hombre muy ocupado.


Él rodeó el escritorio y se sentó en el borde. Paula comenzó a quitarse pelos de perro de la falda. Necesitaba hacer algo con las manos.


–Cuéntame cómo terminaste en la cárcel.


Ella respiró profundamente. Miró a su alrededor.


–Fui una idiota.


Él retrocedió un poco, confundido.


–¿Disculpa?


–Hice algo muy estúpido –se frotó la cara–. Me enamoré de un tipo. Pensaba que yo le gustaba, así que confié en él. Fue un error.


Los labios de Pedro se curvaron parcialmente, pero no era una sonrisa. 


–No eres la primera que se deja cegar por el corazón.


Había sido tan ingenua al creer que un chico rico como Nicolás podía quererla de verdad... A ella, la chica que vivía en un camping de caravanas...


–Debería haber sido un poco más espabilada. Nicolás era el hermano de una chica a la que conocía por lo de los concursos caninos. Tenían mucho dinero. Yo no. Pero eso no parecía importarle a Nico.


–Nico es el hombre.


–Chico. No me lo podía creer cuando me invitó a tomar un helado. Quería gustarle a toda costa, así que intenté convertirme en la clase de chica con la que él quería salir. Me enamoré como una tonta.


Se había encaprichado tanto de él que había terminado hojeando una revista de novias en la tienda de ultramarinos.


–Acababa de terminar el instituto. Era verano. Salíamos casi todas las noches y entonces...


Los recuerdos la golpearon con fuerza. Las luces rojas y azules, cegadoras, las acusaciones, las lágrimas, las esposas que le arañaban las muñecas... Alguien la tocó en el hombro.


–Lo siento. Parecía que estabas en otro sitio de repente.


Paula se puso en pie. Retrocedió.


–Solo estaba... Recordando.


–Esto es duro para tí.


Paula asintió. Una persona más compasiva le hubiera dicho que parara, pero Pedro no era de esos. No dijo ni una palabra, pero siguió ahí sentado, en el borde del escritorio, como si fuera a atacar en cualquier momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario