martes, 11 de abril de 2017

Te Necesito: Capítulo 26

—Después del Festival de Cine de Las Vegas, tenemos los tipos esos de los artilugios.

—¿Quiénes? —estaba distraído contemplando sus preciosos hoyuelos, pero aquel comentario atrajo su atención.

—Ya sabes... —miró sus notas— Los que exponen los últimos inventos de la electrónica. Es como ver el canal de ciencia ficción.

—¿Porque parecen aliens? —preguntó.

—No. porque algunos inventos son futuristas. Estoy segura de que son gente adorable —dijo en tono políticamente correcto— De acuerdo —suspiró— Odio la tecnología.

—Señorita Chaves, estoy impresionado y espantado.

—Triste pero cierto. Es mi trágico sino. Mi oscuro secreto. Los ordenadores son un mal necesario —golpeó la alfombrilla del ratón con el bolígrafo para reforzar sus afirmaciones— Pero no hay que equivocarse... son malos.

—Un invento del diablo.

—En realidad esos tipos son los responsables. Y justo cuando empiezas a pensar que sabes manejarlos salen con un nuevo invento que se supone que hace todo más sencillo. ¿A quién tratan de ayudar?

Para él aquello era nuevo. La encontró encantadora e irresistible. Puntualización, tal vez no completamente nuevo, sino no ensombrecido por los malos recuerdos. El problema era qué hacía con ello. Ya habían recorrido ese camino antes. Esa vez iban cargados con equipaje emocional. Lo que no había cambiado era el modo en que la deseaba. Pero, ¿A dónde iban? ¿Y quería él emprender el viaje?

Pedro se levantó, dió la vuelta a la mesa y después se apoyó en un lateral del escritorio. Estaba tan cerca de Paula que podía oler el dulce aroma de su perfume y sentir el calor de su piel. Tan cerca que podía ver el pulso desbocado en su cuello.

—A ver si lo entiendo. Según tú, esos cacharros son los descendientes de Satán.

—La cuestión es que los tipos de la tecnología son clientes leales y unos quinientos de ellos se registrarán a la vez. Será un reto acomodarlos a ellos y a todos sus artilugios en el mayor espacio disponible del hotel. Vamos a tener que abrir las divisiones y ampliar la sala de banquetes para que puedan exponer sus avanzados aparatos electrónicos de tortura.

—¿Qué pasa con las conexiones eléctricas? —preguntó él.

—Estoy trabajando con el equipo de ingeniería. Vamos a necesitar cable de calibre industrial, pero ya lo están buscando.

—De acuerdo —asintió él—. ¿Qué pasa con las Torres Alfonso? Faltan unas seis semanas para la gran inauguración.

—Como ya sabes, vamos a celebrarla en fin de semana. Ya se han enviado las invitaciones a toda la lista prioritaria. Estoy moviendo todo lo necesario para celebrar una recepción el viernes por la noche. El sábado tendremos un corte de cinta para los medios y tu equipo súper profesional hará una presentación. Descubrirán la maqueta de las diferentes plantas y hablarán de los precios de la compra sobre plano.

—Perfecto.

—Tendremos diferentes ofertas para el fin de semana en el hotel. Un torneo de golf en el club de campo, paquetes de masaje y spa...

—Las típicas ofertas que atraen a la gente.

—A los famosos —asintió ella y revisó sus notas— Hemos tenido una respuesta muy positiva.

—¿Todo en marcha?

—Sí —cerró la libreta, se puso de pie y retrocedió unos pasos— Así que creo que eso es todo.

¿Cuando se acababa el trabajo ya estaba todo? Miró sus labios y se dió cuenta de que para él estaba bien de trabajo por ese día y de que un poco de placer no le haría daño.

—No he terminado todavía —dijo él.

—¿No?

—¿Has hablado con Luciana?

 Asintió con la cabeza.

—Ya sé que la boda sigue adelante. Parece que Hernán quiso saber qué iba mal y aclararon las cosas...

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