sábado, 22 de abril de 2017

Te Necesito: Capítulo 44

—¿Sabe mi hermano algo de esto?

—¿Qué?

Paula tomó la nota y la leyó. «Organizadora de eventos. Atlantic City. Una oferta que no podrás rechazar». Había un nombre de una empresa, un contacto y un número de teléfono.

—¿Sabe Pepe que estás buscando otro trabajo? —la voz de Luciana reflejaba tensión.

—Todavía tengo un contrato —y estaba patéticamente agradecida por ello. Paula miró el recorte de papel— No tengo ni idea de qué va esto, pero intentaré averiguarlo.

—¿Y cuando lo hagas hablarás con Pepe?

—Esto puede ser una completa pérdida de tiempo, pero si no lo es, por supuesto que lo haré. Hablaré con tu hermano.

Porque los amigos hablaban. Por lo menos, mientras se había estado resistiendo a Pedro, se había convertido en un amigo. Y mucho más. Había aprendido por qué él protegía tan celosamente su corazón. Cuando se lo había dado ella había tenido miedo de comprometerse. Pero se había dado cuenta de que él era lo que quería para el resto de su vida. Pero sólo tendría el tiempo que le quedaba de contrato.

De pie ante la puerta del despacho de Pedro, respiró hondo. Habían pasado muchas cosas desde el día que se había encontrado en ese mismo sitio. Lo mejor era que lo había vuelto a ver desnudo; lo peor, que se había enamorado desesperadamente de él. Como si todo no fuera ya lo bastante complicado, además tenía que tomar una decisión sobre su carrera. Opción número uno: quedarse e intentar demostrarle que entre los dos las cosas podían ser distintas esa vez. Opción número dos, Atlantic City y un gran paso hacia el éxito. Era una buena oferta de trabajo que podía rechazar basándose en el contrato que legalmente la unía a Pedro. Pero necesitaba saber cómo se sentía él y ver la reacción a su marcha le diría lo que necesitaba saber.

—Vamos allá —susurró.

Llamó a la puerta una vez, abrió y entró en el despacho.

 Pedro levantó la vista.

—Hola —dijo él.

 —Hola.

—¿Cómo estás?

—Bien —se sentó en una de las sillas frente a la mesa.

De repente le temblaron las piernas, algo que no tenía nada que ver con su futuro empleo. Ser despedida habría sido bastante más fácil. Su futuro, su felicidad, dependían de lo que pasara los siguientes minutos.

—¿Cómo estás tú? —preguntó ella.

—Bien.

—¿De verdad?

Había aprendido a conocerlo muy bien y su instinto le decía que algo no iba bien. Sus ojos carecían de la pasión y el brillo que estaba acostumbrada a encontrar en ellos cuando estaban cerca. Había arrugas en su rostro que antes no estaban. No había sonreído con la sonrisa que Pedro Alfonso solía dedicarle.

—Estoy muy bien  —dijo él.

—¿Va todo bien con las torres? ¿La financiación llega a tiempo?

—No podría ir mejor, ¿Por qué?

 Porque él había puesto mucha energía, horas de trabajo y dinero en ese proyecto y deseaba que tuviera un éxito arrollador. El estrés la presión debían de estar agobiándolo y estaba tratando con eso él solo. No en la parte del trabajo. Tenía a Hernán y el resto de su equipo de finanzas, pero él era el corazón y el alma del proyecto. Ante los demás tenía que mantenerse fuerte, con confianza en sí mismo, al frente de todo. Todo el mundo iría a desahogarse con él. Pero después, en aquella enorme casa que tenía, ¿Con quién se desahogaba él?

Ella solo había visto a sus padres hacerse daño. Pedro había sido el único que le había demostrado que las cargas compartidas eran más fáciles de llevar. Quería ayudarlo a llevar aquélla.

—Pareces cansado  —dijo ella.

—No —se recostó en la silla—Sólo concentrado.

—¿En qué? —preguntó para abrirle otra puerta.

—En el trabajo. El edificio está vendido. La construcción está a punto de empezar. Salvo que haga mal tiempo, haya retrasos en la entrega de materiales u otros imprevistos, este edificio va a ser tal y como esperaba.

—Me alegra oírte decir eso, Pedro.

Y así era. Tal vez fuera porque estaba en su despacho y por el recuerdo de lo lejos que habían llegado, pero el anterior hombre era diferente del Pedro que había llegado a conocer. No era el hombre que la había abrazado mientras lloraba en el asiento trasero de su limusina o el que había brindado con ella por su éxito a la luz de la luna.

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos!!! Pedro se hace el difícil o le pasa algo? Ojalá puedan decirse lo que sienten!

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