martes, 28 de junio de 2022

Atracción: Capítulo 27

¿Que había sido eso? Pedro abrió los ojos. La luz del sol llenaba la habitación. Tenía una masa de pelo negro y gris encima y una lengua enorme le lamía la mejilla. Se incorporó de golpe. Tenía la nariz y la boca de Simba delante de la cara.


–El mal aliento matutino es una cosa –Pedro se apartó–. Pero lo tuyo es tóxico.


El perro resopló. Parecía encantado.


–Por lo menos ya te has despertado y andas de aquí para allá. Ya debes de sentirte mejor.


Simba se le paró encima, clavándole las pezuñas en los muslos.


–¿Qué tal están los chicos esta mañana? –preguntó Paula.


El sonido de su voz era como los primeros rayos de sol que entraban por la ventana. Lo iluminaban todo. Estaba a los pies de la cama. Tenía el pelo alborotado, como si acabara de levantarse de la cama. Bostezó y estiró las manos por encima de la cabeza. Pedro no pudo evitar mirarle los pechos. Se le subían con el movimiento de los brazos.


–No me has despertado.


La estaba mirando demasiado.


–Estabas cansada –añadió, obligándose a mirarla a los ojos.


–Y tú también.


Había ido a verla en mitad de la noche. Parecía tan apacible mientras dormía, con una sonrisa en los labios. La había tapado con la manta que tenía a los pies y había vuelto junto a Simba.


–Yo no.


–Te quedaste despierto toda la noche.


–No toda la noche –Pedro no podía dejar de mirarle el top–. Cuando Simba se tranquilizó, me dormí.


Paula se acercó y tocó al perro. Le rozó el muslo sin querer.


–Parece que está mejor. Me lo llevo fuera.


–Ya le saqué a eso de las tres.


Ella entreabrió los labios. Eran unos labios carnosos, suaves, para ser besados. De no haber sido por el peso muerto que tenía sobre el regazo, hubiera intentado besarla.


–No te oí –dijo ella. 


–No hicimos mucho ruido –miró el reloj digital que estaba sobre la mesa de noche–. Solo son las cinco y media. Vuelve a la cama.


–Estás en mi cama.


La tensión sexual creció de repente. La cama era muy grande y confortable y le quedaban un par de horas antes de tener que ir a la oficina.


–Me echo a un lado. A Simba no le va a importar –se acercó al extremo más alejado de la cama.


Paula le observaba.


–El perro está de mi lado –le dijo, medio en broma para noasustarla.


Tocó el espacio vacío de la cama.


–Hay mucho sitio para ti ahora.


–Será mejor que tenga cuidado con quién invita a la cama, señor Alfonso.


–Es tu cama.


–Entonces deberías tener más cuidado todavía. No querrás revelar ningún secreto corporativo.


Él sonrió de oreja a oreja.


–¿Quién ha dicho que haya que hablar?


–Ya veo que estás lleno de sorpresas esta mañana.


–Es toda tuya –Pedro movió al perro y se levantó de la cama–. Tengo que irme.


–Muy bien –Paula se mordió el labio–. Gracias, de nuevo. Por todo.


Parecía tan confundida como él.


Pedro acarició al perro y se puso los zapatos.


–Tengo que hacer horas extra en Fair Face para poder asistir al concurso este fin de semana.


–No tienes por qué ir –las palabras salieron de su boca rápidamente–. Puedo ocuparme yo sola.


No quería que fuera.


–Lo sé, pero quiero ver qué tal funcionan los productos, y mi abuela quiere que vaya.


–Betty se preocupa demasiado cuando se trata de sus perros.


Pedro no sabía muy bien qué hacer. Pasar más tiempo a solas con Paula Chaves no era buena idea, pero tampoco podía olvidar los deseos de su abuela.


–No quiero decepcionar a la abuela.


–Betty lo va a entender –dijo Paula–. Dile que tienes una cita o algo así.


Parecía empeñada en no dejarle ir. A lo mejor no quería que viera lo que iba a hacer durante el concurso.


–Llámame si tienes alguna pregunta sobre el proyecto empresarial.


–Sí. Lo haré. Gracias por cuidar de Simba.


El perro saltó de la cama y le acarició la mano con el hocico.


–De nada –dijo Pedro.


–¿Ibas a salir? –se mordió el labio de nuevo.


–Sí.


Pedro agarró su chaqueta y se obligó a andar hacia la puerta de entrada.


–Que tengas buen día.


–Espera... Toma –le dió un cepillo.


–A tí te hace falta –le dijo él, riéndose. Era lo último que esperaba.


–Tengo más. Y dos en el coche. Siempre estoy preparada.


–Siempre preparada.


–No quiero que nada vuelva a pillarme desprevenida.


–Yo soy de la misma opinión.


Era hora de poner distancia entre ellos.


–Si no hablo contigo antes del fin de semana, buena suerte en el concurso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario