jueves, 9 de julio de 2015

Para Toda La Vida: Capítulo 16

Le dí un beso rápido y el salto hacia el agua.
-Salta.
-No.
-¡Salta!
-¡No!.
Pedro respiró profundo.
-Salta Chaves.
-¡No Pedro!
-Ok, entonces nos vamos a donde están los chicos..
Cielos, se enojó.
Pedro salió  del agua como un dios griego. Se había quitado la camisa y su pecho y abdomen me tenían muda.
No había nadie en el mundo mas perfecto que Pedro Alfonso.
Aún con su cara de enojo se veía adorable, frunciendo el entrecejo.
Al menos, eso creí  hasta que salio del agua. Se posicionó detrás de mí  y cuando me descuidé, me abrazó y me empujó hacia el agua.
No era profunda, aunque era un poco mas baja que Pedro. Yo podía estar tranquilamente ahí.
Comencé a arrojarle agua con mis manos, y él hacia lo mismo. Parecíamos unos niños.
Hasta que fuí yo quien se acercó nadando hacia él. Enrollé mis piernas en su cadera y crucé mis brazos detrás de su cabello antes de besarlo con ansias.
Podría quedarme una vida entera en los brazos de Pedro. Podría vivir sin aire, sin agua, sin comida, solo con el poder de su amor, el sabor de sus labios y el aroma de su cuerpo. Él era mi otra mitad, y mi vida sin él no iba a tener sentido.
El día fue hermoso. Al final, los chicos si consiguieron pescar algo para el almuerzo. Aunque la falta de habilidades culinarias, mas las distracciones que cada uno tenía como pareja, hicieron que el pescado quedara del color del carbón.
En fin, terminamos comiendo los sándwiches que prepararon en la mañana, y disfrutando del perfecto clima del lugar.
Pero el día llegó a su fin. Y cuando comenzó a oscurecer de pronto anunciando una tormenta. Prácticamente corrimos al lugar donde habíamos dejado la camioneta.
Pase todo el camino de regreso refugiada entre los brazos de Pedro, torturándome con la idea de que se nos acababa el tiempo juntos. No quería llorar, pero el nudo en mi garganta me amenazaba con que lloraría hasta quedarme dormida esta noche.
Por alguna extraña razón sentí esta como una despedida.
Aun faltaba una semana para irme a Charleston, pero mi mente se empeñaba en mostrarme imágenes que solo e podían catalogar como un adiós.
Uno que convertiría mi corazón en 100 pedazos irregulares de materia vital.
Pedro me apretó mas hacia el y me besó en la frente. Sentí como si intentara darme ánimos, como si leyera lo que pasaba por mi mente.
Cuando llegamos a casa, la abuela quiso hablar conmigo a solas en su habitación.
-Paula, eres mi nieta mayor, estas cumpliendo 18 años...
-Abuela…
-Déjame hacer mi discurso. - Sonreí. - Mi abuela también hizo esto conmigo cuando tenía tu edad, y tú lo harás con una de tus nietas. Así que, feliz cumpleaños tesoro.
Sacó un collar de una bolsa de terciopelo negro.
La fina cadena de oro servía para sostener el precioso y delicado guardapelo, también de oro, que colgaba de ella.
El guardapelo tenia forma de corazón, y se trazaban unas elegantes líneas grabadas como enredaderas el frente.

2 comentarios: