Antes de que pudiera detenerlo la tomó entre sus brazos y la sostuvo contra su cuerpo. La fuerza y calidez derritieron su resistencia como un cubito de hielo al sol. No pudo resistirse a apoyar la mejilla en su pecho y disfrutar del fuerte latido de su corazón. No quería su lástima, pero como él había dicho, si la vida te da limones... Dejó escapar un profundo suspiro y después se separó de él y le sonrió.
—Esta es tu fiesta, Pedro. Tuya, de Luciana y Hernán. Lo último que quiero es aguársela. Literalmente —dijo desenfadada— Vete con los demás.
—Ven conmigo.
Ella sacudió la cabeza.
—No. Diviértete. Te lo mereces.
Esa vez estuvo contenta de dejarlo ir antes de hacer algo de lo que se hubiera arrepentido.
—¿Qué te parece casarte con tu caballero metido en una reluciente armadura en el Excalibur?
Paula estaba sentada en el asiento trasero de la limusina de Pedro, junto a él y Luciana. Habían visitado tres posibles emplazamientos en el Strip para la boda y se dirigían al Hotel Alfonso, donde trabajaba Luciana. Estaba tratando sin mucho éxito de conseguir la aprobación de algo por parte de la exquisita novia. Una semana antes había tenido la sensación de que algo no iba bien con la hermana de Pedro, y en ese momento estaba segura de ello.
Luciana se mordió el labio.
—La idea de Nan como Lancelot es muy romántica, pero no creo que sea para nosotros —miró a los dos—¿No sabes que la historia del Rey Arturo y Ginebra acabó trágicamente y con ella en un convento?
—Entiendo la apelación —dijo Pedro con ironía.
—Bueno, dejenlo ya los dos —intervino Paula— Paz y amor —tachó el Excalibur de su lista— A mí me ha gustado el HMS Britannia en la Isla del Tesoro. Los piratas eran graciosos.
Luciana frunció el ceño.
—No creo que Hernán dé el tipo de aventurero. Es algo tímido. Rescatarme a mí como parte de la ceremonia lo dejaría helado.
—No si estuvieras realmente en peligro —intervino Pedro— Y eso podría arreglarse.
—Pedro... —lo miró Paula.
—Si esta boda va a celebrarse con un programa, es necesario elegir un lugar para poder enviar las invitaciones.
—Lo intento —la voz de Luciana tenía el filo de un cristal.
—No la presione, Pedro. Cuando encontremos el lugar adecuado, ella lo sabrá.
—Gracias, Paula—dijo dedicando a su hermano una mirada de triunfo.
—El Venetian ofrece un par de opciones para celebrar la ceremonia que podrían servir —dijo Paula mirando sus notas y deteniéndose cuando la expresión de Luciana no fue precisamente de entusiasmo.
La futura novia se cruzó de brazos.
—No sé.
—No estaría mal una ceremonia en París. No podemos subir a la Torre Eiffel en la ciudad más romántica del mundo, pero hay una imitación muy buena aquí mismo, en nuestro jardín trasero.
Cuando Luciana encogió los hombros como si todo le diera igual, Pedro frunció el ceño y dijo:
—Voto por una boda en el US Enterprise en el Hilton. Los testigos pueden ser Klingons.
La situación se estaba deteriorando rápidamente y Paula seria la perdedora. Algo preocupaba a Luciana y hasta que eso se resolviera no se tomaría ninguna decisión. Paula tenía la sensación de que la novia tenía dudas, lo que probablemente fuera normal. En su caso habían sido más que nervios. Había tenido sólidas razones para pensar lo que había pensado. Sólo conocía a Pedro hacía unos meses. Aun así su peor fallo había sido no plantear sus dudas antes de que las cosas fueran tan lejos.
Luciana abrió la puerta de la limusina y salió.
—No ayudas, Pepe. Esta es mi boda y quiero que sea perfecta. Menos mal que está Paula. La próxima vez que vayamos a ver sitios, mejor que no vengas.
Cerró de un portazo y Pedro se quedó pasmado. Como un hombre sin ideas.
—La conozco desde que nació. He cuidado de ella desde que tenía diez años. Tenemos más cercanía que la mayoría de los hermanos pero, en este momento, no la conozco en absoluto.
—Nunca antes había estado comprometida.
—¿Y?
—Sacudió la cabeza— Ella lo ama. Él la ama. Casarse es el siguiente paso.
—¿Eres fan de la serie Star Trek? Pareces Spock.
Pedro sonrió abiertamente.
—Me gusta. Ninguna emoción y mucha lógica.
Paula se preguntó dónde se había escondido el hombre sensible que la había abrazado. Estaba ante el Pedro que le había pedido que se casara con él porque estaba embarazada. Racional, sin emociones. Haciendo lo correcto. Ese era el hombre que había aumentado sus dudas.
Muy buenos capítulos!!! Me encantaron$
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